3: Vida y muerte

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Edwalls - Ninnock 1980



          — ¿Cuándo demonios te dio esto Priscila? — le dije a Chloe inhalando un poco del porro que me acababa de pasar, estábamos a orillas del río de Edwalls acostados mirando las nubes.

          — El último día de clases le pedí una especie de reserva para las vacaciones. — me quedé callado, normalmente era lo que hacíamos cuando estábamos solos, el silencio para nosotros era simplemente perfecto, era la calma.

          — Te apuesto todos mis libros de espíritus y unos guantes nuevos a que no te atreves a levitar hasta la otra orilla del río. — ella sabía las cosas que me interesaban, cosas que me harían negociar.

          — Estás loca. — le dije levantándome del pasto, ¿cruzar el río?, jamás, era lo que nos habían dicho toda la vida que no hiciéramos. Comencé a caminar a casa ya que teníamos como media hora afuera y todos podían notar nuestra ausencia.

          — ¡Oye! ¡Manitas! — cuando volteé vi a Chloe flotando sobre el río, sentí que me daría un infarto en ese mismo momento, la matarían, los vampiros la matarían y yo me iba a llevar todo un sermón por dejar que mi prima muriera, no iba a recibir un sermón por el cadáver de esa chica tonta.

          — ¡Maldita sea Chloe, regresa! — se quedó callada con una sonrisa un poco torcida en su rostro, levitó lentamente, apenas estábamos comenzando a hacerlo, hasta que estuvo del otro lado del río, donde se dejó caer y tocó con sus pies la tierra con rastros de pasto seco sobre ella.

          — Chloe vuelve por favor. — susurré lo más bajo que pude, fallando en el intento, y lo único que recibí fue una risita acompañada por una agitada de mano, Chloe se estaba adentrando al bosque de los vampiros, o "el bosque muerto" como decidí llamarle.

          — Te odio Chloe. — esa frase salió de lo más profundo de mi estómago.

          Me aseguré de que nadie me estuviese viendo, volteando mi cabeza hacia los lados, y cerré mis ojos, el secreto para levitar era principalmente pensar en aves, las palabras de mi abuela fueron: no piensen que son aves, piensen en aves, y se convertirán en una pluma. Me sentí más liviano, me sentía como si todo mi peso se esfumara, tuve nauseas por un segundo pero eso desapareció rápidamente, no quería descontrolarme para terminar en la luna, comencé a flotar y al mismo tiempo comencé a mover mis piernas como si estuviese caminando, floté hasta el otro lado del río y me dejé caer, simplemente ¡fantástico!

          Hasta este momento sigo recordando esos escalofríos, se sacudieron desde mis pies, por toda mi columna hasta la cabeza, una sensación incomoda me recorrió todo el cuerpo en el momento en que mis zapatos tocaron el suelo del bosque muerto, podía sentir la muerte, en ese bosque todo estaba sin vida, mis manos encajarían perfectamente en ese bosque, comencé a caminar en la misma dirección en la que Chloe se había ido caminando y mientras caminaba susurraba pequeños "Chloe" con la esperanza de que aún no la hubieran matado los vampiros; cuando ya llevaba unos cinco minutos buscando a mi prima sentí como una mano se colocaba sobre mi boca intentando asfixiarme o callarme, o lo que sea, traté de dar pelea revolviendo mi cabeza, cuando fui a intentarlo vi que eran las manos de Chloe, que quería mantenerme callado por alguna razón.

          — No hagas ruido, tírate al suelo. — susurró con sus labios pegados a mi oído, ni siquiera me provocó escalofríos, ya hacía rato que los tenía, más bien la temperatura de su aliento se sintió cálida al golpear mi piel.

Sangre y diamantes: El primer brujoWhere stories live. Discover now