40. Alicia - "Un último abrazo"

Comincia dall'inizio
                                    

—¡Sabía que entrarías en...! 

—Alto, tengo una condición. 

—¿Cuál? 

—Tenemos que contarle todo a Max. Necesitamos una persona de confianza que nos cubra las espaldas por si Carlos nos traiciona. 

—Me parece bien. —Él sonríe. 

Regreso a los elevadores para ir en busca de Max. Aaron irá a contarle a David lo que haremos, también se despedirá de él en caso de que algo no salga como lo planeamos. Tengo un mal presentimiento. Sé que no debería fiarme de Carlos, tampoco quiero hacerlo, pero me encantaría que fuera verdad que él quiere cambiar y que está dispuesto a establecer una especie de tregua entre nosotros. Con suerte, nos dejará tranquilos por un tiempo. 

Pensar en el momento en que volveré a enfrentarlo me pone los pelos de punta. ¿Qué voy a decirle? ¿Cómo podré hablarle sin sentir el impulso de golpearlo hasta dejarlo inconsciente? Tengo mucho rencor acumulado. Me hizo tanto daño que nada podría enmendar cada puñalada que me profirió. 

Encuentro a Max en los talleres de George. Dalia, su exnovia y quien me reveló una desagradable verdad hace semanas, está trabajando en uno de los mesones del fondo. Ha de odiarme más que antes, porque su intento de arruinar mi relación con Max falló. Aún siento algo de resentimiento por cómo sucedieron las cosas con él, pero el cariño es algo tan carente en mi vida que necesito más que nunca de toda la contención posible para soportar el día a día. 

—Alicia, qué gusto verte —saluda George—. ¿Cómo estás? 

Max me dirige una dulce sonrisa al verme. Siento un cosquilleo en el estómago cada vez que me sonríe así. 

—Todo bien. —Fuerzo una sonrisa—. George, ¿me presta a Max unos minutos? Necesito tener una conversación urgente con él. 

Max me mira con nerviosismo. La última vez que vine a buscarlo para tener una conversación urgente, las cosas no acabaron bien entre nosotros. 

—¿Pasa algo? —inquiere con voz trémula. 

Hago un gesto con la cabeza para indicarle la puerta. Max se disculpa con George y me acompaña al mismo jardín en donde me reuní con Aaron, aquel en el que tuvimos la discusión cuando Dalia me enfrentó. Es inevitable sentirme incómoda por hallarme aquí junto a él tras ese doloroso momento. 

—¿Puedes decirme qué sucede? —insiste Max tras sentarnos en una banca situada en el jardín artificial—. Me estás asustando. 

Miro en todas direcciones antes de hablar: no hay cámaras ni gente a la vista. Como no detecto peligro en los alrededores, le cuento a Max lo que me dijo Aaron y cómo llegó a un acuerdo con Carlos. 

—Increíble. —Hunde el ceño—. ¿Carlos ayudando a Aaron para volver a verte? No me da buena espina. 

—A mí menos, pero creo que debo ir en su encuentro. Carlos podría ser capaz de torturar a cada civil de Libertad con tal de encontrarme. 

—Ni creas que voy a permitir que vayas sin mí cuidándote a la distancia —dice Max. Justo lo que quería oír. 

—Sabía que dirías eso. —Tomo su mano—. Puedes ir, pero no le cuentes a nadie sobre nuestros planes. Si Amanecer se entera, podrían tacharnos de traidores. 

—Sabes que puedes confiar en mí —asegura en voz baja. Me limito a sonreír como respuesta. 

Siendo franca, no sé si confío del todo en él, no después de lo revelado por Dalia. Espero que algún día podamos reconstruir nuestra confianza. 

Prohibidos [En físico]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora