Capítulo 10

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—Camila, estamos cenando, ¿puedes dejar el teléfono?—La regañó como si fuera una niña pequeña.

—Lo siento.—Dijo haciendo el móvil a un lado. Alejandro había sonreído de lado al ver lo nerviosa que se ponía Camila Cuando estaba con el teléfono.

—¿Con quién hablas tanto?

—Con Adam.—Mintió.

Siempre se preguntaba qué tan mal reaccionaría su madre si supiera lo que estaba haciendo. Y le aterraba. Había luchado tanto por hacer que sus padres se sintieran orgullosos de ella y no tuvieran miedo de entregarles algo tan importante y valioso como era el trabajo familiar, por eso le aterraba volver a decepcionarlos si se enteraran de lo que estaba haciendo.

—Cariño, te pedí que vinieras hoy porque necesito preguntarte algo.—Camila agradeció internamente cuando su padre desvió el tema. De todos modos, se sentía un poco paranoica pensando en que quizás esa pregunta tenía algo que ver con lo que estaba haciendo.

—Dime.—Bebió un pequeño trago de vino y dejó la copa otra vez. Su madre estaba en silencio ahora y comía delicadamente mientras esperaba a que su esposo hablara.

Camila pensó que ella no cambiaría jamás, seguiría siendo tan perfecta y correcta como lo fue toda la vida. A veces recordaba cuando era una hija rebelde y lograba fácilmente sacar de quicio a su madre, siempre la hacía alterar y gritarle solo porque le divertía que se enojara. Aunque su padre era el que la consentía muchas veces, tampoco dejaba de ser un hombre correcto en todo sentido.

—Sé que cuando te hiciste cargo de todo el negocio te prometí que no iba a meterme porque confiaba en ti, pero si necesitas algo siempre voy a estar, al igual que tu madre.—Camila asintió viendo entre ambos.—Y también sé que te dije que de los negocios con otras empresas grandes serían mi cargo porque no podrías con todo… Pero creo que es momento de hacerme a un lado completamente, ¿sabes? En los últimos meses todo fue genial, excepto por algunas pequeñas pérdidas, pero déjame decirte que estoy muy orgulloso del trabajo que haces.

—Gracias, papá.

—¿Recuerdas que te hablé de un viaje importante hace unos días cuando hablamos por teléfono?—Camila asintió.—Es en Londres, es un negocio bastante importante, creo que va a ser el más importante del año porque si todo sale bien ahí, podremos edificar unos tres hoteles nuevos y en zonas que valen la pena.

—Eso es genial.—Se notaba la alegría en la voz de Camila y sus padres se rieron levemente.

—Lo sé. Y va a ser más genial si tú te encargas de ese negocio, ¿no crees?—Camila frunció las cejas dejando el tenedor sobre el plato y miró a sus padres.

—¿Es broma?

—No.—Fue su madre quien tomó la palabra.—Cuando dijo de hacernos a un lado completamente, es… completamente.—Asintió viendo a su esposo.—Creemos que es un buen momento para que tomes el poder de todo esto, confiamos en ti y por eso vamos a dejar absolutamente todo esto en tus manos. ¿Crees que podrás?

Camila miró a su alrededor en el restaurante en el que estaban. Tenía muchas ganas de gritar de felicidad. Jamás se había sentido tan bien con sus padres como en ese momento en el que le estaban demostrando que confiaban plenamente en ella. Le estaban entregando lo que después de muchos años de trabajo y esfuerzo ambos construyeron.

—Mierda… Digo, lo siento. Es que…—Se rió ante la mirada de sorpresa de su madre.—Lo siento de verdad, es que no puedo creerlo. ¿No es una broma?

—Claro que no. Hablamos muy seriamente. ¿Estás de acuerdo?

—Sí. Sí, papá. Por supuesto, estoy dispuesta a darlo todo, incluso más de lo que di de mí estos años.—Estaba sonriendo enormemente y frente a ella, sus padres estaban igual de emocionados.

—Yo voy a encargarme de lo que sea necesario para ya poder hacerme a un lado. Eso sí, tenemos que reunirnos unos días para contarte mis planes y lo que hay mente para este nuevo proyecto. Tienes que estar en Londres en tres semanas.—Camila asintió ansiosa.—Tienes una semana antes de volver. Ya está todo pago.

—Gracias papá. A ambos. Gracias por confiar en mí, les prometo que voy a seguir dando todo de mí.

—No tengo duda de eso.—Alejandro negó alcanzando su copa de vino.—Estoy seguro de que es la mejor decisión que tomé en mi vida.

—Siempre vamos a estar para ti.—Camila asintió sonriendo.

—Gracias… De verdad.

—¿Con quién vas a ir? Digo, no vas a viajar sola, ¿o sí?

—No sé.—En su mente estaba Lauren. Una semana en Londres con ella, sin tener que esconderse de nada, disfrutaría más de su compañía…

—Con Adam, obviamente, ¿No, hija?—Camila miró a su madre por unos segundos.

—Eh… No creo que pueda… Ya sabes, su trabajo y eso.—Volvió a tomar el tenedor y pinchó un trozo de vegetal.

—Puedes preguntarle. Él siempre tiene tiempo para ti, no importa qué tenga que hacer.—Agregó su madre.

—Sí… Ya sé, mamá, voy a hablar con él después… Había pensado en ir con Lauren Jauregui, la nueva contadora.—El rostro de su madre hizo que se arrepintiera de haber dicho aquello.—Quiero decir… para no molestar a Adam en su trabajo, además… además ella sabe mucho de la empresa, aprendió rápido y sería de mucha ayuda. Ya sabes…

—¿Cómo vas a ir con una empleada a un viaje tan importante cuando puedes ir acompañada de tu futuro esposo? Piensa, un hombre como él a tu lado da una buena imagen, mucho más que una simple empleada.

—Lauren es más que eso.—Dijo sin pensarlo antes.

—¿Qué?

—Quiero decir… más que una simple empleada, ella es importante para el trabajo, es una buena compañía también y ya pasamos tiempo juntas mientras hacíamos cuentas y es agradable. Además sería de mucha ayuda.—Alejandro seguía observándola mientras que Sinu intentaba entender cómo su hija prefería viajar con una empleada antes que a su prometido.—Voy a hablar con Adam.—Terminó suspirando para ya no hablar del tema.

—Estoy segura de que Adam va a acompañarte. Él jamás te dejaría sola en un momento importante.—Terminó con una pequeña sonrisa porque se sentía orgullosa de que su hija estuviera a punto de casarse con una persona tan hermosa como lo era Adam y hablaba en todos los sentidos posibles.

**

Para ser una reunión de negocios, Keana había estado muy desconcentrada con Lauren a su lado. Además, ese traje le quedaba hermoso y esos ojos verdes en ese momento estaban tan claros que podía verlos durante horas sin cansarse. Cada vez que Lauren la miraba se sonreían y era notoria la buena química que había entre ellas. No veía el momento de que sea viernes para poder pasar un buen rato solo con Lauren, quizás conocerla más si se lo permitía.

Por otro lado, Camila estaba bastante incómoda viendo esas miradas que había entre ellas y lo peor de todo es que debía centrarse solamente en lo que se estaba charlando.

Más tarde cuando por fin la cena terminó, después de despedirse de todos, creyó que tendría la oportunidad de hablar con Lauren y quedó sorprendida cuando notó que se iría con Keana a alguna parte por las cosas que se decían.

—¿Te vas?—Escuchó la voz de la mujer que últimamente ocupaba demasiado su mente cuando no debía.

—¿Para qué voy a quedarme?—Lauren levantó sus cejas sorprendida y Camila se dio cuenta de lo mal que había hablado delante de Keana también.—¿Se van a quedar?—Agregó mirando fijamente a Lauren.

—Íbamos…

—Íbamos a tomar algo.—Keana se unió a la conversación y Camila la miró por algunos segundos.

—¿Quieres ir?—Lauren, antes tenía la mirada de Camila sobre ella, ahora no solo tenía un par de ojos queriendo matarla con la mirada, sino que tenía dos pares ya que Keana no podía creer que había arruinado sus planes de estar a solas con Lauren.

—Claro. No tengo nada que hacer ahora.—Se sentía encantada de no dejar sola a Lauren con esa mujer.

Podría decir que era divertido estar sentada en un bar con Lauren y Keana, hablando de cualquier cosa, pero no. No era divertido ver como muchas veces quedaba fuera de la conversación porque Keana le hablaba en voz baja solo a Lauren. No podía creer que se estaba sintiendo tan incómoda e ignorada. Su rostro lo decía todo y no era a propósito que Keana no le hablaba tanto, simplemente no le salía ser amable con alguien que desde que la conoció la trataba no muy bien.

La incómoda situación duró hasta después de la una de la mañana cuando Keana se levantó de su asiento comentando que mañana tenía una reunión en la mañana temprano. Por supuesto, Camila se sentía emocionada por que se fuera y Keana simplemente no tenía ganas de alejarse de Lauren. Ni siquiera se le cruzaba por la cabeza el molestarse porque Camila se quedaba y ella se iba, claro, porque no tenía ni la menor idea de lo que pasaba realmente.

La despedida fue más incómoda de ver para Camila porque Keana había sido bastante obvia con la insinuación, a lo que Lauren parecía avergonzada y tímida como siempre por eso para ella no fue nada extraño, pero para Camila sí. Veía a la mujer que había llegado para darle vuelta su perfecta vida, sonrojarse por cosas que decía y hacía otra mujer que no sea ella cuando se supone que tenían algo.

Bien. Bien. Debía calmarse. Después de todo, era ella quien estaba con Lauren al final. ¿No?
Se despidió de Keana bastante impaciente por estar a solas con Lauren. Los comentarios sobre que ella también se iría eran falsos porque no tenía intención de irse todavía, ni siquiera le importaba que al día siguiente debía trabajar.

—¿Me invitaste a venir porque no querías estar sola con Keana o porque simplemente estaba ahí y no querías problemas?—Lauren pasó un brazo por el respaldar detrás de Camila en aquel sillón enterizo en forma de C. Estaba actuando un poco graciosa e incrédula ante la actitud de Camila, quien se alejó un poco cuando Lauren se acercó.

—¿Disculpa?—Levantó una ceja.—¿Acaso tengo que pedirte permiso para salir con alguien? Porque no entendí.—Camila la miró seriamente.—No recuerdo haber leído eso en nuestro contrato de amantes.

—¿Eres estúpida?—En otro momento, esas palabras le hubiesen hecho daño a Lauren, pero por suerte estaba demasiado distraída de otras cosas y solo pensaba en Camila y en lo linda que se veía estando molesta. Tanto que no pudo aguantar su risa.

—Bueno, no te enojes.—Se acercó más e hizo que Camila la viera por unos segundos antes de besarla suavemente en los labios.

No tenía idea de cómo sabía, pero estaba segura de que con un par de besos a Camila se le pasaría esa molestia. Y no se equivocaba porque segundos después la morena estaba dejando que Lauren la abrace y la bese tanto como quisiera.

—Podríamos ir a bailar.—Sugirió y vio las cejas de Lauren fruncirse levemente.—Y tomar algo...

—Tenemos que conducir.—Le dijo mientras veía a Camila levantarse del asiento.

—Vamos. Solo una copa, bailamos un poco y nos vamos.—Llevó a Lauren hasta la barra y pidió un trago solo para ella porque la oji verde no quería beber. Mientras esperaba su trago, sentía que Lauren estaba detrás de ella haciendo como si fuera una barrera contra todas esas personas desesperadas y un poco ebrias queriendo más alcohol.

Tomó la copa como si fuera agua y por supuesto, el alcohol  hizo efecto rápidamente y en menos de veinte minutos Camila estaba bailando y cantando feliz mientras Lauren la sostenía de la cintura para que no se cayera o se moviera tanto. A veces se detenía para abrazarla del cuello y besarla sin miedo puesto a que estaban en medio de la pista, Lauren seguía sin soltarla y más de una vez se rió de lo que hacía Camila, quien a pesar de estar un poco ebria, todavía sentía que su corazón se aceleraba cada vez que Lauren se reía así.

—¿Podemos ir por otra copa?—Le habló al oído y Lauren negó.

—No. Ya fue suficiente. ¿Cómo vas a conducir en ese estado?—Camila se rió como si le hubiese contado el chiste más gracioso del mundo y se puso de espaldas a Lauren para que ésta la rodeara con sus brazos y así lo hizo.

—Puedes llevarme contigo. Es una mejor idea, ¿No crees?—Lauren la observó por unos segundos la manera en la que Camila se mordía el labio sonriendo.

Camila no estaba en todas sus casillas, obviamente, y Lauren no quería llevarla a su departamento si no estaba completamente consiente. ¿Qué pasaba si hacían algo que a Camila luego no le gustaría saber? ¿Qué si Camila no quería volver a repetir lo que había pasado antes entre ellas? Porque claramente se le estaba insinuando y lo llevaba haciendo desde hace rato cuando bailaba contra su cuerpo, cuando la besaba y dejaba que sus manos cayeran en medio de sus cuerpos tocando a Lauren todo lo que podía.

—Podemos dejar mi auto aquí y mañana vengo por él.

—Camila…

—No seas aburrida.—Se rió dándose la vuelta otra vez para quedar de frente a la oji verde.—Nos vamos ahora, ¿Quieres?

—No, no quiero lidiar contigo así, pero no tengo otra opción.

—Que bueno que no tengas otra opción.

**

—Dame esa remera.—Le dijo Camila mientras se acomodaba el cabello hacia un lado. Lauren alcanzó su remera blanca y ayudó a que Camila se la colocara.

No borraba la sonrisa de sus labios mientras la ayudaba a vestirse, estaba sentada a horcajadas de ella, completamente desnuda, o bueno ahora tenía puesta su remera. Después de que Camila se acomodó la prenda, Lauren la abrazó por la cintura envolviéndola entre sus brazos mientras apoyaba sus labios en la mejilla de la morena.

Muy poco importaba que Camila no había vuelto a su departamento, muy poco importaba que eran las cuatro de la mañana y no habían dormido nada sabiendo que al día siguiente debían trabajar. Ésta vez había sido diferente, no había sido solo sexo y ambas así lo quisieron porque las risas y las bromas no habían parado en ningún momento. Podría decir que no se estaban dando cuenta de lo que estaban haciendo y de cómo estaban yendo las cosas, pero estaría mintiendo porque ambas estaban siendo consientes de lo que hacían.

—¿No tienes sueño?—Camila hizo que Lauren la mirara y negó antes de darle un beso.

—No. Escucha, tengo que hablar de algo importante contigo.

—¿Ahora? Estamos desnudas, me muero del sueño y tú me desconcentras así.—Camila se rió.—A ver, dime.

—Me.—Lauren rodó los ojos haciendo que Camila se riera.

Se dejó caer hacia atrás, de espaldas sobre el colchón y Camila se quedó sobre ella, ahora recostándose también.

—Soy oficialmente la dueña de todo el negocio. Mis padres se hicieron a un lado definitivamente.—Lauren la abrazó mientras buscabas la mirada de la morena.

—¿De verdad? ¡Que bueno! Me alegro mucho, cariño.

Camila estaba sonriendo, pero en cuanto escuchó ese “cariño” su sonrisa de desvaneció un poco. Tenía la necesidad de que Lauren no viera su sorpresa ni que se había puesto nerviosa, así que la besó.

—Sí. Y no es todo, hace una semana, cuando mis padres me dieron la noticia también me dijeron que tengo que viajar a Londres por unos días. Por negocios…

—Me alegra que te esté yendo muy bien. Te lo mereces.—Sin darse cuenta estaba sonriendo de la manera más adorable y Camila no podía dejar de pensar en que era demasiado linda. Le dio un pequeño beso y asintió.—Estoy segura que vas a poder con todo y el viaje a Londres va a ser genial. Eso espero.

—¿Quieres venir conmigo?—Lauren la vio a los ojos por algunas segundos.—Pensé en ti apenas me lo dijeron, en que podríamos pasar unos días juntas, ya sabes… Lejos de… todos.—Se bajó de encima de Lauren para quedarse a su lado y apoyarse en un codo para verla.

—¿Por qué yo y no Adam? Él es tu… te vas a casar con él, tienes que compartir esos momentos con él, no conmigo, Camila.

Sinceramente, Camila no esperaba esa respuesta. Pero lo entendía, ahora lo entendía. ¿Cómo iba a ir a un viaje tan importante con quien era su amante en lugar de ir con su prometido? ¿Cómo iba a tenerla en cuenta antes que al hombre con el cual iba a contraer matrimonio? ¿Cómo siquiera se atrevía a hacerle daño a Lauren de esa manera? Y lo peor de todo, parecía que Lauren tenía más claro aquello de “Nada de sentimientos, esto no es más que una aventura”

—Lo siento. No debí preguntarte eso. Si no quieres ir, no importa. Sólo… pensé que sería buena idea.—Dijo bastante decepcionada y sin intención de ocultarlo.

—No es que no quiera ir, Camila. Me encantaría y si estás segura no voy a dudar en decirte que sí. Sólo es que… Me gustas mucho, me encantas y nada. Tengo miedo.

—¿De qué?—Aquello fue casi un susurro.

—De aferrarme a ti más de lo que ya lo hice.—Confesó sin mirarla, sintiéndose intimidada por la cercanía y la mirada de Camila sobre ella.

—Lauren, yo…

—Me haces sentir bien.—Le interrumpió.—Contigo me siento como nunca me sentí con nadie y me encanta estar contigo, me encantas tú y todo de ti, Camila y eso está mal.

—No tienes que ponerte así.—Le acarició suavemente la mejilla, bajando sus manos hasta la mandíbula para delinearla suavemente.—Yo también me siento bien cuando estoy contigo y me encantas. Cada cosa de ti me encanta, desde que te sonrojas hasta cuando te molestas por cosas tontas y lo haces grande.—Sonrió un poco recordando las veces que Lauren se molestaba por cualquier cosa.—Sé que dije que sólo… seríamos esto, pero déjame tomar todo de ti mientras pueda y quiero que hagas lo mismo.

—Quizás las cosas puedan ser diferente.—Dijo en voz baja antes de besarla.

Camila iba a preguntarle de qué hablaba, pero no pudo porque Lauren no detuvo el beso.

**

Lo conocía tanto que sabía que algo le pasaba y no le estaba diciendo qué era. Pero Camila prefería hacer de cuenta que no lo notaba simplemente para evitar tener una conversación que no quería con Adam.

Por un momento sintió pena porque Adam nunca estaba así y sentía que algo iba mal. Cada vez que lo veía y tenía la mirada un poco ida se sentía culpable y quería hacer sentir bien a ese hombre. Era extraño que no le importaba tanto hacer lo que hacía con  Lauren, pero sí le hacía sentir mal el hecho de ver a Adam después de haber estado con su amante.

—¿Quieres que vaya a tu departamento y prepare la cena esta noche?—Adam dejó de mirar la taza de café y levantó la mirada a Camila.

—¿Puedes?—Camila asintió.—Bueno.—Se encogió de hombros.

—¿Qué pasa?—Alcanzó la mano de Adam sobre la mesa y le dio una caricia.—Estás raro.

—Nada. Lo mismo de siempre, mi padre me sigue tratando mal. Anoche fui a tu departamento porque te necesitaba y no estabas.—Camila tragó saliva.—Ni siquiera respondiste el teléfono.

—Estaba en la casa de Dinah y no tenía batería en el teléfono. Lo siento, cariño.—Adam la vio frunciendo las cejas y Camila se sintió nerviosa.

—Pero si Dinah pasó la noche con mi hermano.—Sonrió apenas con un poco de incredulidad bajando la mirada sin entender por qué Camila le estaba mintiendo.—Fui a buscarlo a él también y estaba ocupado…

—Mi amor… Lo siento. Yo… estuve toda la noche fuera del departamento, sí, no quería preocuparte, pero solamente quería estar sola después de la cena y se me pasó la hora, eso es todo.

—¿Por qué querías estar sola? ¿Te sientes mal?—Camila negó levantándose de la mesa y se sentó al lado de Adam, quien la abrazó apenas estuvo cerca suyo.—¿Qué pasa?

—Nada. Solo quería estar sola.—Levantó el rostro.—Perdón por mentirte, yo no quería…—Se quedó en silencio y suspiró. Adam le dio un beso en la cabeza y simplemente prefirió estar en silencio.

—Sabes que si necesitas hablar de algo puedes confiar en mí. Me tienes aquí, bebé.—Camila asintió.

—Te prometo que ésta noche vamos a ser sólo tú y yo.—Adam hizo que la mirara antes de darle un beso.—Y no te sientas mal por lo de tu padre. Mira, discúlpame pero es un idiota y él se pierde de lo maravilloso que eres.

—Te amo.—La sonrisa que mostró, hizo que Camila quisiera abrazarlo fuerte y no soltarlo nunca, pero por el momento simplemente iba a esperar a que llegue la noche para darle cariño.

—Yo también te amo.

**

—Eres un tarado.—Se rió al ver que Adam fracasaba una vez más al intentar meter una gomita en su boca una vez que la lanzaba al aire.—Dame de las rojas.

—Sólo te comes esas, Camila. No es justo.—La empujó sin fuerza, pero siguió  moviéndola hasta que cayó de espaldas en la cama.—Duerme.

—¡No! No voy a dormir. Dame las gomitas rojas, Adam.—Intentó sacarle el pequeño paquete de ositos de goma donde estaban solamente los rojos.—¡Adam!

—Dame un beso antes.—Camila apartó la mano con la que Adam la sujetaba manteniéndola lejos de él y se subió a horcajadas del moreno, lo tomó de las mejillas le dio un beso húmedo y bastante profundo.

—Eso basta para que me des la bolsa, ahora.

—La bolsa te va a costar algo más.

—A ver, ¿qué?—Siguió Camila.

—Fuera remera.—Dijo tirando de su propia remera que Camila llevaba puesta, la tiró en alguna parte de la habitación y se rió cuando Camila se puso a comer gomitas mientras seguía sobre él.—El vestido de bodas no te va a entrar si sigues comiendo así.

—No me importa.—Se encogió de hombros.—Por cierto, ¿Tu madre puede dejar de llamarme para preguntarme cosas? No quiero decirle nada.—Adam sonrió un poco. A Camila no le agradaban mucho sus suegros porque eran unas porquería con su propio hijo.

—No le respondas.—Negó.—Sólo ignora sus llamadas. No tienes que compartir algo de nuestra boda con ella si no quieres.

—No es que quiera ser mala, ¿sabes? Simplemente no me siento cómoda con ella.

—No te preocupes. Está todo bien, mi amor.—Camila asintió dejando la bolsa a un lado y tomó las mejillas de Adam entre sus manos, las bajó suavemente a su mandíbula marcada y la delineó mientras lo besaba.

Las manos grandes de Adam no era las finas y delicadas de Lauren, sus labios no eran los de Lauren y él no olía a Lauren, pero era Adam, era el hombre que amaba y quería tanto como comenzaba a querer a Lauren sin querer. Y se lo negaba continuamente porque el único que debía ser dueño de sus sentimientos era el hombre que la estaba haciendo suya con tanto cariño y delicadeza como siempre.

Todo era tan difícil y las cosas se le estaban saliendo de las manos, comenzaba a perder el control y pronto estaría en problemas.


Safe Haven ; CamrenWhere stories live. Discover now