CAPÍTULO 10- Monstruoso

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Bueno lectores, ahí la noticia: Este es el antepenúltimo capítulo (contando el epílogo como un capítulo debido a su importancia) así que espero que os preparéis para leer el final :D

-Elisa Rondane...-pronunció Jay lentamente, dejando la lengua deslizarse por los dientes de forma liviana pero calmosamente. Saboreando aquel nombre como un ácido limón de esos que arden en la lengua pero cuyo picor se vuelve un cosquilleo adictivo.- Con un nombre no podremos hacer nada a menos que me deis un ordenador programado para el rastreo.

Suspiró, crujiendo los dedos al estirarlos tras entrelazarlos con los de la mano contraria. El vampiro soltó un rugido lacónico, se sentía fastidiado; era normal, no había dormido bien aquel día, matar al cerdo había sido un trabajo rápido, pero sin embargo la sensación de éxtasis por la venganza y de adrenaliza por la sangre le causaron una mezcla de excitación y hambre que no pudo apaciguar.

Simplemente se había tumbado junto al menor en la cama y lo había abrazado por la cintura lentamente, con tanto cuidado que a veces dudaba de la veracidad de su tacto y la piel fina bajo sus dedos parecía tan leve como un soplido de viento.

Había olído su cuello mientras dormía y eso no había ayudado en nada, simplemente acabó por dormir dándole la espalda al niño, de lo contrario habría hincado el diente a su pulso calmado y arrullador o habría apretado sus caderas hasta sentir el crujido del hueso y no podía permitirse algo así.

Jamás iba a romperlo, por nada del mundo. Ataría sus instintos con cadenas de plata y pondría un bozal en su voracidad, pero no le haría daño a Leo.

-Ah- dijo el pequeño golpeándose la cara con la palma de la mano- ¡Mierda! En el Centro de Investigación teníamos un montón de esos ordenadores que usabas tu para hacer esas cosas de hackers... Pero ahora... ¡Menuda mierda!

- Esa boca, jovencito- recriminó Jay apuntándolo con el dedo acusadoramente mientras el chico simplemente ignoraba su regañina y se desplomaba en la cama.

- Esa boca está hecha para las cosas sucias, déjale decir palabrotas.

- ¡¿Q-QUE MIERDA ACABAS DE DECIR?!- Jay, inmediatamente, se incorporó de la cama retando al vampiro sin miedo por primera vez; todo esto mientras Leo tenía una especie de mezcla entre ataque de risa y de vergüenza.

-No creo que sea buena idea gritarle un vampiro, estúpido humano- Ludolf simplemente tuvo que levantarse de la cama para que el otro perdiera la pelea de forma fulminante.

Lo sobrepasó proyectando su sombra de gran envergadura sobre la posible presa y Jay solo pudo cerrar la boca como respuesta, de tal forma que parecía que sus labios pesaran por el pavor.

Se tocó el cuello con la mano, sentía picazón allí donde el vampiro había apretado días atrás. Pasaba frecuentemente y notaba que aquella sensación desagradable se acentuaba cuando sentía terror por culpa del otro.

- No te preocupes Jay, lo dice de broma.

- No lo hago- respondió el vampiro de forma fría y apática, demasiado como para tratarse de una ironía camuflada.

- O-Oye Jay ¿Crees que nos aceptarían el otro centro de investigación? No sería mala idea i-ir a un de por aquí cerca- cambió drásticamente el tema, sintiendo la mirada penetrante del vampiro sobre su nuca y comenzando a sudar vergonzosamente por ello.

El calor en sus mejillas le hizo creer que estas estaban realmente quemándose.

- Podría ser buena idea, pero la sanguij... Digo, Ludolf- rectificó con voz flanqueando al ver la matadora mirada de aquel cuyo apodo no parecía muy digno- no sería bien recibido de primeras. Debería ir yo primero al lugar, explicar la situación y llamarte para avisar en caso de que nos dejen quedarnos allí. El sitio está a menos de media hora, no tardaría demasiado. Iré ahora, de hecho.

Como arena entre los dedos -YAOI- [En Amazon]Where stories live. Discover now