06.

7.8K 488 20
                                    

BAILAR NOS HACE...

• • •


Estaba buscando en mi ordenador carpetas que ya no deberían estar ahí, necesitaba deshacerme de ellas para que no afectaran más a mi trabajo. En ese momento me puse a pensar que había fotografías que quería conservar de mi infancia, de mí en los recitales, con mis hermanos de vacaciones, con mis padres en los cumpleaños. Y es que ahí supe que necesitaba volver a tener la misma sonrisa de esa niña. No poseía las pecas de mi madre, y tampoco los ojos oscuros de mi padre o los ojos verdes de mi madre, sino que solo podíamos decir que mis ojos estaban más en un concepto de ser azules o grises. Pero era tan igual a Ellison Wise cuando tenía esa edad. Mi madre era una niña adorable, las fotografías me lo decían, y cuando era más joven, poseía una belleza tan original que sabíamos había cautivado a mi padre.

Bien... Yo quería ser esa misma niña tan igual a su madre, ese es el punto.

También me encontré con fotografías junto a mi mejor amiga en los recitales y viajes escolares al museo.

Natalie había sido junto conmigo la niña más caprichosa y extrovertida, éramos las mejores amigas desde que teníamos memoria y ahora en serio dolía que cuando yo más necesitaba de ella y ella de mí, nos tuvieran que separar. Cuando desperté del coma, supe que ella no estaría a mi lado. Meses después, ella me envió un mensaje explicando la situación de su ausencia. Y no sabía si lo que ella vivía en esos momentos era algo que yo estaba dispuesta a vivir, no al menos a la edad que tenía en esa época.

Los ojos grises de Natalie estaban solo en una fotografía y sonreí, recordando el momento en el que se tomó esa foto. Ella estaba endureciendo las putas de nuestras zapatillas de ballet, entonces entró Elliot, mostrando algo de interés por llevarnos a nuestra clase, cuando apenas él portaba con su licencia de manejo. Natalie tomó la cámara de mi madre y nos tomó la fotografía a los tres. En donde solo terminaron saliendo sus ojos grises, así ella demostraba que era una pésima fotógrafa.

Me di cuenta que hasta mi mejor amiga había pasado por cosas demasiado difíciles en su vida, y creo que fui demasiado egoísta cuando solo le reproché su ausencia. Yo no medí mis palabras, y ahora sé que ella es una excelente amiga porque después de todo esperó a que mi enojo con la ida pasara para poder volver a hablar conmigo.

Miré a la chica de cabello negro en la pantalla de mi computadora, con la mirada brillante y una gran sonrisa en el rostro. Teníamos solo diecisiete años y estábamos colgadas de nuestros novios. Ella sonreía con fuerza mientras Alan la miraba, yo también lo hacía, pero miraba a Gerard. Recordé ese tiempo, mi hermano en el equipo de lacrosse junto a mi novio, Nat y yo siempre éramos quienes estaban en las gradas primero que nadie para poder tomar un buen asiento.

Justamente ese día, había sido de los mejores de mi vida. No pensaba en el futuro, ¿y como podría hacerlo? Yo estaba viviendo mi momento, estaba completamente segura de que mis sueños se cumplirían y nunca terminarían rotos. Estaba completamente segura de que mi vida era perfecta, sin ser consciente de que en cualquier momento toda esa felicidad que sentía, se acabaría.

Suspiré, dejando la computadora de lado y tomando mi teléfono para hacerle una llamada telefónica a mi mejor amiga. Y aunque me dolía la distancia, sabíamos que ella estaba mejor en Chicago.

Su teléfono fue contestado enseguida, y sonreí al escucharla bien. Estaba tranquila.

—Hola, bella Emma.

—Hola, fea Nat.

—Muy graciosa —dijo con fingido fastidio—. ¿A qué se debe esta llamada?

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora