Draco se quedó en silencio, entendía a la perfección ese sentimiento, el sentimiento de querer proteger a la persona que más amas en el mundo, el no querer abandonarla, el ser su apoyo y su respaldo, Draco lo entendía a la perfección, después de todo, había hecho muchas cosas para proteger a su madre y a Harry, para proteger a sus amigos.

—Escucha, Draco, el final está cerca y el lord sospecha demasiado de ti como para encargarte una misión de verdad, te tiene aquí solo para asegurarse de que no harás nada que le perjudique, pero estoy segura de que si te vas con Potter serás de mayor ayuda. Podrás ayudar a terminar con esto y cuando todo termine nos reuniremos. —Lo tomó entre sus brazos y le dio un cálido beso en la frente.

—¡Narcissa! —Dijo la imponente voz de Lucius desde la planta de abajo, apurándolos.

—¿Cuál es el plan? —Preguntó Draco cuando su mamá comenzó a guardar todas las pertenencias de su hijo en una maleta.

—No hay plan, cuando sea el momento los ayudaré a salir de aquí.

—No resultes muy obvia, déjame a mí como el traidor. —Ella asintió y Draco se dirigió al recibidor con las piernas temblando.

Había soñado con esa oportunidad cada noche desde que había llegado a Malfoy Manor y aunque siempre era de manera diferente, en esencia sus sueños le mostraban una escena donde Harry iba por él y lo sacaba de ahí, a veces estaban solos, a veces la orden entera entraba en acción y a veces Draco simplemente lograba escapar completamente solo, aprovechando algún descuido del Lord.

Draco sabía que escapar sería sumamente difícil, habían encantamientos antiaparición en todos los terrenos de la mansión y todas las puertas principales tenían un encantamiento que convertirían en cenizas al rubio nada más intentar abrirlas.

No sabía exactamente que planeaba su madre o si la mujer solamente esperaba algún milagro de parte de Potter que tenía fama de tener Felix Felicis en vez de sangre corriendo por sus venas por la cantidad de suerte con la que contaba el chico dorado.

Terminó de bajar las escaleras, se sentía débil y mucho temía no poder ser de utilidad a Potter pero se concentró en lo que era importante y tratando de lucir tranquilo llegó hasta donde Lucius y Fenrir se encontraban.

—¿Qué es lo que sucede? —Preguntó Draco con voz cansada, arrastrando las palabras.

El rubio se detuvo al pie de la escalera, ahí, junto a la chimenea, estaban Weasley, Granger, Dean, un duende y Potter, los cinco estaban amarrados y sometidos, se veían sucios, cansados y bastante asustados, aunque el que menos lo disimulaba era Ronald.

Había reconocido a Harry casi al instante, no importaba que alguien le hubiera lanzado un encantamiento para deformar su rostro, tenía la cara enorme, brillante y rosada, el pelo negro le llegaba por los hombros, y una barba rala le cubría el mentón, pero sin duda aquel era Harry Potter, Malfoy no tenía ninguna duda.

—Dicen que han capturado a Potter —explicó Lucius con emoción—. Ven aquí, Draco.

Greyback obligó a los prisioneros a darse la vuelta para colocar a Harry justo debajo de la araña de luces mientras Draco se acercaba a paso lento por el dolor en su cuerpo.

—¿Y bien? ¿Qué me dices, precioso? —preguntó el hombre lobo con lascivia, tal vez dándose cuenta del dolor del rubio, aquel que él había causado horas atrás.

Draco lo miró con detenimiento, sus ojos grises, fríos y apagados parecían hacer una inspección minuciosa, tratando de ganar tiempo hasta que el milagro se diera, hasta que el efecto Potter se hiciera presente.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorWhere stories live. Discover now