12: Todos los días es Halloween

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Edwalls - Ninnock 1980




          El sol era radiante ese día, mi mejilla estaba irritada por los rayos de sol que se filtraban entre las aberturas de la ventana, me obligué a separar los parpados y me encontré de nuevo en la tranquilidad de mi habitación, lo único que cubría mi cuerpo era una oscura ropa interior, me coloqué una de las batas que tenía en el mesón que había al lado de la cama y mi día se definió como oficialmente comenzado, me coloqué un par de guantes negros, me cepillé los dientes, a pesar de tener mi mirada fija en el espejo que tenía al frente a lo que menos atención le prestaba era a mi reflejo, seguía aturdiéndome con las ideas que aparecían en mi mente al pensar en Gael, trataba de ignorar el beso que había aparecido de repente el día anterior, eso solo me hacía crear más teorías sobre cómo sería la reacción de Gael al verme de nuevo ya sin la poción de amor encima.

          Estando ya vestido de una manera decente decidí bajar y enfrentarme al nuevo inquilino de la casa, sería como conocer a una nueva persona, como volver a empezar desde cero, abrí mi puerta y observé a mi tía abuela Agatha pasar frente a mí, susurró: "Buen día, Marcus", y siguió su camino, la seguí hasta el comedor donde estaban de nuevo todos, incluyendo a Gael, al verme todos se quedaron en silencio, miré a Gael atentamente, se veía exactamente igual, la misma actitud burbujeante con la mirada adormecida, su cabello se veía aún más brillante. Le di los buenos días a toda la familia.

          — Puedes sentarte aquí si quieres. — Gael señaló el asiento vacío que estaba a su lado, discretamente me dirigí hacia él y me senté, presté atención a las actividades que llevaba a cabo cada persona antes de hablar.

         — ¿Cómo te sientes? — susurré sin mirarlo, asegurándome de que nadie nos estaba escuchando, solo capté una mirada curiosa de Chloe.

          — ¿De qué? — Gael le dio una gran mordida a su tostada.

          — ¿De qué va a ser?, tonto. — esta vez sí lo miré, él hizo lo mismo, cuestionándome. — lo de anoche.

          — No sé de qué hablas.

          Volvió a concentrarse en su tostada, tomó un sorbo de su jugo de naranja y volvió a prestarme atención, lo observé dudando de su confiabilidad, di un vistazo a cada una de las personas que estaban en el comedor, mi madre y mis tías estaban muy enfrascadas en una conversación sobre calderos, mi abuela leía el periódico del pueblo, Martha le acercaba el tazón con huevos revueltos a Agatha II, Chloe jugaba con su cabello, muchos pensamientos subieron a mi cabeza, tal vez había olvidado hacer algo cuando hice la poción, no había funcionado, eso no explicaba la pérdida de memoria, era imposible que hubiese olvidado lo que habíamos hecho horas antes en el taller, pensé en mi abuela, era la más interesada por mantener a Gael como un miembro de la familia que en realidad hiciera todo el trabajo de gratis, era poco probable que pudiésemos mantenerlo de la misma manera si no estaba bajo los efectos de algún hechizo o poción de amor, ni siquiera los verdaderos enamorados trabajan para una familia completa como lo hacía Gael, buscar, cargar, esconder, proteger, tal vez mi abuela se había enterado de lo que había hecho y se había encargado de dejar todo como estaba al principio.

          — Te estoy tomando el pelo, cálmate. — salí de mis pensamientos, miré anonadado a Gael, tuve ganas de herirlo, no gravemente. — me siento bien, diferente pero bien. — no pude evitar centrarme en la palabra "diferente".

Sangre y diamantes: El primer brujoWhere stories live. Discover now