Capítulo 4

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Camila bebió del vaso rojo mientras se apoyaba contra una de las mesas donde tenían cosas para comer y beber. No eran muchas personas, más bien unas quince, amigos del trabajo.

Estaban en el jardín de la casa de Dinah, algunos se habían metido en la piscina y otros decidieron quedarse fuera hablando. La música sonaba en el lugar no tan fuerte, las bebidas iban y venían. Cualquiera que no los conociera y los viera en aquel momento, jamás pensaría que unos eran dueños de grandes edificios y otros trabajaban en puestos importantes, porque estaban siendo como eran fuera del trabajo donde siempre se veían serios y formales, allí y cuando salían con amigos eran simplemente personas que se divertían, hacían a un lado en trabajo y las responsabilidades para pasar un buen rato.

Camila llevaba minutos conversando con Ally Brooke, una de las encargadas de uno de sus hoteles. Más que socia, eran amigas y llevaban años de conocerse, la rubia trabajaba para su padre desde antes que ella se hiciera cargo de todo, o gran parte.

—¿Y qué tal va todo con la boda?—Camila sonrió asintiendo.

—Apenas empezamos, pero bien. Ya tengo turno con la gente del catering, así que definitivamente ya comenzamos con todo.—Le contó mientras movía un poco el vaso rojo.

—Me alegro entonces. Adam está muy emocionado, ayer lo vi en el hotel y me contó que estabas ocupándote de las citas y eso.—Camila sonrió viendo a su amiga.

—Sí, no tienes idea. No quiero perderse de nada, me pregunta sobre todo.—Se rió.

—Eres afortunada por tener a alguien como él a tu lado. Es un hombre maravilloso, Camila. Debes estar feliz y orgullosa por estar planeando tu boda con él.

—Lo estoy, Ally.—Asintió sonriendo.

—¿Él no vendrá ahora?—Se interesó la más bajita.

—No. Mañana tiene cosas que hacer, así que se quedaba en su departamento para descansar de la fiesta.—Le contó.—Nos quedamos hasta el final, yo ni siquiera sé de dónde saco fuerzas para estar aquí.

—Fue una gran fiesta, la verdad. Cada año es mejor.—Se rió.

—Gracias, Ally.

Su mirada se dirigió a la entrada cuando escuchó el típico “Wuuu” de todos allí. Casi se le cae el vaso al ver a Lauren entrando junto a Dinah. Sintió sus mejillas calientes cuando no pudo evitar recorrer su cuerpo con la mirada. Era increíble. Se veía malditamente sexy, tan segura de ella misma y aún así estaba sonrojada porque todos le decían que se veía bien. ¿Cómo podía ser?

Los ojos verdes se posaron en ella por algunos segundos y bajó la mirada rápidamente a los demás que hablaban de cualquier cosa otra vez.

—Voy a ayudar a Susan con la comida.—Dijo Ally para luego ir dentro de la casa.


Lauren asintió a lo que Dinah le decía y le sonrió después. La rubia fue a la piscina donde había algunas personas y Jason, por supuesto.

Camila decidió bajar la mirada a su vaso rojo, era mejor ver y pensar en otra cosa antes de qué se volviera a sentir de la forma en la que últimamente comenzaba a ser habitual.

—Hola Camila.—Dijo esa voz a su lado. La miró un segundo, estaba preparándose algo para tomar y luego se quedó de la misma forma que ella, apoyada contra la mesa de madera grande, con los brazos cruzados y el vaso rojo con cerveza en su mano. ¿Se pensaba quedar ahí?

—Hey.—Dijo intentando no mirarla.—Hola.

Lauren sonrió apretando los labios y Camila al tener la mirada agacha, podía ver las piernas de Lauren, podía ver que el short era corto, que se veía muy bien.

—¿Molesto?—Los ojos verdes se posaron en Camila que levantó la mirada y negó rápidamente.

La tensión era obvia.

—No. No. Lo siento, yo… ¿Cómo estás?—Camila habló un poco rápido y Lauren se relajó al verla nerviosa.

—Bien. Muy bien.—Asintió.—¿Tú?

—Cansada.—Soltó una risita haciendo que Lauren la mirase. Estaba más relajada.

—Fue una gran fiesta. La pasé muy bien.—Sus ojos se cruzaron por unos segundos.

—Sí… Vi que te llevaste bien con Keana Marie.—¿Podía ser más idiota? La respuesta es no. ¿Cómo pudo haber dicho eso? Además, ¡Como si le importara!

—Ah, Keana, sí.—Lauren sonrió un poco.—Si no fuese por ella hubiese estado aburrida, la verdad. No conocía a nadie más que Dinah y ella, bueno y algunas personas que crucé en el edificio, pero todos estaban ocupados.—Se encogió de hombros.

Camila la había observado todo el tiempo. Lauren era muy expresiva con sus manos, todo el tiempo levantaba las cejas y las fruncía. Era linda.

—Ya vas a conocer mejor a otras personas, no te preocupes.—Le restó importancia.—Te fuiste rápido después.

Lauren la miró a los ojos otras vez y ambas desviaron la mirada. Claro, sí, lo había dicho a propósito para saber si solo ella casi se infarta cuando casi sus labios se chocaban cuando ella se giró a ver quien la había empujado. No sabía si las mejillas sonrojadas de Lauren lo confirmaba o no, pero algo le dijo, por algo se había sonrojado, ¿no?

—Sí, es que debía volver a casa. Ya era tarde.—Le dijo sin mirarla.—No me despedí de nadie porque estaban todos ocupados.—Mintió.

Y Camila sabía que mentía porque la había visto saludar a Dinah y salir de ahí rápidamente, como si estuviese escapando de algo.

Camila asintió y bebió de su vaso. Ninguna sabía qué más decir. Estaban en silencio viendo a las personas que se reían. Camila giró el rostro para ver a Lauren que al sentir la mirada también se giró y ambas se dieron una pequeña sonrisa.

—¿Quieres ir por un poco de hielo para eso?—Le preguntó la morena.—Se terminó el que estaba aquí.

—Claro.—Se encogió de hombros.

Camila caminó delante de Lauren quien pudo observar que la morena iba descalza, tenía un pantalón corto blanco y la parte superior de la bikini puesta. No quiso mirar demás así que simplemente desvió la mirada de Camila.

Por suerte iba atenta y logró sostener a Camila cuando se resbaló por la madera mojada. Sus manos estaban en cada lado de la morena que inconscientemente llevó las suyas sobre las de Lauren.

—Lo… lo siento.—Lauren tragó saliva y alejó sus manos. Había sentido la cálida piel suave de Camila y su corazón latía rápidamente ante la cercanía más que nada.

Camila miró a su alrededor asegurándose de que nadie había visto aquello, por suerte fue así. Aún con la sensación de las manos de Lauren en sus lados continuó el camino hacia la cocina donde Ally y Susan salían con platos de comida.

—¿Te hiciste daño?—Le preguntó Lauren cuando estuvieron solas otra vez.

—No.—Negó sonriendo de lado.—Ya ves, soy un poco torpe. Lo siento y gracias por sostenerme.

—¿No te sujeté con demasiada fuerza?—Lauren llevó su mano en donde Camila tenía una leve marca roja.—Lo siento.

—No. No. No es nada, estoy bien.—Negó.—¿Tu vaso?—Frunció las cejas y Lauren soltó una risita que hizo que la morena sonriera viéndola.—¿Qué?

—Es que lo tiré para agarrarte.—Camila asintió riéndose bajo.

—Aquí hay más, no pasa nada.—Fue por hielo, puso algunos en el vaso de Lauren y otros en el suyo.—¿Quieres probar esto? Es un trago que hace Dinah, creo que tiene vodka.

—Sí, claro.—Dijo viéndola. Camila se veía hermosa con ese bikini, el cabello recogido de una manera desprolija, pero se veía bonita igual y esa sonrisa vaga que mostraba todo el tiempo la hacía volver loca.

Pero luego de aquello ninguna volvió a decir nada, volvieron con los demás y cada una estuvo de su parte, conversando con cualquiera menos con la otra.

Camila estaba bebiendo demasiado y Lauren notó que estaba ebria otra vez cuando comenzó a reírse de todo con los demás, las carcajadas se escuchaban en todo el jardín junto a la música. Lauren se quedaba viéndolos con una sonrisa divertida, incluso varias veces soltaba risas por las cosas que decían y hacían. Más de una vez su mirada cruzó con la de la morena que no paraba de sonreír y tenía las mejillas sonrojadas.

Más tarde Lauren se sentó en una de las reposeras que había y nadie ocupaba, se había entretenido enviándose mensajes con Normani quien prometió pasar tiempo con ella el fin de semana próximo. Por supuesto, Lauren estaba feliz por eso y no veía el momento de pasar tiempo con su mejor amiga, quizás cenarían juntas, verían películas y cometían postre, hablarían de cualquier cosa hasta altas horas de la madrugada como solían hacerlo.

—¿Qué haces aquí?—Alguien se había sentado junto a ella. La dueña de aquella voz la miró sonriendo y Lauren no podía creerse que de verdad estaba ahí hablándole.

También había notado que todos estaban adentro porque se escuchaban sus risas.

—Se fueron a comer algo y seguro van a preparar más tragos.—Le contó Camila.—No te gustan mucho las fiestas, ¿verdad?—Se rió.

—No y a ti sí, ¿eh?—Camila se volvió a reír encogiéndose de hombros.

—Un poco.—Se mordió el labio.—Me gusta divertirme y ya.—Lauren asintió viendo como soltaba el labio de entre sus dientes. Camila se rió otra vez y la oji verde frunció las cejas viéndola con una sonrisita.

—Camila, deja de tomar.—Intentó sacarle el vaso, pero la morena lo apartó negando.—Estás borracha.

—¡Claro que no!—Soltó una risita mientras tiraba la cabeza hacia atrás. Lauren sonrió enternecida por la risita que había escuchado.—A ver, ¿Por qué no sé nada de ti? Cuéntame.

—¿Porque nunca hablamos de otra cosa que no sea trabajo?—La observó unos segundos.—Mejor empieza tú.—Camila lo pensó un momento y después asintió subiendo las piernas a la reposera para cruzarlas debajo de ella.

—Bueno… Estudié para hacerme cargo de la línea de hoteles de mi padre para que pudiera dejar de trabajar de una buena vez, quería que disfrutara un poco del mundo. Es que no dejó de trabajar nunca y creí que era momento de ser una buena hija y mis padres se sintieran orgullosos de mí.—Se rió.—Soy hija única, me gustan las películas románicas y no sé qué más decir.—Negó.

—Sí deben estar orgullosos de ti.—Lauren le dijo sacando una tímida sonrisa de la morena.—Te hiciste cargo de algo muy importante siendo joven, deben estarlo realmente.

—Supongo.—Se encogió de hombros.—Se lo merecen, me gusta saber que viajan todo el tiempo y disfrutan la vida juntos. ¿sabes? Después de tantos problemas que les di.—Lauren se rió.

—¿Fuiste una de esas adolescentes rebeldes?—Camila asintió.

—Ya sabes, haces lo que tus amigos hacen aún así teniendo padres muy controladores, pero nada te importa hasta que creces lo suficiente y dejas de ser idiota.—Bebió del vaso que tenía en la mano mientras miraba a Lauren que sonreía negando suavemente.—¿Y tú?

—Bueno… mi vida no es tan… linda como la tuya.—Se rió sin gracia y Camila le prestó toda la atención.—Dejé Miami hace un año y me vine a vivir aquí.—Frunció los labios viendo a cualquier lado menos a la morena.—Estuve sin trabajo viviendo como podía y gracias a la ayuda de mi mejor amiga que ya vivía aquí desde tiempo antes que yo llegara. Y nada. Aquí estoy. Ahora estoy bien al menos.—Sonrió un poco.

—¿Por qué dejaste Miami?—No sabía si era por el efecto del alcohol en su sistema o simplemente le nació hacerlo, pero le tomó la mano a Lauren quien estaba sorprendida y ahora nerviosa otra vez. De todos modos estaban hablando de algo que a Lauren le causaba ansiedad y muchos nervios, por lo tanto simplemente negó bajando la mirada.—Entiendo, no quieres hablar de eso.  

—No es que no quiera… Yo… yo no puedo. Es algo que aún me duele y…—Levantó la mirada encontrándose con esos ojos marrones observándola.—Hoy no, pero algún día… si quieres puedo contarte.—Sonrió apenas volviendo a bajar la mirada.

—Sí, sí quiero. Cuando te sientas lista y realmente quieras contarme, voy a estar encantada de conocerte más.—Le dedicó una sonrisa y Lauren asintió sintiendo como Camila movía su pulgar sobre la mano dando suaves caricias.

—De verdad deberías dejar de tomar eso.—Camila levantó las cejas mientras bebía otro trago.

—No, es que esto ayuda.—Se rió. Lauren se sentía aliviada de que el tema anterior se haya desviado.

—¿Ayuda? ¿A qué?—Frunció un poco las cejas sonriendo. Se apoyó en una mano detrás de su espalda y a la otra la mantuvo sujetando la de Camila.

Se sentía cómoda ahí, hablando con Camila lo más bien que podían aunque la morena estuviera un poco ebria, pero no importaba porque de verdad estaban cómodas y les gustaba el poder estar hablando de cualquier cosa sin sentirse nerviosa o incomoda por esa tensión que solía crearse entre ambas.

—A estar aquí hablando contigo.—Dijo con un poco de pena bajando la mirada. Lauren sonrió viéndola.

—¿Y por qué tienes que beber para hablarme? Anoche en la fiesta pasó lo mismo.—Apuntó haciendo que Camila la viese a los ojos.

—¿Es que tú no te  pones nerviosa cuando estamos juntas o nos acercamos a la otra?—Frunció sus delicadas y finas cejas.—Porque yo sí y no sé qué pasa.—Definitivamente el alcohol ayudaba demasiado y era muy influyente en ese momento.

—¿Te pones nerviosa cuando estamos cerca?—Preguntó en voz baja. Se aseguró de que nadie estaba viendo había afuera o algo y entonces siguió.—¿Por qué, Camila?

—No sé.—Negó suspirando.—Solo me pasa cada segundo y no debería…—Lauren seguía viéndola fijamente.—Porque está mal.

—No entiendo, solo te pones nerviosa, pero ¿qué está mal?—Su mano dejó la de Camila sobre su pierna y luego la subió hasta tenerla sobre la mejilla de  la morena, sus dedos se movieron suavemente apartando unos mechones de su cabello mientras que Camila la veía en silencio.—Dime. No veo nada malo en eso, al menos que sea algo más.

—No lo sé.—Repitió.

—¿No sabes o no quieres decirlo?—Volvió a acariciar su mejilla y Camila inconscientemente se acercó más a Lauren.

Pero Lauren sabía que no debía por más que se muriera por romper la poca distancia que había entre ellas. Primero, porque Camila no estaba con todos sus sentidos alertas. Segundo, es que no quería que si esto pasara fuera con una menos consiente que la otra. Lauren había bebido, sí, pero no tanto como Camila. Y la peor y última, era que tenía miedo de que Camila luego no volviera a hablarla o algo.

De todos modos, aquel momento fue el comienzo de todo. Justo en aquel momento a ninguna le importaba que podían verlas, que eso estaba mal porque Camila iba a casarse y lo peor: ambas se olvidaron de Adam.

Lauren solo debía moverse un centímetro más adelante y entonces estaría besándola.

Había algo, las cosas estaban pasando rápido. Apenas hacía cuatro días que se conocían, y en ese poco tiempo las dos estaban experimentando las mismas sensaciones cuando estaban juntas o se veían aunque supieran que no debían, que debían parar, era algo que simplemente no podía evitarlo porque lo sentían involuntariamente. Era lo que la otra causaba en ellas.

La respiración de la otra chocaba contra sus labios y fue Camila la que se acercó aún más. Realmente el alcohol ayudaba, aunque eso no quita que ella quisiera aquello, estaba segura, pero en cambio Lauren no, no lo sabía y pensaba que simplemente era porque estaba borracha. Así que aunque no quisiera, movió sus labios a la mejilla de la morena y se quedó ahí unos segundos.

—No quiero que mañana te arrepientas y el lunes no quieras ni verme  porque me odias por esto.—Dijo en voz baja mientras su pulgar se movía suavemente sobre la piel suave de la mejilla.

—Nunca podría odiarte. Sé que eres muy buena.—Lauren sonrió un poco sin dejar de mirarla.—Lo siento, no quería ponerte incómoda. Soy una idiota.

—No, no es eso, créeme. Si fuera por mí lo haría. No me importa nada.—Dijo haciendo cierto énfasis en la última oración.—Pero no estás con todos tus patitos en fila ahora mismo.—Camila se rió asintiendo.—No quiero que te alejes de mí por esto.

—Está bien. Lo siento.—Lauren asintió dejando la mejilla de Camila para tomar la mano que aún seguía sobre su pierna.—¿Crees que deberíamos entrar?—Miró hacía la puerta y se quedó más tranquila al saber que no había nadie.

—Ya voy a irme.—Suspiró.—Tengo que terminar de ver algunos papeles que me llevé a casa para revisarlos y tener todo listo para el martes cuando sea la cena.

—Eres buena con eso. Y muy eficiente. Gracias.—Lauren se encogió de hombros.

—Es mi trabajo.—Camila le mostró una sonrisa vaga y se levantó de la reposera seguida de Lauren.—¿Quieres que te lleve? Puedo esperarte si quieres.

La verdad era clara, iba a quedarse a dormir con Dinah aquella noche, pero fue un impulso asentir. ¿Era bueno que no haya sido ella quien condujo su auto hasta la casa de Dinah? Sí, claro que sí. De lo contrario no estaría yendo con Lauren después de despedirse de todos rápidamente.

La única que se quedó inconforme con la respuesta de Camila fue Dinah porque no le creía nada el “Creo que va a ser mejor que descanse en casa y luego me ocupe de algunas cosas del trabajo para el lunes”. No, claro que no la convencía, ella conocía a Camila y sabía que algo le estaba pasando.

En el camino, la ventana abierta de su lado dejaba que el aire fresco entrara y golpeara en su rostro, iban conversando de cualquier cosa y la verdad es que por alguna razón ninguna estaba incómoda o nerviosa, estaban tranquilas.

—¿Es aquí?

—Sí, mira es ese edificio blanco, el alto.—Dijo para luego desabrocharse el cinturón de seguridad.—Es el piso nueve.—Se rió.

—Bien.—Asintió.—Descansa.

Camila quería invitarla a pasar, quizás podían tomar algo de café o lo que quisiera Lauren, pero no. No dijo nada.

—Tú también descansa.—Ambas se inclinaron a la vez y fue Camila quien le besó la mejilla ésta vez.

Le dedicó media sonrisa y sin más bajó del auto para luego entrar al edificio. Lauren se quedó hasta que la vio dentro y no pudo evitar sonreír como tonta cuando comenzó a conducir.

Eso estaba mal, muy mal, pero no importaba.

**

—¿Cómo estuviste hoy, Lauren?—La mujer de cabello castaño cruzó sus piernas y observó paciente a Lauren que todavía no despegaba la vista del suelo.

—Bien.—Asintió dos veces.—Aunque… el miércoles después de mi primer día de trabajo tuve… yo… yo tuve ansiedad.—Le contó con algo de pena.

—Bueno… no te pasaba desde hace días, ¿Pasó algo que te haya puesto nerviosa?—Lauren asintió bajando la mirada otra vez.—Dime.

—A pesar de que comencé bien no fue un buen día. Había muchas cosas que me recordaba a…—Las palabras murieron en su mente porque se quedó en silencio y luego suspiró respirando lento. No quería ponerse nerviosa otra vez, además si su psicóloga la veía calmarse ella misma vería que de verdad estaba avanzando bastante.

—Respira.—La mujer esperaba paciente a que Lauren quisiera volver a hablar.—Había cosas que te hacían recordar a tu familia, ¿Qué más?—Lauren asintió.

—Solo eso.—Mintió.

—Entonces va a ser un reto trabajar ahí, Lauren. Primero quiero que sepas que muchas personas nuevas de golpe es… demasiado para ti, pero aún así te ves bien. Y me alegra que solo haya sido una vez en seis días.—Lauren permaneció en silencio.—¿Hoy fue un buen día?

—No.—La psicóloga lo sabía, la conocía tanto que sabía perfectamente que Lauren en ese momento no estaba muy bien.

Lauren tampoco quería decirle mucho. ¿Cómo le diría que le atraía una mujer que iba a casarse y que esa mujer demostraba sentir lo mismo que ella? Además, ¿Cómo le diría que no había sido un buen día porque Camila no había asistido a trabajar y cuando fue a su oficina dejó avisado con Dinah que nadie podía entrar? Lauren esperó encontrarla cuando fuera el horario de salida, pero Camila aún estaba encerrada en su oficina.

¿La estaba evitando? Lo sabía. Sabía que pasaría eso y no era su culpa, ella no había hecho nada. Fue Camila quien quiso besarla, fue ella quien la buscó y luego hizo lo que hizo. Lo que menos quería que pasara, pasó. Camila no quería verla y la estaba evitando a propósito.

—¿Y qué fue lo que hizo que tuvieras un mal día?—Lauren suspiró.

—Yo… Nada, es que… ¿Está mal si me gusta alguien que está prohibido?

La mujer frunció un poco las cejas y reprimió una pequeña sonrisa.

—¿Alguien prohibido?—Lauren asintió.—Te refieres a alguien que no está disponible y te gusta, ¿Cierto?—La oji verde no dijo nada.

—No sé si me gusta, bueno sí, pero apenas pasaron seis días, ¿eso es posible? Digo, quizás no… no es nada y… no lo sé.—Lauren parecía abatida hablando de esto. Quizás llevaba días pensando eso que estaba sintiendo y por la misma razón en aquella cita con la profesional parecía cansada mentalmente.

—Puede pasar que sientas atracción por alguien apenas lo ves, puede ser que te guste y hasta puedes generar sentimientos rápidamente por otra persona, no es nada malo porque suele pasar. Algunas veces las personas se dan cuenta de que esos sentimientos son reales o no con el tiempo y lo mismo con la atracción.—Lauren la miraba atenta.—¿Entiendes lo que digo?

—Sí.—Murmuró.

—¿Esa persona está casada o algo así?—Preguntó sin más. Lauren se puso nerviosa y desvió la mirada rápidamente a otra parte.—No tengas vergüenza ni nada, Lauren, nos conocemos hace tiempo y sabes que puedes confiar en mí, estoy aquí para escucharte, aconsejarte y hacerte dar cuenta de lo que está mal o no, ya sea contigo o de lo que quieras hablarme.

—Va a casarse.—Dijo.—Pero olvídelo, no es nada. Solo es cosa mía.—Negó sintiéndose avergonzada.—No voy a dejar que pase nada, no voy a sentir nada tampoco.—Dijo como si quisiera obligarse a eso.—Además… las personas siempre me usan y estoy cansada de eso.

—Tampoco es que debas cerrarte en no querer acercarte a nadie de manera sentimental o no, Lauren. Eres una persona muy buena, fuerte y valiente, no creas que nadie merece quererte o que le quieras. Que  algunas personas te hayan hecho daño no quiere decir que todo el mundo va a hacer lo mismo.—Lauren bajó su mirada triste y se quedó en silencio.—Todos nos merecemos cariño y muchas veces cuando uno sufre, se aferra a la primer persona que los hace sentir bien, claro no siempre va bien, pero eso no significa que siempre va a ser de la misma forma.

Lauren no creía que alguien podía quererla tanto como ella quería a cada persona que entraba en su vida. Aunque en los últimos meses no había dejado entrar a su vida a nadie porque la última vez que lo hizo fue horrible, fue doloroso y terminó por dejarla peor de lo que estaba.

**

En un ratito subo el siguiente capítulo. 👀

Safe Haven ; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora