Cuarto capítulo; Alicia, Blanco y Negro

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Cuarto capítulo; Alicia, Blanco y Negro.

—¡Pero espera! ¿A dónde vamos? —Grito Joseph mientras seguía corriendo a Julian.

—Tienen que escapar conmigo.

—El niño…—Esteban estaba agotado por correr tan solo un poco.

El caballero al que seguían desenvaino su sable, de un impulso volteo apuntándole a la yugular.

—Escucha, o me sigues y me dejas explicarte o te asesino. —Los ojos verdes de Julian estaban inmóviles sobre el fino rostro del más pequeño, que extrañamente no sintió miedo como debía de ser.

Cuando iba a hablar, Julian fue tacleado repentinamente, era Joseph, que ahora estaba sobre él, ambos tirados en el suelo, lo atravesó con un golpe y remató con uno último, para después tomarlo del cuello.

—Vuelve a tocarlo y te mato. —Su pecho subía y bajaba, Julian estaba impactado, con la comisura de la boca rota y los labios llenos de sangre; jaló la mano para alcanzar el sable, pero Joseph ya le había detenido la mano. —O nos dices o no avanzamos más.

Esteban miraba temeroso a los chicos, estaba a punto de hablar para decir algo a favor de Julian, pero no sabía si se lo merecía y además su novio siempre fue mejor para negociaciones de todo tipo, a veces él lo arruinaba con comentarios, más nunca se enojaba Joseph por cualquiera que fuese su mala decisión.

Julian se movió un poco y cerró los ojos.

—Soy parte del sueño. —Murmuró. —¿Quién de ustedes es la Segunda Alicia? Sí es que es uno de ustedes…

—Yo. —Fue lo único que dijo Esteban, acercándose más para escuchar, ya estaban a los adentros del bosque pero seguían cerca del castillo.

—Yo estoy aquí gracias a la Primera, ella me creo a partir de sus deseos y esperanzas en mi independencia, por eso no puedo ser controlado por el Sueño, pero ya se encargó de mi Scarlett, de la Primera Alicia…—Su expresión se volvió triste, Joseph sabía perfectamente que era la misma expresión que tenía cuando sentía dolor por Esteban.

—¿Qué podríamos nosotros hacer? —Habló él disminuyendo la presión que ejercía en su cuello.

—Sería mejor que el Rey Blanco se los explique. —Julian le sonrió abriendo sus verdes ojos.

—Vamos. —Joseph se levantó ayudando al hombre, Esteban sintió una punzada de celos sin saber por qué, ése hombre que ni siquiera existía estaba de cierta manera conectado a una chica.

El camino lo pasaron de manera fugaz, Julian cabalgaba en un corcel negro y los otros dos en uno solo color blanco, ambos caballos eran preciosos, moviéndose con gracilidad y velocidad.

Esteban seguía curioso acerca de qué había pasado con la Primera, se sujetó fuerte del abdomen de su acompañante y se armó de valor para preguntar al hombre que no iba muy lejos.

— ¿Julian? —Gritó haciéndole señas a Joseph para que se acercara más, ya estaban a pocos metros de la entrada del castillo que se alzaba magnificente.

Pero éste seguía cabalgando, sin voltear, ni siquiera había escuchado.

—No le preguntes. —Joseph le tomo una mano por delante, apretándola un poco, con su tono tranquilo y de advertencia. —Debe ser horrible que te pregunten sobre alguien que tal vez… murió.

Él mismo sintió escalofríos por sus palabras, sería terrible que algo le pasará a Esteban; desde hace tiempo estaban juntos y dependían uno del otro.

Sin lograr comprender como pasó el tiempo tan rápido, ya habían entrado por el portón que daba al jardín del castillo, cuando vio, las puertas eran abiertas por hombres, los que abrían por la derecha de tez totalmente negra y los que abrían por la izquierda, de blanca.

Los sacrificios humanos de AliciaWhere stories live. Discover now