Lo había pensado bastante, sacaría a Narcissa de Malfoy Manor, la ocultaría en algún lado y fingiría no saber absolutamente nada, incluso le pediría a Snape agregar recuerdos falsos a su mente o que le lanzara un obliviate si era necesario, se mantendría junto a Voldemort hasta que la batalla final llegara y entonces, haría todo lo que estuviese en sus manos para darle la ventaja a los buenos, cualquier cosa para joder al monstruo de Voldemort.

Sin embargo, era de vital importancia hacerles creer a Crabbe y Goyle que el armario seguía inservible, así ellos no se atreverían a usarlo o a mencionárselo al lord, después de todo, un plan que estaba incompleto no tenía valor alguno para Voldemort y mencionarle un armario evanescente que no servía era una pérdida de tiempo.

Las cosas mejoraron ligeramente, Draco comía un poco más, las náuseas solo se producían con la llegada de un nuevo paquete del lord, los cuales comenzaban a incluir animales muertos enteros o por partes y aunque seguía sin dormir lo necesario, al menos era capaz de conciliar el sueño por un par de horas.

Pese a todo, Malfoy siguió visitando a Myrtle que muy orgullosa le hizo ver que las cosas mejorarían un poco de ahí en adelante que solo debía seguir esforzándose lo suficiente y volverse más fuerte. Draco por primera vez sonrió, Myrtle podía tener razón, tal vez el armario era una señal de que las cosas podían mejorar, que había esperanza, que después de todo, tal vez, tenía una oportunidad para seguir viviendo.

—Yo sabía que eras muy perseverante e inteligente, no dudé ni un solo segundo que lo conseguirías —Le dijo la fantasma cuando, una vez más le contó como había logrado reparar el armario.

—Pero recuerda que no puedes contárselo a nadie —Le dijo con voz seria. —Ni por accidente.

—No puedo creer que creas que puedo hacerlo —Le recriminó, a punto de echarse a llorar, como siempre.

—Escucha, me tomó todo el año arreglarlo, y es peligroso que alguien se entere.

—Lo sé, rubio tonto, no me trates como si no lo entendiera —Y dio media vuelta para desaparecer por uno de los excusados.

Draco que ya estaba acostumbrado a ese tipo de reacciones se puso de pie y caminó hasta la puerta que chocó contra alguien en cuanto la empujó para salir.

Y entonces todo su mundo se vino abajo, Vincent Crabbe estaba del otro lado, mirándolo con la seriedad de siempre.

—Te buscaba, me he encontrado a Snape y dice que tienes que ir a cumplir con tu castigo por no haber entregado tarea la última semana, de ninguna materia.

—Justamente iba para allá —Respondió el rubio manteniéndole la mirada y disimulando muy bien su nerviosismo. ¿A caso Vincent había escuchado lo del armario?

Draco lo evaluó con la mirada, Crabbe no parecía más que aburrido, ni sorprendido, ni enojado, simplemente indiferente. Aquello representó un alivio inmediato, no podía creer que hubiera estado a punto de revelar su arma secreta, aquella que había mantenido lejos de las garras de los que alguna vez fueron sus amigos.

Caminaron en silencio hasta las mazmorras donde se separaron, Vincent al parecer se dirigía a la sala común y Draco tomó el camino más corto a la sala de pociones, donde ayudaría a Slughorn a organizar el almacén para cumplir con su castigo.

Solo para asegurarse de que Vincent Y Gregory no sabían nada del armario decidió fingir un par de días más que aún lo estaba reparando con ellos esperándolo muy cerca de la sala, pero no lo suficiente como para llamar la atención.

Se entretuvo dándole una mirada a la sala de los menesteres, a pesar de haber pasado prácticamente todo el año encerrado ahí, la verdad era que jamás se había detenido a observar el montón de cosas que había dentro, un montón de objetos que la gente había ocultado o que había perdido, escobas, ropa, joyas, pelotas de quidditch, muebles, piezas de arte, esculturas, objetos decorativos, artefactos de magia oscura, detectores de magia oscura, estantes llenos de libros, bolas de cristal, frascos con líquidos irreconocibles a la vista y un montón de cosas más, pero sin duda, lo que más llamó su atención fue una hermosa diadema plateada con joyas azules que parecía destacar entre todas las cosas, le recordaba ligeramente a una que su padre le había dado a su madre por su cumpleaños durante su viaje a Italia, un año antes de que ingresara a Hogwarts, cuando todo era sencillo, cuando todo era felicidad.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorWhere stories live. Discover now