d i e c i n u e v e

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fuera de control

Nadie sobre la faz de esta tierra tenía tanta resistencia al alcohol como Do Kyungsoo, pero eso no tenía por qué saberlo Kim Jongin. No ahora, al menos.

Kyungsoo sí se había tomado unas cuantas botellas de soju, sólo tres y de vasos a medio llenar, quizá otra persona a esas alturas sí estuviese absurdamente borracha, pero no él. Kyungsoo podía beber hasta el cansancio y marearse apenas, pero aún así no amanecería con resaca. Pero como manifestó anteriormente, era un hecho que Jongin no tenía por qué saber tan hecho. Llámenlo manipulador de primera, aprovechado y hasta egoísta, pero Kyungsoo no podía siguiera dejar que otro día pasara sin ver a Jongin, sin tenerlo entre sus brazos, sin mirarle a los ojos y darse cuenta que aún había algo de amor entre tantas promesas de olvidarlo salidas de su boca.

Cuando Jongin decidió salir de su habitación para auxiliarlo, sólo porque estaba preocupado de que alguien pudiese encontrarlo en ese estado, su corazón salto de alegría en su pecho. Inmediatamente, sus brazos rodearon su cuerpo, calientes y suaves, conduciéndolo así por el camino de vuelta a su habitación.

Kyungsoo no se perdió los nuevos detalles en Jongin, y por dentro se sulfuró un poco mucho demasiado; Jongin ahora tenía el pelo más corto, ya no le tapaba la mitad de la cara, además del nuevo color. Tenía un rubio que casi le dejó ciego; se veía atractivo, aunque lucía como la contraposición del Jongin humilde y tierno que él había tomado como amante en una noche lluviosa y tormentosa.

—Tu pelo es rubio, wi~ —dijo, sabía que estaba actuando como un tonto, pero quería hacer su actuación de borracho convincente.

—Sí, me lo teñí hoy.

—¡Te ves haaaat! —gritó, e inmediatamente Jongin le puso las manos en la boca para que hiciera silencio—. ¿Por qué intentas callarme cuando digo la verdad? ¡Tengo libertad de expresión! ¡Y mi libertad me hace decirte que te ves hot y sexy!

—Por favor haz silencio si no quieres que nos descubran —susurró en tono serio —. No querrás que te encuentren en los brazos de un nerd y que tu perfecto currículum en esta universidad se manche, ¿no?

Eso había sonado como una afrenta. De hecho lo era. Una vez que el nuevo rubio musitó esas palabras, prosiguió a arrastrar el cuerpo ebrio de Kyungsoo sin miramientos, atravesando todo un campus en medio de la noche para llegar a su habitación. Kyungsoo no dijo nada más al menos por ese lapso de tiempo, no sabía qué decir, a Jongin se le notaba la hostilidad en sus palabras, en su caminar, incluso en los escasos momentos en que llegó a coincidir con su mirada. Y se sintió mal. Todo este plan del borracho era para tener a Jongin un poquito más cerca, porque tenía esas extrañas ansias picándole en la piel. Ansia de Jongin. Pero el rubio estaba siendo demasiado hostil.

No lo culpaba, que quede claro.

—¿Sabes que estoy imaginando en este momento? —preguntó Kyungsoo, con su fingido tono ebrio, Jongin no dijo nada pero él se tomó ese silencio como un «continúa»—. Me imagino tomando entre mis manos un puñado de tu pelo rubio mientras me haces una mamada.

Se echó a reír quedito por el rubor y la exasperación que abrazó a Jongin inmediatamente y que pudo notar incluso bajo la luz de las tenues farolas de los caminos y el cielo azul marino. El chico siguió caminando y no dijo nada, pero Kyungsoo no se rindió con su cháchara sucia.

—También nos imaginé contra la pared, desnudos y sudados. El sonido de tus gemidos y tu respiración mientras te hundes en mí es como un himno nacional. Digno de ser escuchado en todos lados.

They Never Know → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora