14: Etiquetas y definiciones

241 46 12
                                    




Edwalls - Ninnock 1980




          Salimos del armario con nuestras manos entrelazadas, extrañé el tacto de nuestras pieles sin la interrupción de la seda, algunas personas miraron con curiosidad nuestro contacto, me imaginé que tal vez estaban juzgándonos, me pareció ridículo que estuviesen invitados a la fiesta de un chico gay en la casa de un chico de sexualidad fluida siendo personas de mente tan cerrada, en el mundo mágico me podían juzgar por estar enamorado de un vampiro, en el mundo de los normales me juzgarían siempre por estar enamorado de un chico. La fiesta era una porquería, lo mejor era largarme de allí de una vez, no estaba de ánimos para afirmar las teorías de todo el mundo de que yo era homosexual.

          — Nos vamos Chloe, nos vemos en casa. — no importaba su respuesta, de todas maneras me iría.

          — La protección primero chicos. — la fulminé con la mirada, faltó poco para hacer que su cabeza explotara. — a estas horas hay muchos psicópatas por ahí. Trata de no llegar tan tarde, así no tendremos que explicar tanto.

          Asentí y emprendimos nuestro camino hacia algún lugar desconocido, un viaje hacia lo desconocido con él me parecía más seguro que una casa conocida llena de personas maquiavélicas, al llegar a la calle le pregunté hacia donde nos dirigíamos, me dijo que a donde yo quisiera ir, le respondí que quería ir a su lugar favorito, quería ver cómo estaban los animales y las plantas, cómo las mantenía.

          — Antes de venir me aseguré de que todo estuviera bien, ¿seguro que quieres ir?, nunca hemos ido de noche, es lejos.

          — Soy un brujo, puedo transportarnos a la orilla del río. — su emoción aumentó.

          — Nunca me he transportado a ningún lado.

          — Lo sé. — reí.

          Tomé su brazo y nos llevé hasta los límites de nuestro lado del río, un lugar tan familiar para mí, claro estaba, sin importar lo lejos que estuviera de esa parte del bosque siempre podía llegar, una vez me trasporté desde la escuela hasta la mansión porque la clase me aburría demasiado, pedí permiso para ir al baño y no volví a la escuela hasta el día siguiente. Cuando aparecimos yo caí de pie, estaba acostumbrado, Harry cayó de rodillas, una buena caída para su primera vez, algunos caían de cabeza, soltando carcajadas se levantó del suelo.

          — ¡Es fantástico!, ya entiendo por qué Kile y Kevin lo hacen todo el tiempo. Quisiera haber nacido con esa habilidad como ellos. — me había dado cuenta de que los gemelos podían transportarse desde aquel día cuando uno de ellos me soltó del tronco donde querían quemarme.

          — A mí me gusta más el tuyo, muchos pueden transportarse, no todos pueden presumir sobre revivir las cosas. — sintió vergüenza, para mí se veía muy tierno, la luna de nuevo me permitía la mejor vista de sus pómulos.

          — Pasemos al otro lado, ven. — me acercó a su cuerpo y me sujetó con fuerza, siempre que me tocaba parecía hacerlo con cuidado, no con miedo, como si estuviera previniendo lastimarme o romperme como a una muñeca de porcelana, saltó de una manera alucinante y aterrizó con gracia sobre el piso del bosque muerto.

          — Estoy más acostumbrado a la transportación. — habíamos pasado por el mismo proceso varias veces, aun no me acostumbraba, ambos nos reímos.

Sangre y diamantes: El primer brujoWhere stories live. Discover now