Wednesday 26 th: Blurred Lines

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Especialmente porque parece que el hecho de que su amistad comenzara con ellas desnudas en una ducha, causó que algunos de los límites de Beca no funcionen en Chloe. Lo intentan, pero la pelirroja sigue empujando y empujando hasta que se rinden y simplemente aceptan que, aunque no les guste, las cosas van a ser así a partir de ahora. Por ejemplo, esa burbuja de espacio personal que Beca tanto menciona cuando alguien está demasiado cerca de ella. Chloe chocó con ella tantas veces, forzó su presencia, se abrió paso hasta dentro de ella; y eventualmente, la burbuja se expandió hasta incluirla, cansada de tener que estar repeliéndola constantemente.

(- ¿Siempre eres así? – pregunta Beca con el ceño fruncido. A pesar de lo brusco de su pregunta, suena curiosa, de esa forma que señala que se ha resignado a aceptar algo, sea cual sea la respuesta que reciba.

- ¿Así cómo? – inquiere Chloe, confundida.

- ¿Siempre estás tan... tan encima de la gente? – aclara la morena, agitando una mano en el aire en un gesto vago.

- Oh – observa su posición tumbada en la cama de Beca con la espalda contra el cabecero y sus piernas cómodamente colocadas en el regazo de la DJ –. Sí – contesta finalmente con un encogimiento de hombros despreocupado.

- ¿Sabes que existe una cosa llamado espacio personal que algunas personas, yo incluida, tenemos y que queremos que lo respeten?

- ¿Y dónde está la gracia en eso? – rebate en un claro reto, esbozando una sonrisa torcida y arqueando las cejas.

- ¿En que es más cómodo para todos quizá? – devuelve Beca imitando su expresión.

- Ya, claro – bufa Chloe, sin poder evitar reírse –. Bec, ambas sabemos que, si realmente no estuvieras cómoda, habrías empujado mis piernas al segundo de que las hubiera puesto – clava suavemente el dedo pulgar de su pie izquierdo en el muslo de la morena para remarcar sus palabras.

- Pero no estaría mal preguntar antes – murmulla Beca, consciente de que ha sido derrotada.

- Mejor pedir perdón que permiso – sentencia Chloe con un guiño, a lo que la morena pone los ojos en blanco y se recuesta contra las almohadas, sus manos sobre las piernas de Chloe que todavía no ha hecho esfuerzo alguno por mover de su regazo.)

Así, Chloe va, poco a poco, rompiendo todos y cada uno de los límites de Beca. A veces lo hace sin querer. A veces simplemente tropieza con algo que le hace tambalearse y se da cuenta de que lo que le ha puesto la zancadilla es un nuevo límite del que no sabía nada al respecto. Entonces, tantea el terreno para averiguar el grado de sensibilidad de ese límite, y más pronto o más tarde, lo traspasa.

Y, a veces, es la propia Beca la que pisa sus límites y ayuda que Chloe pase por encima de ellos sin tropezar. Esos son los favoritos de la pelirroja – por razones obvias.

(- ¡Pero, Bec...! ¡Son tus cascos!

- ¿Y?

- Que no dejas que nadie excepto tú los toque – dice Chloe, ojos muy abiertos por la impresión.

- Eso es una exageración.

- ¿En serio? El otro día casi le arrancas la mano a Amy la Gorda solo por hacer el amago de ir a cogerlos.

- Porque es Amy la Gorda y rompe todo lo que toca. Tú, en cambio, eres de fiar – justifica la morena, agitando los cascos para que Chloe los coja.

- ¿Estás segura? Puedo simplemente conectar los míos a tu ordenador y...

- ¿Quieres coger los malditos cascos, Beale? – insiste Beca, casi en un gruñido, volviendo a agitar los mencionados cascos en el aire entre ambas.

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