Courtiser

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A partir de ese día, mi vida en la ciudad del amor supuso dar un rodeo para contemplar el arte y belleza de la pintora Gala Rosso. 

A veces, le llevaba a la misma hora una flor de las que crecen en el Sena. Otras, un souvenir o algo para que pudiera pasar el día. Fuimos compartiendo momentos sin notarlo, poco a poco. Una hora admirando las mismas vistas que a ella tanto le inspiraban, una tarde contemplando su gracia e increíble talento al trazar suaves líneas con pinceles de distinto grosor hasta dar uniformidad a sus pinturas, cinco minutos de camino a mi despacho...

Una semana entera sin ir. Probando la resistencia de mi obra de arte, sopesándola.

La echaba tanto de menos. Mi sistema y mi cuerpo estaban acostumbrados a su presencia, a sus cautas palabras de agradecimiento mientras acercaba sus labios a la creppe que con tanto mimo le traje.

¿Qué cara pondría al verme?

Estaba deseando verla, ofrecerle unos minutos de mi valioso tiempo y ver su reacción al volver a ver a ese extraño algo más conocido.

Ese día me había levantado con ánimos, por fin la volvería a ver.

<<Gala Rosso>> 

Repetí como un mantra su nombre en voz alta durante todo el camino.

Pero para mi tremenda sorpresa, al ir a saludarla no apartó su vista del lienzo. Al principio pensé que no se había percatado de mi presencia pero, al ir a saludar, me miró con la misma indiferencia de siempre, me saludó y siguió pintando.

 Al principio pensé que no se había percatado de mi presencia pero, al ir a saludar, me miró con la misma indiferencia de siempre, me saludó y siguió pintando

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Atónito y desconcertado no pude quedarme ni un segundo más en compañía de esa desagradecida que se creía el ombligo del mundo. Me encaminé a zancadas hasta una cafetería, pedí un café y me fui directo al lavabo. Me miré al espejo y mi reflejo me decía que algo no iba bien. 

Me lavé la cara y acabé metiendo mi cabeza en el grifo y despeinándome. Acabé empapado en agua y volví a mirarme en el espejo.

¿No ha reparado en el tiempo que no he ido a verla?

Un aullido se escapó de mi garganta y pegué un puñetazo al espejo, mi cara se vio deformada en él pero al menos ya no se burlaba de mí. 

Entró el camarero, supongo que al oír el estruendo de los cristales rompiéndose, necesitaba el sonido de esa pelirroja entre mis brazos, subyugada y pidiendo clemencia. Mi polla reaccionó ante tal sentimiento y una oleada de calma me hizo darme cuenta de la sangre que emanaba de mi mano y la voz del camarero instándome a abandonar el local e ir al médico antes de denunciar.

Haciendo caso omiso, volví a mi casa, me duché y curé las heridas cautelosamente. 

Jamás perdía los estribos. Soy calculador, frío y metódico. Controlador y perfeccionista. En mi mundo el descontrol de hoy no tiene cabida y me reprendí por ello.

¿Tengo yo la culpa?

La cara de una sensual pelirroja me dio la respuesta.

La culpa la tienes tú pequeña artista ambulante y serás mía cueste lo que cueste. 

Vivo del arte y te aseguro que vivirás a través de mí.

Miré por la ventana. Tenía todo cuánto pedía y necesitaba. Pero la quería a ella, debía formar parte de mí, de mi vida y posteriormente... de mi colección.

El clima en París era algo a lo que ya me había acostumbrado lluvia y nubes

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El clima en París era algo a lo que ya me había acostumbrado lluvia y nubes. 

¿Dónde estarás pintora rebelde?

Estaba anocheciendo y mi cuerpo se guió por mis instintos más reptilianos. Me vestí y me dispuse a pasear con la lluvia y el frío de acompañante y la Luna de confidente se alzaba llena alumbrando las calles.

Me da igual, allí dónde vayas, te seguiré.

Más tarde me pagarás esa indiferencia hacia mi persona, pero por ahora...

<<Gala Rosso>>

  Repetía como un mantra su nombre en voz alta, durante todo el camino.

Me paré  a unos metros de una capucha amarilla que escondía unos cabellos rojizos.

Me dieron ganas de sonreír pero no lo hice.

Te encontré.  


Muñecas De Porcelana [Wattys2018]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora