Octavo capítulo; Vientos mortales

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Octavo capítulo; Vientos mortales.

Un hombre alto con capucha escarlata se abría paso entre en bosque con rapidez, evadiendo los árboles y cortando las ramas que se le interpusieran con su fino sable, sus ojos verdes fijos al frente sin vacilar en las decisiones que tomaría. Cientos de pensamientos se atravesaban por su cabeza, su corazón latía rápido; cuando al fin terminó la densa flora los rayos de sol le iluminaban el rostro, observaba a lo lejos el castillo donde Jack residía. Estaba lleno de guardias pero no planeaba que fuera un obstáculo para él, idearía algo. Julian no pararía hasta acabar con eso, no quería que ninguna persona más sufriera esa pesadilla.

Las ráfagas de viento movían danzante su cabello negro, su capucha lo seguía con armonía, todo allí era tranquilo menos su corazón y su ansiedad de acabar con todo, sin importarle si él lograra convertirse en alguien real, fuera de ése mundo, pues ahora ya era alguien real, sólo que no podía salir nunca de allí.

Dio un salto para bajar por un pequeño barranco, sus botas se deslizaban sobre la tierra y se equilibraba con las manos. La situación le comenzaba a preocupar, ¿cómo pasaría tanta guardia para llegar al castillo? Lo cierto era que no tenía planes ni se le ocurría nada que idear, seguía pensando en aquél terrible escenario, Victor, Esteban y cuando creyó que no pudo haber sido peor… Joseph, quien era tal vez el único que permanecía neutro ante todo, inteligente y de buena justicia. Lo peor es que ésos dos que ya no tenían vida se iban a casar, ¿qué habría pasado en esa sala? El silencio le había preocupado y cuando llegó ya todo había sucedido… era demasiado tarde.

Empuño la espada con rabia, que impotencia de no poder e ir a luchar contra todo por temor de ser vencido con facilidad y que nadie más intente acabar con eso, justo cuando seguiría caminando, alguien le puso una mano en el hombro, lo que lo hizo estremecerse; su mirada poco a poco volteo y se quedó impactado con lo que vio, no dijo ni una palabra.

—¿Me dejas acompañarte, Julian?

Arya ya había cambiado mucho, sus preciosos ojos verdes se volvieron azules y su cabello castaño claro se volvió negro, sus ojos se contornaban por color negro y sus labios rojizos parecían una manzana deliciosa, pero aquélla niña de bello parecer ya solo estaba presente en ocasiones con su dulce personalidad, pero ésta se veía obstaculizada por frialdad siempre, sólo intentaba ser lo más agradable posible con Jack. Sentada en su cama miraba por la ventana, como los árboles se movían por tanto viento, el que chocaba por la ventana y le recordaba los fríos días en el orfanato.

Nunca más pasaría eso, ahora era una Reyna de su propio mundo, era Alicia.

Jack abrió la puerta con cuidado y le sonrió al verla, iban vestidos con la misma tela, seda negra transparente, Jack en su camisa y ella en su vestido, se miraba una pareja realmente preciosa si no fuera por lo disforme de su situación. Él se acercó a Arya y le puso las manos en las mejillas, acercando su boca para darle un beso; pero ésta lo apartó y lo miró seria.

—Mata a los niños. No habrá ninguna Alicia más que yo. —Exigió con frialdad, como si matar fuera tan simple como tomar una taza de té.

—Sólo son una ventaja para combatir contra los enemigos, cuando todo terminé los encerraremos, te lo he dicho. —Replicó.

—Jack… me siento mal…—Su voz se tornó dulce, como la de la niña que era, pero esta se volvió a convertir en tenebrosa—. No pienso estar cerca de esos niños en mis condiciones.

—Me encargaré que no estén cerca de ti. —Caminó hacía la puerta con algo de pesadez.

—No. —Lo detuvo ella—. Quiero matarlos ya, no me importa que sea menos el tiempo del sueño, pueden encerrar a los otros, a ellos no los quiero.

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⏰ Son güncelleme: Mar 30, 2014 ⏰

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