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Aleksei

Miro a Anya, ella está en la terraza con la mirada fija al bosque detrás de nosotros. Quiero decirle que entre, que va a jodidamente congelarse y resfriarse si sigue ahí, pero le doy su espacio, ella lo necesita; no está acostumbrada a la violencia, mucho menos a tener que ver a alguien morir a sangre fría.

Niego antes de dejarme caer en la silla.

La violencia y asesinato a sangre fría forman parte de mi vida diaria.

Y mi mujer está putamente traumatizada por esas dos cosas.

Podría Anya realmente encajar en este mundo? Se adaptaría alguna vez?

Y sobre todo, dejando de lado la mierda de adaptarse; ambos íbamos a dejar de ser Alek y Anya, dentro de unos meses seriamos mamá y papá.

Estaba seguro de que éramos polos opuestos en lo que se trataba de ideas de crianza. En lo que estaba bien o mal.

Teníamos que sentarnos a hablar de estas cosas, esa conversación probablemente duraría horas pero necesitaba hacerse.

Y justamente ahora, no tenía un carajo que hacer y mi reunión con el contacto era esta noche. Teníamos tiempo.

Mucho jodido tiempo.

Una vez estaba decidido a salir y aclarar las cosas; mi teléfono vibró con una llamada entrante de Anton.

No dude en contestar.

-Dime que ya tienes un nombre- fueron mis primeras palabras.

-Ya casi, mi contacto con los alemanes me lo confirmará en unas horas. Aún no hay rastro de Havel; pero ya nos devolvió una parte del dinero; pero no es todo.

-Tienes información de los hombres que irrumpieron?

-Aún no- dice, conozco ese tono de precaución en su voz. Como si se prepara para una tormenta.

Mejor dicho, preparándose para mí.

-Me estás diciendo que no tienes información sobre los hombres que irrumpieron en mi casa armados con la intención de matarnos a mi y a mi mujer?

-Si escuchaste la parte donde dije "aún", hijo de puta?

-Acabo de jodidamente escucharte e irme de mi ciudad y casa por tu concejo. Siento que huí como un niño pequeño asustado que huye de su padre.

-Tu nunca huiste de tu padre, idiota; azotaba la mierda fuera de ti pero no huiste, ni una vez.

-A diferencia de ti, marica; huías de tu padre y ahora de tu mujer- lo provoco, viendo si logro enojarlo.

-Sabes bien que nuestros padres golpeaba la mierda fuera de ambos por igual, marica- dice, pero no hay enojo en su voz.

Nunca lo hay.

-Que hago?

-Sobre que?

-Anya. Está jodidamente mortificada, no sé hacer; tiene la expresión en blanco y está pálida. Como si hubiera visto un fantasma.

-Lo de mortificada es normal, y en cuanto a lo otro, creo que solo es el embarazo. Puedes hablar con ella, pero no creo que ella sea muy comunicativa ahora.

-Tengo que decirle que va a venir conmigo a ver a Stone.

-Va a querer ir?

-Tiene que querer. No la puedo dejar sola. No es seguro en absoluto.

Miro hacia la terraza para descubrir a Anya inclinada en el borde de la terraza tambaleándose.

Dejo caer el teléfono y corro hacia ella y gracias a Dios que la puerta de vidrio ya estaba abierta porque de otra manera me abría estrellado con la maldita cosa.

Llego justo antes para impedir que Anya caiga de narices al primer piso.

Como me soy cuenta de que sus piernas se tambalean y no puede mantenerse en pie por sí misma la cargo a pesar de sus protestas y aprieto su cuerpo considerablemente frío contra mi e ignoro la obvia respuesta de mi cuerpo ante el suyo, joder; como si no fuera lo suficientemente obvio que aún recuerdo su cuerpo. Muy bien; ese bebé no llego a su cuerpo por arte de magia.

-Casi te matas- la regaño antes de llegar a la única habitación con cama de la casa.

Pateo la puerta para pasar a través de ella mientras escucho los pequeños gimoteos de Anya quien murmura algo que no entiendo, no la escucho entre el ajetreo de mover la ropa de cama para tratar de recostarla.

-Alek; necesito que me..- de detiene a media oración con ambas manos en su boca.

-Vas a vomitar?- pregunto y ella obviamente asiente así que nos nuevo hacia el baño de la habitación.

Apenas está en el suelo ella se inclina y comienza a vomitar y como puedo tomo su cabello y lo sujeto como puedo porque su cuerpo esta temblando y entre arcadas jadea en busca de aire.

Minutos después, cuando termina de vomitar la ayudo a ponerse de pie y una vez seguro de que no va a caer miro como comienza a cepillar sus dientes.

-Que? Nunca has visto a una persona vomitar?- pregunta con brusquedad las comisuras de mis labios se elevan un poco porque al hablar un poco de la pasta dental se sale de su boca y cae en su playera.

Miro como termina de lavar sus dientes y inevitablemente mi mirada se pasea por sus pálidas, largas y delgadas piernas.

Inspiró hondo porque aún recuerdo cómo esas piernas se abrieron para mí hace semanas y bese casa maldito centímetro de la cara interna de su muslo y después mordisqueé el hueso de su cadera antes de seguir bajando.

Joder no hay ningún hijo de puta en el mundo que se merezca ver eso. Yo no lo merezco, pero Hades sabe que no me importa.

Mi mente va hacia el cabron de su ex-marido; el tampoco la merecía en absoluto. Una enferma sensación de orgullo y superioridad recordando cómo comenzó a llorar como una perra cuando comencé a quitarle las uñas.

Vuelvo a mirar al espejo y veo a Anya; su rostro. Su malditamente hermoso rostro. Hay hombres que rogarían y morirían para mantenerlo a salvo.

Y después ese hijo de puta va y lo deja lleno de moretones, rompe sus costillas y después le da una contusión.

Debí haberlo matado. Y lo voy a hacer.

Pronto.

Con Un Mafioso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora