II.

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Resumen: adaptación al español del más que típico Persona A aparece sin aliento y con el pelo alborotado, y se excusa diciendo "I was doing things", a lo que aparece la Persona B con el mismo aspecto o similar y dice "I'm things".

Rating: T

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Beca Mitchell no está acostumbrada a cohabitar con otras personas.

Es hija única de padres divorciados, de modo que su infancia en general fue bastante solitaria. Su madre trabajaba como loca para poder pagar la hipoteca, su colegio, y todos esos gastos de los que una no se hace consciente hasta que tiene que empezar a pagarlos por su cuenta; así que Beca pasaba la gran parte del día sola. Su padre salió un día por la puerta de casa y jamás volvió, y ya antes de eso solía irse de madrugada y volver bien entrada la noche – Beca siempre pensó que era para no tener que encontrarse con ellas, pero ahora intenta desterrar esa idea de su mente porque está tratando de reestablecer su relación con él.

No tenía primos cercanos, y los lejanos eran, pues eso, lejanos; se veían en Navidades, alguna ocasión especial y poco más. Aunque a Beca nunca le importó mucho tener tan mala relación con la familia. Se había malacostumbrado a la soledad. A hacerse todo ella. A depender solo de sí misma. Al silencio.

Cohabitar con Kimmy Jin, dentro de lo que cabía, no era tan malo. Quitando las miradas asesinas y resoplidos frustrados, era una buena compañera. La coreana pasaba olímpicamente de ella, y a su vez, la DJ le devolvía el favor siendo respetuosa y estando la mayoría del tiempo con los cascos puestos y el ordenador en el regazo. Si traían a alguien a su habitación compartida, procuraban que coincidiera con las horas en las que sabían que la otra no iba a estar, no tanto para no molestar, como para no ser molestadas. Ninguna de las dos salía hasta tarde, ninguna de las dos traía chicos a la habitación – y si lo hacían, ni Kimmy Jin ni Beca se enteraron de los líos de la otra, quitando ese pequeño incidente en primer año cuando Jesse trató de besarla. No eran amigas, pero tenían una buena relación.

Y entonces llegaron las Bellas. Y con las Bellas, llegaron las visitas sorpresa de Chloe, las autoinvitaciones de Amy la Gorda cuando quería huir de su compañera de habitación, los "estaba en la fiesta de al lado y me dije, oye, por qué no me paso a ver a mi gran amiga Beca" de una Stacie muy borracha, el aporreamiento de puerta de Aubrey esas veces en que a la DJ le fallaba el despertador y llegaba tarde a los ensayos.

Ese fue el primer aviso para Beca, quien, desafortunadamente, no lo tomó como un aviso. Lidiaba con la situación, se volvía a la cama sin hacer caso a los gruñidos de Kimmy Jin, y a la mañana ya se había olvidado de todo.

Pero cuando se vio cohabitando con nueve chicas a las que no les importaba un comino la necesidad de la morena de mantener su soledad y silencio, se dio cuenta de que, quizá, debería haberse ido preparando para lo que estaba por venírsele encima.

Aguantó un mes. Luego se hartó, se puso el sombrero de "mamá Mitchell" y empezó a establecer reglas básicas de convivencia para que la casa no pareciera un gallinero: no entrar en las habitaciones sin llamar, porque nunca se sabe qué estás interrumpiendo; no tener sexo en las áreas comunes, es altamente antihigiénico; no tocar las cosas de las demás sin su permiso, y si coges algo prestado, lo devuelves a su sitio una vez hayas terminado de usarlo; etc.

Y justo cuando la DJ empezaba a acostumbrarse y a pensar que no era tan malo como parecía en un principio, ocurrió Chloe.

Es decir, ambas mejores amigas decidieron de dejar de hacer el tonto y, de paso, dejar de ser solo amigas. En secreto, empezaron a salir juntas. El problema era cómo mantener su relación oculta cuando vivían rodeadas de ocho perros sabuesos con una nariz excelente a la hora de detectar si habías tenido sexo en las últimas 8 horas y un oído que escuchaba cualquier gemido en un radio de 10 kilómetros.

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