Prólogo.

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Ella no era muy popular, pues era lo que menos le interesaba; sólo tenía a una amiga, quién la acompañó durante casi toda su vida y a la que no le pasó por encima. Ella era conocida, sí, pero no por las razones más apropiadas. Vivía en su propio mundo dónde la única que podría alcanzar la cima del éxito era ella. No le hacía caso a los consejos de su mejor amiga cuando le decía que dejara de ser tan egoísta. Sólo tomaba en cuenta a quienes le rodeaban para su propio beneficio.

Era muy hermosa: Cabellos claros, ojos oscuros... Su tez parecía de porcelana, y sus labios se veían muy atractivos. Tenía un encanto que atraía a cualquier persona, cualquier mortal.  Sin embargo, su ambición era a veces tan grande, que podría llegar a ser peligrosa y lo mejor era alejarse.

A su mejor amiga no la consideraba un obstáculo pues no había alcanzado su mismo nivel de «éxito».

Él era el nuevo chico del liceo. Nadie había notado antes su presencia ya que se sentaba en los últimos puestos específicamente por su timidez.
Sin embargo, sus ganas de ser conocido por alguien crecían cada día más. Habían rumores sobre la «chica invencible» quien era «bella pero peligrosa». Esto le llamó muchísimo la atención y lo llevó a cuestionarse sobre la identidad de aquella de quien tanto hablaban. Estaba aburrido, pero podría tener algo de emoción en su vida. 

No se consideraba muy guapo, aunque sí lo era: Alto, cabellos negros como la noche y ojos oscuros que resultaban encantadores. Su piel era blanca. Era bueno con las palabras y jugaba con quienes osaban desafiarlo, aunque en lo profundo de su ser, quería tener más amigos o por lo menos, algún rival con el cual hacer más interesante su día a día.

Ambos se esforzaron cada día en ser mejores, en superarse. Él lo hacía con la intención de darle una pequeña lección a ella, y ella lo hacía por ambición y porque le gustaba aprender. Eran buenos y se habían ganado prestigiosos puestos, pero ella era todavía mucho mejor que él. Debía esforzarse más.

Su mejor amiga se destacaba aunque no era excelente, también tenía su encanto y muchos admiradores que querían obtener la oportunidad de hablar con ella.

Tenía cabellos oscuros, ojos grises y tez morena; era muy preciosa. Siempre lucía prendas que hacían juego con sus ropas o con cualquier cosa que llevara. Sus favoritos eran los collares. Ambas chicas amaban maquillarse por igual y, fuera de la escuela y las ambiciones de ella, eran como hermanas y se protegían una a la otra. 

Claro que ella tiene nombre, al igual que su mejor amiga y él. 

¿Qué cuáles eran? 

Ella se llamaba Charlotte. Su mejor amiga era Raquel. A él lo llamaban por el nombre de Christian. 

Charlotte y Raquel ignoraban la existencia de Christian; No sabían quién era, de qué era capaz o cuáles eran sus sueños y objetivos. Ni siquiera lo habían visto de cara. Sólo recordaban a un muchacho que se la pasaba las horas enteras de clase con la cabeza entre los brazos, en una posición que pareciese que estuviera en una siesta profunda, pero que en realidad, estaba haciendo anotaciones.

Ninguno pensó que el encuentro entre ellos sería tan pronto...

...Hasta que sucedió.



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