🌑Capítulo 46 🌑

Start from the beginning
                                    

Y mis sospechas fueron resueltas pocos días después, mientras realizaba mi primer trabajo, lo vi caminar hasta su habitación, solo, y juraría haber visto tristeza en su mirada. Era curioso, Cedric siempre estaba rodeado de una multitud, y nadie era capaz de notar la pena que guardaba en el fondo.

Tal vez era una conclusión apresurada, pero por alguna extraña razón no pude dejarla pasar, y necesité seguir investigando. Así fue como decidí que mi segundo trabajo sería para él.

Mientras recordaba, salí de la habitación y caminé hasta la lavandería. Mis labores no habían cambiado mucho desde aquel entonces, el primer día que lo visité, me había entregado una bolsa de ropa sucia junto a otra de sus radiantes sonrisas.

Estaba fingiendo y yo lo sabía.

Por eso, cuando regresé esa misma tarde, con todas sus prendas lavadas y planchadas, decidí decirle la verdad.

-No tienes que fingir -señalé-. Incluso prefiero la indiferencia, si eso te hace sentir más cómodo, pero no quiero lidiar con una falsa sonrisa, porque me entristece.

-¿A qué te refieres? -inquirió contrariado, lo había tomado por sorpresa.

-Lo que oíste.

Cedric resopló, cruzándose de brazos y adoptando una postura arrogante, totalmente opuesta a lo que solía aparentar.

-¿Te das cuenta que te conviene más que sea amable contigo?

Su pregunta me descolocó, no estaba preparada para su repentino cambio de personalidad, y mi valentía se agotaba con rapidez.

-Bueno... -No sabía que responder.

Cedric dio un paso al costado y me indicó que entrara. Obedecí sin pensármelo dos veces.

-Ya que estás aquí, dobla la ropa y guarda en aquella repisa -sugirió, indicando un pequeño mueble de madera-. Mientras puedes pensar en lo que acabas de decir allá afuera, aún puedes arrepentirte.

Instintivamente miré la puerta, entendía lo que Cedric proponía. Empezar de nuevo, y olvidar nuestra conversación, fingir que no dije nada, pero estaba segura que no quería hacer eso. Sabía que si dejaba que me tratara igual que a todos los demás, jamás sería honesto conmigo, crearía una barrera entre nosotros, lo que me impediría llegar a conocerlo.

-No -respondí-. Prefiero la verdadera naturaleza de las personas, no importa cómo sean. Además, me doy cuenta que no soy tan importante como para que quieras cuidar tu apariencia.

-De hecho, eres insignificante -espetó.

La agresividad de sus palabras volvió a tomarme por sorpresa, y nuevamente, no supe cómo proceder.

-Solo apresúrate -ordenó-. Quiero estar solo.

Moví la cabeza en una rápida afirmación y continué con mis labores, a pesar del temblor en mis manos, que me acompañó todo el resto del día.

Tiempo después, me encontré a mi misma en la misma lavandería, con la misma ropa, preguntándome si tal vez había tomado la decisión correcta.

Desde entonces Cedric siempre me llamaba para realizar sus quehaceres, me pagaba bien y de a poco me acostumbré a su violenta actitud y su desdén. Aunque aún no me atrevía a preguntarle directamente por qué me llamaba, yo solo obedecía y mis trabajos me habían servido para conocerlo cada vez mejor, al punto que comencé a esperar sus llamados.

Por eso, cuando lo acusé con su hermano, el día en que por poco me deja sin compañera de cuarto, pensé que continuaría la paliza conmigo, recuerdo muy bien el miedo que sentí cuando seca llegó a avisarme que Cedric me necesitaba.

Con el corazón apunto de salirse de mi pecho, toqué a su puerta, con su habitual antipatía, el lobo abrió y me ordenó pasar. Una vez dentro, me quedé de pie, esperando el golpe que nunca llegó, en su lugar, había una gran bolsa de ropa sucia esperándome.

Reparé en las heridas de su cuello, eran tan profundas que me dio un escalofrío de solo pensar en lo mucho que debían doler. No había visto la pelea de los Limerick, no me atreví ni siquiera a volver a la arena de batalla, me quedé en el suelo, llorando desesperada, sin saber qué hacer e imaginando lo que iba a pasar conmigo, el día en que Cedric volviera a requerir de mi presencia.

Estaba molesto, podía verlo, había pasado demasiado tiempo junto a él como para no notarlo, sin embargo estaba intentando actuar como si nada hubiese pasado. Quise replicar, recordarle que no era necesario fingir, pero tuve miedo y me limité a realizar mis obligaciones en silencio.

Ahora todo era un rompecabezas para mí, solo que todas las piezas estaban desordenadas y no podía armarlo. Primero pensé que Cedric me odiaría por haberlo apuñalado por la espalda, pero había pasado por alto mi conducta, y en su lugar, no podía ser evitar sentir que, a quien había traicionado en realidad era Kenzie.

Creo que solo era parcialmente valiente, mis impulsos llegaban hasta la mitad del camino y luego, me refugiaba en las lágrimas. Y ahora, seguramente estaba mucho más allá de mi límite, por lo que no sabía cómo continuar.

Me daba cuenta que ya sabia la respuesta obvia: continuar a como dé lugar. Sin embargo me faltaba la personalidad arrolladora y confiada de Hannah, o la rebeldía y convicciones de Kenzie, o al menos, la perseverancia de Dani, o la capacidad de Eddie para resolver situaciones complejas. No tenía nada, y en su lugar, los necesitaba a todos.

Era difícil no pensar en Hannah, ella había sido mi hermana mayor desde el primer día, la única que se acercó a la desconocida asustada, en una esquina del patio, la que golpeó mi puerta cuando se percató que no asistía a clases por estar encerrada llorando, quien me guió y aún así, no fue capaz de decirme que mi repentino interés en Cedric no era sano.

¿Pero cómo íbamos a saberlo? Estaba consciente que no era la personificación de la bondad, que había oscuridad en su interior, y mucho dolor, sin embargo jamás se me atravesó por la cabeza la idea de que fuese tan violento y sanguinario.

Lo había conseguido, después de todo. Ahora podía decir que conocía a Cedric Limerick, sin máscaras, sin barreras. Así era él y dolía darme cuenta de aquello.

Necesitaba a Hannah, su apoyo, su consejo, su fortaleza, y me hería aún más sentir que la había perdido, que no sabía reparar esta situación, ni tampoco podía culpar a nadie, solo habíamos llegado aquí de una manera incomprensible.

Con ese pesar cargando sobre mis hombros, caminé todo el campus, recogí el atuendo de Cedric y regresé por su ropa a la lavandería.

Abrí la puerta de su alcoba con resignación, y me quedé helada en la entrada, cuando noté que en sus ojos habían lágrimas.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 23, 2022 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

SelenofobiaWhere stories live. Discover now