Prólogo.

17.6K 1.6K 317
                                    

Otra botella es dirigida a mis labios para beber la exquisita bebida que altera mis sentidos. Hoy estoy tomando de más, puede que sea porque me enteré que Cory se casó sin decirle a nadie o creo que más bien es porque mi última pareja me botó. Sí, creo que mi estado concuerda más con la segunda situación. Alzo un poco más la cabeza para llevar el líquido amarillento hasta lo más profundo. Tal vez me consideren exagerada, pero cuando es la doceava persona que te deja en menos de ocho semanas te empiezas a sentir que solo sirves para algo: El sexo.

El sexo muchas veces es sobrevalorado. La otra noche estuve buscando el significado de sexo en Wikipedia, no me juzguen, solo quiero darles una explicación de mi problema. Vale, ahí les va: El sexo es el conjunto de las peculiaridades que caracterizan los individuos de una especie dividiéndolos en masculinos y femeninos, y hacen posible una reproducción que se caracteriza por una diversificación genética. ¿Vieron la palabra clave del asunto? Reproducción.

¿Qué tiene que ver la reproducción con mi última relación fallida? El muy idiota quería que le diera hijos. Lindo. Tengo que admitir que hiperventilé cuando escuché lo que me dijo. ¡Joder! Solo tengo diecinueve años. Aunque en cierta parte es mi culpa, tiendo a buscar hombres de mayor edad.

—Tráeme otra, Trent.

—Con gusto, preciosa.

Trent sonríe mostrando cada uno de sus dientes, el muy idiota ha querido conquistarme pero no me van los menores. Ya tuve una situación, George Adams, el chico me gustó y quise compartir más que unas palabras con él. Hubo muchos besos, pero no llegamos a más, tal vez pensó igual que los otros doce caballeros que decidieron alejarse de mí.

Trent deja otra botella en la barra, suspiro al ver que aún lo tengo frente de mí mirándome con aquella cara de cachorro que tienen todos los hombres cuando quieren pedir algo.

—¿Qué?

—Escuché que Timmy y tú ya no están saliendo y pensé...

—Pensaste mal, Trent. Largo.

—Pero Lili...

—Dije que largo—escupo—. Quiero estar sola.

—Dios mío, ya veo porque nadie te soporta.

Mi rostro se convierte en granito puro, no quiero que nadie vea que esas palabras me dolieron. Quisiera dejar de ser la aventura de un hombre, pero eso es algo difícil considerando que aún no quiero una relación seria. Me gusta divertirme, no puedo negarlo, pero odio que me desechen como basura. Algo irónico ya que a mí me encanta hacerlo con los demás. Tal vez todas las veces que he botado un chico se me están revirtiendo y es hora de que pagué por todo el daño que hice a los demás. Siento una presencia a mi lado, sin prestarle atención sigo bebiendo de mi cerveza aun con los pensamientos atacando mi cabeza.

—Deberías no beber tanto—Escucho a una voz a mi lado.

—Y tú deberías callarte—digo aun con la mirada fija en la botella.

—Alguien está muy hostil esta noche.

Volteo hacia el idiota que está perturbando mi paz, me encuentro con un hombre en camisa blanca y americana.

—Este no es lugar para ti, chico traje.

—¿Por qué lo dices?

—¿Es que eres ciego?—pregunto irónicamente, él me mira de manera fija. Suspiro—. Este es un bar de muy mala fama, aquí vienen los tipos malos y tú tienes cara de no partir ni un solo plato.

—Tal vez sea de esos que rompen toda una vajilla.

—¡Oh, chico traje! Puede que tengas razón.

No es otra aventura sobre ruedas | Los Intocables #Extra2Where stories live. Discover now