Capítulo 31.

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Mi vista recorre las calles, es extraño que siendo sábado no circulen muchos coches.

— Oh demonios nena. Alguien ha chocado, llama una ambulancia —Zack detiene el coche, miro hacia dónde Zack. El auto me parece conocido sin embargo alejo todo pensamiento y me dedico a llamar el número de emergencias. En cuánto me atienden les doy el nombre de las calles, cuelgo y bajo del coche. Zack me mira con pena ¿qué está pasando? —No, quedate allá.

— ¿Por qué? ¿y si necesita nuestra ayuda? —intento acercarme pero Zack es rápido y me bloquea el camino.

— Está muerto —mi respiración se corta.

— ¡Debemos ayudarlo! ¡Deja que vaya a verlo!

— No, Maya, no.

— ¿¡Por qué demonios no!?

— Porque se trata de Caleb —suelto un jadeo.

— Es broma ¿verdad? —Zack niega y es entonces que las lágrimas comienzan a caer.

Descubro el cuerpo pálido e inerte de Caleb

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Descubro el cuerpo pálido e inerte de Caleb. Suelto un sollozo al ver sus ojos abiertos.

Según lo que dijo el forense, Caleb había muerto asfixiado pues, al momento del impacto la bolsa se activo y Caleb cayó inconsciente, ahogándose en la misma.

— No puedo negar que no te extrañaré. Fuiste el primer hombre en mi vida, el padre de mis hijos y sobretodo un buen amigo. Lamento mucho que todo terminara así, eras tan joven. No merecías morir de esta manera —limpio mis lagrimas con mi antebrazo —Quise venir a verte una última vez, porque estoy segura que escucharás mis palabras, sea dónde sea que ahora estés. Ten por seguro que les hablaré de ti a nuestros hijos, y si, hubo peleas y no fuimos los mejores padres pero con esto hoy más que nunca intentaré ser la mejor de las madres y haré que nuestros bebés jamás te borren de su memoria. Y disculpa si esto no son unas buenas palabras, nunca fui buena dando discursos y sé que esto no es un discurso pero —suspiro— ya no sé que digo. Aún no termino de creer que realmente esto esté pasando. Es cómo si fuera una broma, un mal sueño.

— Señorita, es hora —la voz del médico forense suena interrumpiendo mis palabras. Asiento comprendiendo.

— Ya nos volveremos a ver. Siempre en mi corazón —beso con suavidad el rostro frío de Caleb. Y antes de partir, cierro sus ojos.

Ese mismo día, por la noche, hicieron la entrega rápida del cuerpo para que la familia pudiese velarlo. En el recinto había unas pocas personas. Los padres de Caleb, unos tíos y amigos de la familia. Ésta vez preferí quedarme sola, Zack se había ido a casa de los Adams a recoger a los trillizos.

Mi mejor error.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt