2: La familia Bloodie

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Edwalls - Ninnock 1980


          No podía evitar tener la vista clavada en mis manos, o bueno, en mis guantes de seda negra, acababa de terminar el penúltimo año de secundaria y me dirigía a mi casa en uno de los nuevos buses que el alcalde había comprado para las escuelas del pueblo, básicamente mi vida social podía describirse como nula, no porque no pudiera entablar una conversación con los demás chicos y chicas de la escuela, la verdad si quisiera ser "popular" o conocido en la escuela podría serlo, pero prefería estar alejado de todos, no quería descomponer a alguien o incluirlo en una mala situación, siempre tuve el miedo de encariñarme con alguna persona y que tuviese que morir por mi culpa. Para explicarme mejor. Cuando "nací" o mejor dicho, me crearon, fue una situación completamente fuera de lo normal, nunca en la historia de las brujas había existido un brujo hombre, y obviamente el capricho de mi mamá por tener a un niño trajo con él algunas condiciones y consecuencias, el CDBGI (consejo de brujas genuinas internacional) tardó un poco en enterarse de que las brujas Bloodie de Edwalls habían creado a un "brujo" y básicamente las consecuencias de mi existencia fueron que a mi madre se le sería arrebatado su "don" de poder leer la mente de las personas y varios otros de sus poderes, y que mis manos estarían malditas, su existencia sería mi castigo personal, mis manos no pueden tocar nada que esté vivo porque simplemente lo que sea que toquen muere. Una descomposición total que va del interior al exterior, dejando solo muerte alrededor. No sé qué maldición fue la que usaron en mí,nunca se vio algo igual, el poder de cada bruja es incierto, las emocionespueden sacar a relucir habilidades inimaginables, especialmente la ira.

          El año anterior de secundaria había llegado Priscila Patrick, mejor conocida como mi mejor amiga, justo cuando empezaba a acostumbrarme a una vida solitaria, en la cual solo convivía con mi familia, ella llegó, apareció de la nada con su estilo hippie, resaltando demasiado alrededor de las demás personas, simplemente se sentó a mi lado en el almuerzo y dijo:

          — Me llamo Priscila y me gusta tu estilo, seremos amigos. — la chica poseía una piel pálida con muchas pecas, los rizos rojizos inundaban toda la parte superior de su cuerpo.

          Una presentación tan peculiar como aquella fue lo que marcó el inicio de nuestra amistad, un día llegó al comedor muy exaltada, de manera distinta, solía ser una chica muy entusiasta y dramática, esa vez se veía como una persona que necesitaba sacar la información del fondo de su estómago antes de vomitarla, me contó sobre un libro muy interesante que consiguió en la biblioteca, el libro hablaba de brujas y hechizos, sinceramente ese libro me pareció una total basura comercial, ya que las brujas volaban en escobas y sus narices eran enormes, mi nariz no era enorme, ni yo volaba en escobas. No fue hasta el segundo mes de asistencia del penúltimo año de clases que le conté sobre mi familia y mi rara obsesión con no quitarme los guantes, sinceramente me sorprendió la manera en como lo tomó, que no se asustara ni me tuviera miedo por mis manos, que más bien quisiera que le enseñara algunos hechizos y cómo hacer pociones, se decepcionó mucho cuando le dije que no podía hacer hechizos porque no había sido creada por ninguna bruja, pero seguía feliz por poder hacer pociones. Se supone que los humanos no deben saber de nuestra existencia, nuestro papel en la sociedad debe ser el de cualquier familia regular, dejar que las brujas y la magia sean solo una fantasía de los libros y el cine para los humanos. La familia no se enojó tanto cuando Chloe y yo les contamos de Priscila, nos unimos mucho en muy poco tiempo, el trío perfecto, solo nos dijeron que era mejor que las otras familias de brujas no supieran todos los conocimientos que ella tenía sobre la comunidad.

Sangre y diamantes: El primer brujoWhere stories live. Discover now