XIV

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LOUIS

Louis se despierta a la una de la tarde del día siguiente con una cama vacía, siete llamadas perdidas y once mensajes sin leer. Vuelve a apagar su teléfono y toma una ducha e intenta no pensar en lo mucho que todo en su estúpido apartamento huele a Harry puto Styles.

Tan pronto como está vestido, agarra la llave demás de debajo del tapete y vuelve a dejarla en el cajón de la cocina.

Es domingo, el primer día de las vacaciones de Pascua, y en todo en lo que Louis puede pensar es en que tiene dos semanas por delante con nada para hacer y ningún lugar donde esconderse hasta que el tercer trimestre empiece.

Vuelve a pensar en la noche anterior, en la gran parte con la forma de Harry. Recuerda a Zayn y a Liam en la audiencia, Liam sonriéndole al show, Zayn sonriéndole a Liam, y se imagina que al menos la mitad de sus mensajes son de Zayn hablando y hablando de cómo puede sentir que la cosa con Liam está llegando, y Louis no puede lidiar con eso hoy. Recuerda a Niall mirándolo en algún punto mientras guardaban los disfraces y recuerda la expresión de su rostro, cuidadosa y empática e incierta, y sabe que Niall debe saber sobre el internado y por ende Zayn probablemente también sepa y probablemente ambos se estén preocupando por él sobre todas las cosas, y realmente no puede lidiar con eso.

Es simple, entonces. Tiene que largarse de Manchester.

Llena una mochila con ropa del fondo de su armario que Harry no ha llegado a tomar, y su cepillo y un par extra de zapatos, y llama a su mamá desde el auto, con Duchess acomodada en su canasta.

—¡Sorpresa!—dice a través de la línea, esperando que su voz no se escuche tan maniática como se siente—. Voy a casa por las vacaciones.

—¿Qué ha pasado, amor?—pregunta su madre inmediatamente. Maldita sea la intuición maternal. Es absolutamente aterrorizante. —¿Estás bien?

—Estoy bien, mamá—miente—. Solo te extraño a ti y a las chicas. Ya estoy en camino, debería llegar en una hora.

—Muy bien—dice ella, claramente no convencida—. Hablaremos cuando llegues a casa, Boo.

Louis no se molesta en decirle que no hay nada de qué hablar. Sabe que es inútil.

El camino a Doncaster es miserable y eterno ese día, a pesar de que lo ha hecho cientos de veces. No puede prender la radio porque si escucha una sola canción de amor puede que choque a propósito con un árbol, pero tampoco puede estar ahí en silencio con sus pensamientos, porque es incluso peor. Al final decide poner una radio cualquiera con un anfitrión cualquiera con una voz aburrida y deja que entre en su cerebro lleno de estática.

Su mamá debe haberle dicho a las chicas que estaba yendo, porque el momento en que estaciona frente a la casa, la puerta principal se abre y las gemelas salen corriendo y lo sacan fuera del auto y lo tiran al pasto justo como han hecho desde pequeñas, riendo y gritando y tirándolo al piso cuando intenta incorporarse. Él pelea con ellas, cuidadoso de no permitir que ninguna le eche un buen vistazo a sus ojos.

—Ustedes dos ya tienen casi mi tamaño, no creo que sea una lucha justa—dice Louis mientras ambas ríen. Regresa al auto para sacar su mochila, y deja que Daisy lleve a Duchess dentro.

Phoebe deja la puerta abierta detrás suyo, y Louis puede oír a las chicas haciendo alboroto dentro, gritando de habitación en habitación.

—¡Lottie, baja a saludar a tu hermano!—grita su madre desde algún lugar.

Louis se para en el umbral de su casa por un momento, sintiendo el viejo, familiar y robusto suelo debajo de sus pies. Siempre ha sido bueno para esconder su dolor. Siempre ha tenido un don para guardarlo y enviarlo lejos detrás de bromas y pretender que sabe lo que hace. Es una habilidad que siempre ha sido necesaria en su vida, y esta casa lo sabe. Tiene sentido que esté aquí ahora. Una cosa más que esconder bajo los tablones del suelo.

These Inconvenient Fireworks [Traducción]Where stories live. Discover now