s e i s

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visitas inesperadas

Sinceramente, sería una vil mentira si Jongin dijera que no pasó dos días tirado en su cama, tratando de aguantar las ganas de llorar pero fracasando miserablemente en el intento. Dos días en los que rutinariamente iba a clases, cumplía sus horas de servicio de becas en la biblioteca y sin siquiera decirle una palabra del asunto a su amiga, regresaba a su habitación y meditaba horas enteras acerca de lo ridículo que podía llegar a ser estar enamorado de alguien que sólo lo veía como un objeto que podía satisfacerle, una persona que incluso tenía a otras para acallar sus ganas en el momento en que quisiera.

Jongin realmente sería idiota al creer que estos meses siendo el amortiguador de los besos de Kyungsoo, de sus fuertes marcas, de ser el escucha de sus gemidos le dieron alguna clase de propiedad; él era sólo uno más en la lista perfecta de amantes de ese pequeño chico al que todo mundo miraba como ángel. Pero aún así, aún sabiendo cómo se pintaba el panorama, Jongin no podía dejar de querer a Kyungsoo con la fuerza con la que lo hacía, no podía desechar sus sentimientos aunque Kyungsoo hiciera de ellos una fiesta cruel.

No podía dejar de quererlo como lo hacía, y como idiota, seguía aferrado al Kyungsoo que creyó conocer, al que admiraba, la contra parte de la persona que se entregó a él aquella tarde de invierno, bajo torrentes de agua y extrema confusión.

Soojung le había estado escribiendo, de alguna forma y aunque Jongin no le dijo nada de lo que había sucedido en el baño, ella por su expresión desolada pudo averiguar que se trataba de Kyungsoo, siempre se trataba de él, «siempre ese chico arruinando tus momentos más tranquilos». Soojung tenía razón, pero Jongin plenamente no podía evitarlo, las decepciones lo debilitaban, pero no lo rompían del todo, Kyungsoo al despertar se encargaba de regresar y borrar las manchas de su error con besos y jadeos y Jongin volvía a caer en ese círculo vicioso, dañino y al mismo tiempo placentero.

Las imágenes del baño azotaron a Jongin los siguientes dos días, cada vez que cerraba los ojos aparecía el brillo blancuzco en los labios de Wu Yifan, aparecía Kyungsoo con las mejillas rojizas y el pantalón abajo; inútilmente había pensando que él era el único que hacía sentir de esa forma a Kyungsoo, que sus besos imprimían algo especial, que sus caricias y la forma tan protectora en la que lo cobijaba era suficiente para retener a Kyungsoo, para demostrarle que podían ser algo más aunque el resto del mundo no lo supiera.

Jongin de verdad quería mostrarle a Kyungsoo todos sus sentimientos, hacerle entender que la vida era más que esa pantalla que a fuerzas quería enseñarle a los demás, que a pesar de su poco agraciado físico, su porte nerd, y todos esos diminutivos por los que era llamado, podía llegar a quererlo más que a sí mismo, ponerlo en primer lugar, amarlo sin condiciones, ser su centro y su foco. Jongin nunca había querido con tal intensidad, y a veces le daba pesar que Kyungsoo fuera la persona elegida.

Porque esa persona realmente, no lo amaba de la misma manera.

Envuelto en sus sábanas, a eso de las seis de la tarde, Jongin escuchó el suave golpeteo de su puerta, estaba muy desorientado y desanimado, no quería abrir, pero los golpecitos fueron yendo más consecuentes por lo que se vio en la necesidad de levantarse con todo y sábanas, arrastrarse hasta su puerta y decirle a quien fuese que estuviera parado del otro lado que él no tenía deseos de ver a nadie.

Pero entonces la amena y tenue sonrisa de Oh Sehun, presionando tres libros contra su pecho le dio la bienvenida.

—Hola, Jongin...

A Jongin le tomó al menos unos veinticuatro segundos captar que una persona que no era Soojung (ni Kyungsoo), había ido a verlo a su residencia, si todos los que pasaban por allí parecían evitar la puerta como si fuera la peste. Era por esa razón que Kyungsoo iba a media noche y envuelto en tanta ropa como fuese posible. A nadie le gustaba juntarse con el raro de la facultad.

—Hola —saludó, Jongin extendió una sonrisa para Sehun de la misma forma en la que lo hacía él, se le hacía muy natural y bonita, sobre todo porque sabía que el chico no solía hacerlo con frecuencia.

—Lamento molestarte a esta hora pero... Es que te desapareciste dos días, apenas y te vi en el salón, y...

—¡Tus clases! —gritó Jongin, repentinamente—. Es cierto, Sehun, había olvidado por completo que te estaba ayudando, por favor, perdóname.

Sehun afianzó más su sonrisa, e hizo que sus ojos se volvieran medias lunas cosa que le hizo verse aún más lindo. Jongin lo invitó a pasar y seguidamente le pidió perdón por el reguero, tampoco le iba a decir que estaba todo desordenado porque prácticamente se había echado a morir por una decepción amorosa, simplemente le explicó que estaba muy cansado para limpiar.

El escritorio de Jongin al menos permanecía limpio por lo que dejó que Sehun se sentara y abriera sus libros y libretas, sabía que sería una lección dura puesto que a Sehun las redacciones libres se le daban pésimo a pesar de tener buenas ideas en su cabeza.

—Lo bueno de la redacción libre es que puedes comenzar como gustes, nadie puede cuestionar tu estilo porque es lo que te define como escritor —explicó Jongin, Sehun asintió.

—Como te había dicho, tengo muchas ideas. He seguido tu consejo de anotar todos los cachos de ideas a pesar de que vienen en desorden, y creo que luego de leerlas varias veces pude ordenar al menos dos párrafos.

Jongin palmeó la espalda de Sehun y éste se dispuso a escribir porque hay momentos en que todo llega de golpe, y no puede ser contenido.

Pasaron al menos tres horas, había sido duro pero Sehun ya tenía una cuartilla lo que significaba que bien podía seguir adelante aún si Jongin no estaba allí para ayudarlo. Sehun era una persona muy inteligente, en clase sus aportes era destacables, y siempre se podía tener un buen debate, sin embargo, escribir era cosa de reto para él.

A las nueve de la noche, cuando Sehun estaba acomodando sus cosas para retirarse, la puerta de Jongin sonó, y éste con energía renovada gracias a la compañía y chistes de Sehun, se dispuso a abrir.

Realmente nunca pensó encontrarse a Kyungsoo, sin capuchas y cuando aún no era tan tarde parado en su puerta.

—Tú y yo necesitamos hablar —demandó.

Pero entonces Sehun se acercó a la puerta, apareciendo detrás de Jongin con la misma sonrisa que había estado mostrando todo el rato desde que llegó.

—¿Kyungsoo? —preguntó bastante asombrado, lo mismo iba para Kyungsoo, su cara estaba dividida entre un miedo irracional y el enojo desmedido—. ¿Qué haces en la habitación de Jongin?

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Aquí en mi rancho se dice que se armó la tramoya, que viene la culebra 😂

//vayan a leer la anatomía de un beso, ah qué precioso kaisoo//

Saludos, nos estamos leyendo 💕

They Never Know → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora