-¿En serio? ¿El baño de chicos?

-Me gusta hacerlo aquí.

-Y a mi no me interesa los sitios en los que te lo has montado con otras.

-¿Celosa?

-¿Yo? –Reí sentándome sobre los lavamanos. –Puedo tener al chico que quiera y cuando quiera.

-Pues ahora me tienes a mi, Lorraine.

-Bueno, eso lo veremos.
–Caminó rápidamente hasta mi para ponerse en medio de mis piernas haciéndolo rodear con éstas.

-¿Quiéres verlo ya? –Atacó directamente mi boca sin dejarme tiempo a reaccionar.

Nuestras lenguas se encontraron en una guerra hambrienta por ver quien llevaba el mando en esta batalla.

Podríamos pasarnos mucho más tiempo así, compitiendo por saber quién había sido el ganador

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Podríamos pasarnos mucho más tiempo así, compitiendo por saber quién había sido el ganador. Pero hoy el tiempo no estaba de nuestra parte.

-Lo siento. –Murmuró alguien en cuanto una puerta se abrió.
–¿Lory?

Mis ojos se abrieron como platos al ver a Dave mirándonos confundido.

-Vaya, hola... –Empujé a Arthur oyendo sus quejidos para bajarme del lavamanos. –No esperaba verte por aquí...

-Yo tampoco... Es el baño de chicos.

-¿Crees que no lo sabemos?
–Dijo Arthur de mal humor.
Ahora, si nos disculpas.

-No, y cállate. –Le sonreí a Dave inocentemente antes de mirarme en el espejo. –Tranquilo, Dave. Ya nos íbamos.

Arrastré a Arthur conmigo fuera del baño mientras que éste seguía resoplando.

-¿Pero que haces? Podríamos habernos quedado ahí. Sabes perfectamente que le hubiera obligado a olvidar eso.

-No, no quiero que uses los poderes con él.

-¿Por qué? No me digas ahora que te gusta...

-¿Qué? –Reí exageradamente para mirarlo. –No digas estupideces, Arthur.

La campana avisando de que el recreo acabó sonó y pronto varios estudiantes aparecieron en nuestro campo de visión.

-Esto no se acaba aquí.

-Lo que tú digas. –Lo dejé atrás para seguir con mi camino hasta mi siguiente clase. Más tarde tendría que hablar con Dave sobre esto.

•••

-¡Oh! –Sus ojos se abrieron como platos en cuanto cerró la taquilla. –¿Qué haces ahí?

-Quería hablar contigo.

-Oye, si es por lo de antes...

-Sí, es por eso. –Sonreí para comenzar a caminar a su lado en cuanto él lo hizo.

-Pues no tienes que decirme nada. Ahora entiendo porqué te comportabas así conmigo.

-¿Asi cómo?

-Seca y sería. Lo hacías porque tenías novio.

-Arthur no es mi novio. –Dije frunciendo el ceño.

-¿Cómo que no?

-Pues no. –Volví a decir más fuerte. –Que nos acostemos, no significa que seamos novios.

-Vaya, que directa. –Me encogí de hombros haciéndolo reír.
Bueno, Bad girl... ¿Algo más?

-¿Por qué rehuyes de mi?

-Yo no estoy rehuyendo, Lory.

-¿Seguro?

-Claro. –Caminó hacia un coche rojo seguido por mi.

-Vale, pues te invito a algo. Mmm... A comer.

-No creo que...

-Dave. –Dije amenazadoramente. Quizás un poco más de la cuenta...

-Está bien, tú ganas.

-¡Si! –Me subí rápidamente a su coche en cuanto le quitó el seguro.

-¿A dónde quieres ir?

-Me da igual. Solo es para comer.

-Pero pagarás tú.

-No importa. –Volví a decir para mirar por la ventana. –¿Te apetece hamburguesa?

-Sí, vale. –El resto del camino la pasamos en silencio sin abrir la boca siquiera para suspirar.

-¡Hola! ¿Ya sabéis que pedir?

-Hamburguesa con queso y coca cola.

-Otra.

-¡Perfecto! –La camarera volvió a sonreír para irse con nuestros pedidos.

-Vale, bien. ¿Podrías hablarme ya?

-¿Qué?

-Vamos, Dave. Estás enfadado conmigo por alguna razón.

-No, Lorraine.

-¿Y por qué no dijiste nada durante el camino?

-Tú tampoco dijiste nada. –Rodé los ojos mientras que cruzaba las piernas.

-Bien, cambiemos de tema mejor. –Dije una vez que nos habían traído el pedido. –¿Por qué aceptaste venir conmigo en vez de ir por ahí con tus amigos?

-Realmente no tengo muchos amigos...

-¿Ah, no?

-No, pero tú tampoco ¿verdad? –Me encogí de hombros.
Siempre te veo con esa chica rarilla... ¿Cómo se llamaba?

-¿Nina?

-¡Si, esa! Es rara... Tiene la piel muy pálida y el pelo muy anaranjado. Y ni hablar de sus ojos, porque sé que los vampiros no existen, porque sino...

-¿Y cómo estás tan seguro de que los vampiros no existen?
–Se encogió de hombros confundido. –No puedes decir algo de lo que no estás cien por cien seguro. –Reí quitándole un poco de hierro al asunto. –En fin... Y si ella es un vampiro, ¿entonces yo que soy? ¿Una bruja?

-Una bruja sexy... –Sus mejillas se sonrojaron mientras que yo reía.

-¿De verdad?

-Bueno... No te pareces en nada a una bruja. Esas cosas no tendrían el pelo tan bonito como el tuyo o tu belleza...
–Sonreí algo por el hecho de haberme "alagado", pero también me había llamado cosa.

-No te fíes de las apariencias, guapetón.

-¿Por qué hablas con tanta seguridad?

-Por nada. –Sonreí para darle un mordisco a mi hamburguesa.

Al final terminaríamos comiéndonos la comida fría.

FIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora