Capítulo tres: Íntimos.

19.5K 1.7K 742
                                    

—¿Papas fritas y carne asada o pizza y una Coca-Cola? —sostengo el teléfono inalámbrico con una mano por si Yoongi elegía la pizza. Vi la indecisión bailar por su rostro unos instantes pero luego me sonrió en un gesto pícaro.

—Papas fritas, carne asada y una buena Coca-Cola.

En eso, yo también sonrío estando de acuerdo.

—Buena elección —bajo el aparato y lo dejo reposar de nuevo en la mesa de madera castaña para hacer camino hacia la cocina con mi inquilino temporal siguiéndome los pasos.

—¿Tienes el refresco aquí o tenemos que salir a comprarlo? —me parece graciosa su expresión de pereza, dejándome ver un poco más de su ser y de su actitud.



—Nunca falta una Coca-Cola en ésta nevera —me jacto con orgullo, comenzando a sacar la sartén y el caldero para comenzar con mi platillo. Yéndome hacia el congelador escondido bajo el mesón de la cocina, sacó una bandeja con dos bistec y la coloco en la encimera bajo un trapo para acelerar el descongelamiento.

—¿Puedo ayudar en algo?

—Síí —canturreo aliviado—. En la nevera, en el último cajón de abajo hay una bolsa con papas. Saca tres de las grandes, las lavas y las pelas. Yo las corto cuando termines y... em... —mordí mi labio apenado, sintiendo mis mejillas ruborizarse— ¿podrías hacer tú la carne? No tengo un buen pulso a la hora de echar la sal.



—Tierno —me parece escuchar de sus labios junto a un bajo gruñido—. Yo lo haré, encárgate tú de las papas.


—Vale —me muevo rápidamente por la cocina y reviso la carne quitándole el trapo de encima; mis dedos la sintieron un poco más blanda—. Bueno, la carne está casi como una almohadilla, se puede hacer ya desde ése punto. Olvídate de las papas, yo lo hago todo —cojo las papas de la nevera y me dispongo a lavarlas bajo el chorro fuerte de agua, haciéndole cariño con mis yemas para humedecer la concha para que se pudiera retirar después con facilidad.


Pasamos un buen rato cocinando los dos, de vez en cuando sus manos accidentalmente tocaban las mías; las rozaba, las acariciaba. Me sentí alucinado con tan sólo ése pequeño contacto, su piel era suave, no tanto como la mía, pero lo suficiente como para hacerme soñar con sus tersas manos tocándome hasta el más recóndito recoveco de mi cuerpo que aclamaba inconscientemente por su atención. Entre el pasar de dos horas, devoramos toda la comida hasta quedar satisfecho y viendo la hora que era, decidí ir a encender la televisión para comenzar mi maratón de películas.


—¿Puedo unirme? —me pregunta con una sonrisa que por poco hace que me baje los pantalones y le exponga mi trasero.

—Por supuesto que puedes —hacerme todo lo que quieras, grr.


Se echa a un lado de mí, demasiado cerca, los perfiles de nuestras rodillas se tocaban. Las luces están apagadas y lo único que nos alumbra es la televisión.

—Quedé lleno, no creo que pueda comer en una buena temporada —digo mirando al Rey Arturo coger la espada de la piedra sin dificultad en la pantalla.

—Yo me quedé con ganas de comer postre.

—¿Postre?

Alzo una ceja en su dirección, confundido.

LOVERWOLF [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora