CAPÍTULO 2-Manso y amable

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Antes de empezar la época de estudio para selectividad, os dejo un cap <3

- ¡No pienso ser yo! ¡Ni de coña!- los gritos se oían desde la sala principal, donde el grupo debería efectuar sus reuniones desde el anterior día (la graduación) en adelante.

- ¡Hey! ¿Qué pasa?- preguntó Leo desperezándose después de la carrera que tuvo que hacer para llegar, más o menos a tiempo, al lugar.

- Llegas tarde, en pijama y desayunando. Eres un desastre- rió Jay señalando las holgadas prendas azul celeste con un estampado de ositos de terciopelo que Leo vestía y fijándose en el tazón de leche de almendras y cereales crujientes de chocolate que sostenía, humeante, entre sus manos.

- ¿Puedo?- pregunto Jackson adelantándose a la respuesta evidente y robándole unos cuantos cereales sin avisar.

- Estábamos debatiendo quién será el ''cuidador'' del vampiro.- dijo Sara con aburrimiento, y le dirigió una mirada recelosa a Jay- Aunque todos sabemos quién debería ser...

- ¡Sara! Os he dicho que yo no tengo tiempo, además, soy tu jefe ¡Respetame de una buena vez y deja de hacer la madura, niña!- Jay cruzó los brazos y a todos, o casi todos, les pareció que su rígida pose era imponente.

- Como digas...- suspiró ella rodando los ojos.

- ¿Pu-puedo ser yo?

Todos, e incluso el mismo Jay, se giraron hacia Leo y le perforaron con unos ojos abiertos como platos y brillantes en luces de sorpresa.

- No me miréis así, parecéis todos hienas hambrientas. O violadores.

Jackson y el mismo autor de la broma rieron un poco por la broma, pero el resto seguían absortos en la sorpresa, sin dar crédito a lo que habían oído.

Claramente todos estaban de acuerdo, nadie quería lidiar con el vampiro y Leo no comprendía porque alguien desperdiciaría la oportunidad de estar cerca de un ser tan fantástico y brutal. Ni aún con el terror que se adueñaba de él tenía en la mente la pasajera idea de echarse atrás.

Esa tarde Jay le explicó que la habitación estaba dotada de cámaras que graban el comportamiento del vampiro y detectaban sus niveles de calor corporal. Todo eso siempre que no hubiera nadie en la habitación (cuando una persona entraba se desacivaban automáticamente para que las señales que enviaba el segundo cuerpo no interfirieran en los resultados del análisis del estado del vampiro).

Le dijo que debería ir a su habitación tres veces al día para comprobar cómo estaba el vampiro y si este necesitaba algo. También tenía la obligación de llevarle escasa comida y algunas cosas más en esas visitas.

Leo preguntó cuál era la duración máxima de esas visitas y Jay, extrañado por la pregunta, le dijo que era indefinida, pero que si su móvil sonaba porque el grupo le reclamaba tendría que dejar su tarea de atender al vampiro para acudir a su prioridad, su nuevo trabajo como investigador.

Leo se sentía profundamente emocionado, nervioso y asustado por su próxima visita al vampiro, que también era la primera. Se sentía como un chiquilla nerviosa arreglándose para una cita con el capitán del equipo de algún deporte típico de series americanas.

Y aunque se sintió estúpido antes de la primera visita se bañó a conciencia y se visitó con ropa que él consideraba cómoda y bonita.

Encajó la llave en la enorme cerradura y con cuidado abrió la puerta, siendo poco exitoso en su tarea de no hacer demasiado ruido.

Se adentró en la tétrica habitación disponiéndose a presentarse ante aquel enorme ser que lo llenaba de terror y curiosidad.

Respiró hondo, si se sentía seguro no habría problemas, quizás incluso se ganaba su amistad.

Como arena entre los dedos -YAOI- [En Amazon]Where stories live. Discover now