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—Vaya, Draco, por fin tienes los pantalones de mostrar con quién está tu lealtad —Le dijo Bellatrix con la mano aún suspendida sobre la marca, a punto de tocarla —Debo admitir que fuiste muy inteligente, todos sospechábamos de ti pero nadie podía comprobar nada, ni el mismísimo Lord, estoy bastante orgullosa de ti.

—Te he dicho que bajes la mano —Le dijo con fría voz. Ella soltó una carcajada.

—No seas tonto, Draco, tienes más de perder que ganar, tu familia está aquí, nosotros te protegemos, si decides jugar al chico bueno vas a perderlo todo ¿No te da pena ir en contra de la voluntad de tu familia?

Pero aquella distracción no fue suficiente, Malfoy se había percatado de que su tía solo buscaba tocar la marca discretamente.

—¡Imperio! —Dijo lanzándole la maldición.

Bellatrix la esquivó con facilidad e inmediatamente le apuntó con la varita.

—¡Crucio!

El dolor ya conocido de aquel hechizo se hizo presente por todo su cuerpo, le quemaba la piel, le rompía los huesos y el alma, le resquebrajaba los nervios y le pinchaba hasta el cabello.

Sabía que estaba gritando, nunca podía evitar hacerlo, por mucho que se mordiera la lengua siempre terminaba cediendo ante el humillante dolor de recibir la maldición de la tortura y Bellatrix Lestrange era especialmente buena para hacerla, no por nada había dejado a los Longbottom trastornados de por vida.

—¡¡Nooooooo!!

Cuando Haary irrumpió en el salón, Bellatrix se dio la vuelta sobresaltada y lo apuntó con la varita.

—¡Expelliarmus! —gritó el chico apuntándola a su vez con la varita de Colagusano, y la de la bruja saltó por los aires.

Ron que había entrado detrás de Harry, la atrapó al vuelo. Lucius, Narcisa y Greyback también se volvieron. Harry gritó «¡Desmaius!» y Lucius Malfoy cayó al fuego de la chimenea. De las varitas de Narcisa y Greyback salieron chorros de luz, pero Harry se lanzó al suelo y rodó detrás de un sofá para esquivarlos.

Draco apenas escuchaba nada, se sentía débil y aturdido.

—¡¡Deténganse o la mato!!

Jadeando, Draco levantó la cabeza. Delante de él Bellatrix tenía agarrada a Granger, que parecía inconsciente, y amenazaba con clavarle el puñal en el cuello.

—Suelten las varitas —espetó la bruja—. ¡Suéltenlas, o comprobaremos lo sucia que tiene la sangre esta desgraciada!

Ron permaneció inmóvil aferrando la varita de Bellatrix, pero Harry se incorporó, sin soltar la varita de Colagusano. —¡He dicho que las suelten! —chilló ella, e hincó la punta del puñal en el cuello de Hermione, del que salieron unas gotas de sangre.

—¡Está bien, de acuerdo! —gritó Harry, y dejó caer la varita junto a sus pies. Ron hizo otro tanto y ambos levantaron las manos.

Draco aún permanecía en el suelo, observando todo cual pasaba, aferraba su varita entre sus manos pero le era imposible moverse y su tía parecía saberlo, pues no intentó ni desarmarlo.

—¡Muy bien! —dijo Bellatrix mirándolos con ensañamiento—. ¡Recógelas, Narcissa! ¡El Señor Tenebroso está a punto de llegar, Harry Potter! ¡Se acerca tu hora! —Luego miró a Draco —¡Y tú, bastardo traidor, regresaremos el honor a tu familia derramando tu sangre!

Draco miró a Harry, este parecía realmente serio y preocupado, al igual que él, no encontraba una forma de escapar, Bellatrix ya había tocado la marca y Voldemort debía estar en camino.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorWhere stories live. Discover now