Aguas Tranquilas

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Pura Perfección

Cuánto más observaba a mi pequeña Amélie de porcelana, más me prendaba de ella. El vestido le quedaba maravilloso y había conseguido plasmar en su rostro, ese momento de concentración antes de empezar cualquier actuación. Sus mejillas eran perfectas: Ni muy rosadas, ni muy pálidas.

Su cabello suelto y ligeramente ondulado hacía juego con sus largas pestañas que protegían unos ojos enfocados por la luz de mi devoción.

Ahora me pasaba horas observando a mi obra de arte, mi sueño hecho realidad y las comparaciones empezaron a ser odiosas.

Amélie tenía mucho de qué hablar, en cambio petite Amélie sólo tenía oídos para mí. Cuándo tomaba fotos de sus espectáculos Amélie salía movida, mi pequeña se quedaba estática justo dónde yo la dejaba.

Dejé de asistir a sus ensayos, la pieza musical ahora sonaba en mi despacho mientras contemplaba a la perfección que había creado de algo imperfecto. El arte hecha mujer.

Empezó a fastidiarme la compañía de la de verdad, se quejaba sobre mis ausencias, mi dejadez en "nuestra relación", mi arduo "trabajo" me absorbía y ya no tenía tiempo para dedicarle. 

Ya no había carmín corrido en camerinos, la rosa abierta se estaba marchitando.

Ya no había carmín corrido en camerinos, la rosa abierta se estaba marchitando

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La prensa rosa hablaba sobre una Amélie en decadencia. Sus días de esplendor se iban apagando al ritmo que su dulce corazón iba menguando.

Pasaron los días hasta que la vi, para mi sorpresa, recogiendo sus pertenencias y vestida con ropa de calle. Un vacío se instaló en mi interior y el temor habló por mí.

—¿Qué haces mon amour? —Pregunté, algo nervioso cogiéndola de los brazos suave pero firme.

No me miraba, era como una marioneta sin vida. De sus ojos empezaron a salir lágrimas y se derrumbó frente a mí. Fue uno de los momentos más excitantes que recuerdo haber tenido con Amélie. 

Nos besamos como dos locos, sin temor a las represalias. Me follé su alma, su corazón y todo lo que no se alcanza a ver, cada uno de sus sentimientos, cada momento de abandono, se lo borraba con mi lengua, se lo hacía olvidar con el vaivén de mi vara dura por su dolor.

Su congoja era mi alimento. Sus llantos el elixir de los dioses. Esos ojos brillantes y febriles, enamorados del hombre que ella quería que fuera, de las palabras que quería oír de mí.

Pero eso era lo que ella quería ver. No lo que yo realmente era. 

Información de última hora: La bailarina Amélie Bissette, con tan sólo 24 años de edad ha sido hallada muerta en el río Sena en París esta madrugada. Los forenses han descartado de momento cualquier tipo de crimen y apuntan más a un suicidio.

Apagué la televisión y le puse ramo de rosas en la mano a le petite Amélie. Sonreí al recordar cómo emanaba de su dedo la sangre,  necesaria para los vivos y me entristecí al saber que jamás volvería a verla sangrar de nuevo.

Pero ya sabía a que sonaba su alma al resquebrajarse.

A aguas tranquilas golpeando con el borde de un río. 


Muñecas De Porcelana [Wattys2018]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora