42. Aaron - "Despedida"

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Él dejó de ser la persona llena de vida que era antes del virus; los síntomas de la enfermedad aumentaron de manera considerable en los últimos días. En ocasiones, su fiebre es tan elevada que lo deja postrado en cama o lo somete a la inconsciencia, y ha bajado de peso al punto de que su rostro se ve más delgado de lo que ya era. Según los médicos del refugio, sus órganos y tejidos aún se mantienen en un estado de daño reversible, pero pronto el deterioro cruzará la línea de lo saludable y ni la cura podrá salvarlo. Sugerimos la idea de someterlo a regeneraciones constantemente, pero los médicos nos advirtieron que un exceso de intervenciones regenerativas podrían afectarlo tanto como el daño que provoca la enfermedad. Tenemos que obtener esa cura a toda costa, es nuestra única oportunidad de salvarlo.

David se recuesta en la cama de la habitación que me asignaron en el refugio. Me mira con la misma sonrisa cálida de siempre, se esfuerza por mostrarse fuerte y casual. Sé que en realidad lucha por no caer dormido a causa de los medicamentos para la fiebre y el dolor.

—Te ves muy tierno ordenando cosas —halaga con cierta ironía en la voz—. Hasta podría contratarte como mi empleado doméstico personal cuando regrese a casa.

—Si es que aún tienes una casa —espeto en una sonrisa, dándome cuenta de mi error después de lo dicho. Él me observa ahora con tristeza en la mirada—. Yo... lo siento.

Su casa, al igual que muchas construcciones del G, fue afectada por los bombardeos. Recuerdo que mentimos aquella noche y que dijimos que iríamos a dicha casa, no a la colina de los abetos. De haber ido en realidad al G, probablemente habríamos muerto.

—No era mi casa de todos modos. —David suspira y desvía la mirada hacia el techo. 

—Ah, ¿no?

—Era de Roger, el padre de Michael —cuenta de sopetón. No es usual oírlo hablar de Michael de forma directa y voluntaria—. ¿Te conté que Michael nació en el G?

—Cada vez que te pregunto por él cambias de tema como si nada —respondo a modo de negación—. ¿Realmente nació en el G? Creí que, al igual que tú, él vivía en Libertad.

—Y vivía en Libertad, pero no nació ahí. Cuando Michael tenía cinco años, se mudó a la gran ciudad junto a su madre. Roger, su padre, era un rebelde, y Kyla una chica común y corriente dela capital. Nunca supe cómo coincidieron y se relacionaron, pero acabaron enamorándose y concibiendo a Michael. Tras mentirle a su familia, Kyla se mudó a casa de Roger en el G... pero las cosas entre ellos no funcionaron como esperaban. Como Roger arriesgaba su vida constantemente y se ausentaba de casa con frecuencia, Kyla se hartó, se marchó del G, se llevó a Michael a Libertad y se las arregló junto a los rebeldes para inscribirlo en el registro civil sin que ningún funcionario del gobierno sospechara al respecto.

La tristeza de David es casi contagiosa. A pesar de que ha pasado bastante tiempo desde su muerte, aún le cuesta hablar sobre Michael. Dudo que algún día pueda mencionarlo sin sumirse en un abismo de dolor y de nostalgia.

—¿Qué pasó con sus padres? —pregunto. Aprovecharé que está dispuesto a hablar

—Roger murió de la misma forma que su hijo —revela David—. Fue descubierto y asesinado por protectores poco después de que escapé con Michael y de que nos mudáramos a su casa. Luego de su muerte, Michael y yo tuvimos el edificio para nosotros solos... y ya sabes qué pasó después y quién se quedó con la propiedad.

—Eso es muy... triste. —No se me ocurre nada mejor que decir.

—¿Sabes? Vivir en esa casa era una agonía —confiesa—. Cada lugar me recordaba a él. ¿Recuerdas la imagen de las montañas nevadas? Era su paisaje favorito. Cuando él murió, me decidí a cambiarlo para evitar más sufrimiento... pero no pude hacerlo. Quería seguir recordándolo de alguna forma, y no encontré una mejor que esa. Ahora, la imagen se ha ido. Soy libre al fin de todos los recuerdos dolorosos. Estoy listo para superarlo.

Prohibidos [En físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora