—¿Y yo?

—¿Eh?

—¿Soy importante para ti?

—Por supuesto que lo eres, Draco.

—¿Más que ellos?

Harry se quedó en silencio, no sabía que responder al respecto. Quería a sus amigos, muchísimo, eran como su familia, los Weasley eran aquella familia que nunca había tenido, pero también quería a Draco, con un cariño totalmente diferente, eso era verdad, pero no podía estar seguro de si era un amor más fuerte o de igual magnitud.

—Bien, eso es suficiente, vete —Le dijo Draco y se giró lentamente para darle la espalda. —No me interesa competir con ellos por tu atención.

—Pero... Draco...

—Usted tiene a sus leones, príncipe. Yo tengo a mis serpientes, tu no me necesitas y yo a ti tampoco, ahora vete y déjame dormir.

—¿Nos veremos mañana verdad? —La voz de Harry tenía una pizca de temor, temor a perder de nuevo la amistad del rubio.

—Estaré castigado hasta octubre por "el uso indebido de magia", tengo que cumplir mi castigo con Snape y me tendrá ocupado hasta muy tarde, no le hizo mucha gracia que me dejara tratar por Moody de esa manera, pero no podía mostrar favoritismo, aunque al parecer ni tu ni Ronald fueron castigados.

—Lo siento...

—Sólo déjalo, tu eres el héroe del mundo mágico y él tu perro faldero, yo soy un ser insignificante en comparación contigo —Entonces se giró lentamente y lo miró con rencor. —Yo soy solamente un hurón saltarín.

—¿Cómo...?

—¿Cómo me enteré de que me llamaste así? Blaise los escuchó a ti y a tus amigos, me lo dijo nada más llegar, si no fue a lanzarte una maldición fue porque yo se lo pedí.

—Es que yo no sabía que te habías lastimado...

—Ah... la ignorancia, tu mejor arma... Yo no sabía esto, yo no sabía aquello. Estoy harto de ser una burla para ti o tus amigos, estoy harto de estar después que Granger y Weasley en tu lista de prioridades, soy el príncipe de Slytherin, no tengo que rogar por tus migajas.

Harry quiso decir que aquello no era verdad, que él no estaba por debajo de nadie, pero el rubio había lanzado un encantamiento, una barrera que lo envolvía y que no dejaba que la voz de Harry lo alcanzara y mucho menos que se le acercara.

El pelinegro tomó su capa y lanzándole una última mirada de culpabilidad salió de la sala.

Por supuesto que Harry lo sabía, sabía que en muchas ocasiones había desplazado a Draco y lo había dejado fuera de muchas de sus aventuras, lo había dejado fuera del asunto de la piedra filosofal, de la cámara de los secretos, de su padrino Sirius. Simplemente se limitaba a contarle los finales felices, pero jamás le pedía su ayuda, ni lo involucraba como lo hacía con Ron y Hermione, simplemente se limitaba a contarle todo cuando ya había pasado.

Por supuesto que Potter había dicho una y mil mentiras para mantener al rubio alejado del peligro, y Malfoy muy rara vez le reclamaba sobre aquello. Cuando terminaba de contarle otra de sus locas aventuras el rubio simplemente suspiraba y le regañaba por haberse metido en problemas.

No había sido hasta que Malfoy lo había salvado de los dementores que se dio cuenta del poderoso mago, aliado y amigo que podía ser Draco y aun así lo había dejado fuera de muchas cosas. Si a eso le agregaba que se la pasaba defendiendo completamente a sus leones, debía entender por qué Malfoy estaba tan fastidiado, porque viéndolo desde su perspectiva Harry siempre defendía a la comadreja y a la sabelotodo, pero a él, jamás.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorWhere stories live. Discover now