― Prologo ―

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Los personajes de Sailor moon, que aparecen en esta historia, son propiedad de la gran Naoko Takeuchi...

Prohibido copiar, transcribir, alterar, almacenar o publicar esta historia en cualquier plataforma o grupo, sin mi autorización previa y por escrito.

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El destello de la luz azul de la portátil inundaba la lóbrega habitación, solo el sonido de las teclas al escribir irrumpían también en el silencioso lugar. Sentado en una silla frente a la portátil, se hallaba Darien, un guapo pelinegro de ojos color zafiro, quien se encontraba perdido, o al menos en apariencia en lo que en aquellos momentos estaba toda su concentración.

Abruptamente el sonido de las teclas al ser apachurradas, se detuvo. En apariencia, él continúo mirando la pantalla pero en realidad, no estaba observando nada en ella. Un fuerte y profundo suspiro salió de sus labios, antes de llevarse las manos al rostro, frotándolo con fuerza en un intento de despejar su mente.

―Dieciocho meses ―dijo en un murmullo torturado mientras volvía su vista a la pantalla que aun irradiaba la potente luz azul.

Dieciocho meses sin saber de ella, dieciocho meses sometiéndose a arduo trabajo para no pensarla, para no sucumbir a sus deseos de buscarla, de llamarla por lo menos para escuchar su voz.

Un par de meses atrás había llamado por teléfono, con la plena intención de oír su voz, pero llevaba igualmente un par de meses que el teléfono había sido cancelado. También había entrado a su perfil en alguna red social, pero hacia exactamente dieciocho meses que no había ningún cambio... ¿habría cambiado su cuenta?

Volvió a suspirar con fuerza mientras sentía como sus ojos amenazaban con inundarse en lágrimas. Aquello era ridículo, extrañarla tanto, aun después de todos aquellos meses, después de ser él mismo quien había decidido poner distancia de por medio, pero era honesto, se había marchado amándola de verdad. Ahora lo único que hacía era añorarla.

El trabajo servía un poco para alejarla de su mente, se había esforzado y metido en la especialidad con desesperación, pretendiendo así no pensarla... sabía que ambos necesitaban tiempo.

Pero ya había sido suficiente, al menos para él, había expiado sus culpas, ahora se sentía un hombre digno de ella, un hombre nuevo... ¿pero ella habría olvidado?

No estaba seguro.

Estaba a solo unas cuantas semanas para poder terminar con la especialidad, había terminado en un tiempo record, pero él mismo se había saturado tanto de trabajo para no pensar en el pasado, que había conseguido terminar mucho antes.

Su especialidad en neurocirugía, le había proporcionado grandes beneficios ya, como un puesto en uno de los mejores hospitales en Nueva York, pero él simplemente no podía aceptar, lo único que deseaba era volver... volver a verla.

No estaba seguro de con que se encontraría, pero fuera cual fuera el escenario, lo aceptaría, lo único que deseaba era volver a verla... ¡verla!

Era en lo único que había pensado desde entonces, desde hacía dieciocho meses, cuando se habían despedido en aquel parque, cuando había visto el resultado de sus acciones.

La obscuridad que envolvió de pronto la habitación, lo trajo de vuelta al presente, la falta de actividad había suspendido la actividad de la portátil. Con un suspiro apretó una tecla para que la portátil regresara a la vida con un suave sonido, un segundo después la luz inundara la habitación nuevamente. Aun así no fue capaz de concentrar su atención en lo que la pantalla le estaba ofreciendo.

Ella había sido lo más bello que había conocido en la vida, ella le había entregado su amor, su tiempo, sus carisias, sus sonrisas... toda ella. Y él, a cambio, solo le había reportado dolor, más que dolor, la había traicionado, de una manera que a él mismo le había costado trabajo perdonarse.

Pero al fin lo había hecho, al fin se sentía una mejor persona. Había madurado, esa tal vez era la palabra, ahora estaba seguro de que jamás menospreciaría lo que la vida le daba.

Ella había sido un bello regalo, uno que no había sabido valorar en el momento en que debió.

No era que no se hubiera dado cuenta de eso en el pasado, lo había sabido desde el momento en que la miro de pie ahí, frente a él con el corazón roto. Pero simplemente no había podido permanecer a su lado, no odiándose como se odiaba.

Probablemente ella le abría odiado más con su abandono, pero estaba seguro que había hecho lo mejor, que aquella salida, no había sido un acto cobarde, por el contrario, había sido lo más valiente que había hecho en la vida. Porque lo más fácil que podría haber hecho era suplicar su perdón y quedarse a su lado, pero donde estaba ahí el valor ¿Cómo podría mirarla a los ojos todos los días venideros sabiéndose el culpable de su dolor, el culpable de la traición?

No.

Había hecho lo correcto, renunciar al amor de su vida, había sido lo más noble que había hecho por Serena. Lo más noble que había hecho en su vida entera. Pero había llegado el momento de volver.

No podía evitar sentir temor ante lo que encontraría a su regreso, pero estaba bien, fuera cual fuera, él lo aceptaría. Lo único que deseaba era volver a verla, ver sus radiantes sonrisas aun que ya no fueran dedicadas para él. Sus lloriqueos escandalosos, aunque él ya no fuera el motivo. Y sus carcajadas desvergonzadas aun que no fueran provocadas por él. Lo único que deseaba era volver a ver todo aquello.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora