Saturday 29th: Sleepover

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La morena parpadea, algo tomada por sorpresa cuando escucha los temas mencionados por Chloe, pero lo borra de su memoria en favor de responder.

- Llámame loca – dice, encogiendo solo un hombro con una sonrisa torcida –, pero creo que he crecido perfectamente sin haber ido nunca a una.

La pelirroja vuelve a chasquear la lengua con una sacudida de cabeza reprobatoria y se levanta de la cama con paso decidido.

- Eso va a cambiar – asegura en un murmullo para sí misma mientras se encamina a la escalera.

- ¿Chloe? – escucha la voz de Beca llamar tras ella en una advertencia –. ¿A dónde vas? ¡Ni se te ocurra hacer nada!

Pero Chloe no hace caso. Para variar.

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Es un sábado por la noche cuando Beca llega a casa de una comida con su padre y Sheila, y se encuentra a todas las Bellas excepto una desfilando por la puerta de casa, arregladas como si fueran a salir de fiesta.

- ¿Os vais? – pregunta, extrañada, porque todavía no ha visto el día en que Chloe se niegue a ir a una fiesta, especialmente si van a ir todas las Bellas.

- Nos han echado de casa – refunfuña CR, claramente no de acuerdo con el plan.

- No digas eso – le regaña Jessica –. Nos han invitado amablemente a irnos – corrige, como si esa elección de palabras cambiara la situación en la que se encuentran.

- ¿Cómo? – confundida, y con el ceño fruncido, Beca se queda plantada a mitad de las escaleras frontales del porche y observa cómo las Bellas pasan a su lado al marcharse.

- Pregúntale a tu sabroso caramelito de pimentón – le dice Amy la Gorda al pasar junto a ella, una sonrisa torcida en los labios.

- ¿Qué? – todavía más confundida, la DJ se queda sola en el porche cuando las Bellas se alejan por el camino del que ella acaba de regresar.

- ¡Usad protección! – le grita Stacie, con un guiño pícaro, antes de girarse para mirar hacia dónde está andando.

Sin entender nada, Beca va masticando la poca información que le han proporcionado sus amigas mientras deja sus zapatos en la entrada, cuelga su abrigo del perchero y va a la cocina a por un vaso de agua fría. 

- ¿Chloe? – llama al subir las escaleras –. ¿Tienes idea de por qué las chicas estaban hoy más raras que de costumbre? Algo sobre caramelos de pimen…

Se corta bruscamente cuando frena en el umbral de la habitación de su mejor amiga y la encuentra en pijama, sentada en su cama con las piernas cruzadas y claramente esperado a Beca, porque deja escapar una exclamación excitada y se levanta de un brinco con una palmada.

- ¡Becs! ¡Por fin llegaste!

- ¿Por qué parece que un unicornio ha vomitado en tu habitación? – pregunta lentamente, paralizada donde está y sin reaccionar a la emoción de la pelirroja, que bota frente a ella y se gira para analizar su cuarto con una sonrisa orgullosa.

- ¿A que mola?

No – espeta la DJ, horrorizada –. Creo que me está quemando las retinas, dime por favor que esto no es permanente – parpadea exageradamente y se escuda los ojos con una mano como si le estuviera dando el sol directamente en ellos.

Y es que no sabe qué espíritu del color ha poseído a su mejor amiga, pero ha cubierto cada superficie disponible de su habitación con paños de colorines diferentes, en tonos muy chillones. Hay varios boles con comida de picoteo esparcidos por el suelo: doritos, pelotazos, palomitas, Chips-Ahoy mini y Oreos; y en una esquina hay montado lo que parece una tienda de campaña hecha únicamente a base de mantas y almohadas.

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