22. La emboscada

Začít od začátku
                                    

—Buen día, señora, ¿podría hacerle una pregunta?

—¡Por los Dioses, eres de Seienmor! —reconoció la anciana.

Varias personas cercanas voltearon inmediatamente, y observaron con recelo a la joven, y luego a su pelirroja hermana. Seth tomó a Dadne del brazo y se alejaron presurosos. A punto estuvieron de embestir con sus caballos a varios viandantes, oportunamente estos eran más conscientes de lo que sucedía alrededor de lo que aparentaban.

Al alejarse lo suficiente, aligeraron nuevamente el paso de sus monturas.

—Es probable que reconozca el acento —comentó Mórrigan.

—O lo supuso por mi apariencia, no hay demasiados pelirrojos en Karián —agregó Dadne.

Seth sentía que, después de aquel viaje, era capaz de reconocer sin problemas a la gente de Seienmor. La piel tostada y el cabello de aquel rojo tan vivo no eran rasgos comunes en A'gilá. Además, ya comprendía por experiencia propia aquella vieja expresión del sur de A'gilá usada para referirse a un carácter aguerrido: "Tan fiero como un guerrero de Seienmor".

Resultó fácil perderse en el gentío para los tres jóvenes. Al encontrarse en una zona en la que nadie parecía recelar, decidieron intentar obtener información nuevamente. Esta vez fue Seth quien se acercó a hacer la pregunta a un alto y risueño hombre que atendía un pequeño puesto de flores. El muchacho utilizó abundantes circunloquios, intentando no causar interés alguno en el interrogado, sin embargo, al percatarse de que el hombre no se acercaba a comentar nada oportuno, decidió ser más directo.

—¿Ha escuchado algo acerca de la bruja que capturaron los Inmortales?

—¡Seguro! Su traslado a juicio fue concertado para esta tarde, aunque no sé qué pueda ocurrir debido a los disturbios —respondió el sonriente hombre.

Seth disfrutó las maneras del hombre, por lo que se despidió amablemente y se reunió con el grupo. Ahora tenía otra preocupación, pues volvía a escuchar de aquellos disturbios.


—Seguro pasarán por aquí —informó Lille, señalando una amplia calle a la que no podían acceder debido a una barricada de soldados.

La calzada a la que se refería Lille llevaba a Kastiar, zona de la alta sociedad en la ciudad; allí se encontraba la prisión de Ánamo, el palacio real y la sede de la corte en la que someterían a Ázel a juicio. Estaba totalmente vacía, pues era protocolo para transportar prisioneros peligrosos o importantes. Los soldados de la ciudad bloqueaban todas las entradas posibles a la calleja.

—Permíteme —dijo Rino con tono soberbio, simulando que ya tenía una solución.

Se encontraban en uno de los callejones perpendiculares a su objetivo. Éste era bastante angosto, de manera que sólo dos soldados bloqueaban el paso. No había ningún curioso allí salvo ellos dos, lo que resultaba sumamente extraño debido a la expectación que causaba un Inferus en Karián.

<<¿Tendrá que ver con los disturbios?>> se preguntó Rino.

El muchacho comenzó a buscar una manera de sortear a los centinelas, y fue entonces cuando reparó en un par de cajas apiladas cerca de la pared, suficientemente alejadas como para pasar desapercibidos al subir.

Usando las cajas, logró sujetarse del alero del techo de una casa y subir, luego ayudó a Lille a hacer lo mismo. Una vez allí, recorrieron los techos hasta llegar a un lado de la gigantesca calzada. Allí lograron ver con facilidad la caravana que cargaba con los prisioneros, y que avanzaba con cautela.

—¡Bien! Cuando pasen por este lugar, saltaré sobre ellos y le daré esto a Ázel —Rino sacó una áspera roca negra de uno de sus bolsillos.

—Eso es... —preguntó Lille.

El Origen de un InmortalKde žijí příběhy. Začni objevovat