🌑 Capítulo 9 parte 3 🌑

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Entré a la pieza de Angus, la cual estaba tan impecable como la última vez

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Entré a la pieza de Angus, la cual estaba tan impecable como la última vez.

—Ahí está el baño —indicó—. Aunque ya conoces mi cuarto.

Le saqué mi lengua, el movimiento de los músculos de mi cara hizo que mi herida doliera. Cuando vi mi rostro frente al espejo me espanté, tenía tres horribles líneas cortando mi piel, que aún no dejaban de sangrar.

Comencé a limpiar la sangre que caía por mi mejilla, el brillante blanco del lavabo rápidamente se tiñó de rojo. Busqué algo con qué limpiar, todo se veía excesivamente ordenado. En algún momento me pregunté si tal vez Angus tenía una obsesión con la higiene o el orden, pero no me detuve a darle muchas vueltas, ya que de ser así, en este momento me estaba odiando por manchar su baño.

Estuve unos minutos encerrada dentro, esperando que la herida cicatrizara, mi cara estaba colorada por la sangre y la cicatriz. Apenas sí soportaba verme al espejo y descubrir esas tres horribles líneas, ahora sí que parecía la novia de Frankenstein o algo parecido, nadie dudaría que fui atacada por un hombre lobo luego de verme, esto me iba a dejar marcada de por vida.

Desde el reflejo pude ver a Angus entrar al baño, tenía la misma expresión de pocos amigos de siempre, cubrí con mi mejilla con mi mano para evitar que viera la marca que me había quedado.

Me pidió con su típica e inexistente amabilidad que tomara asiento en la tapa del W.C. y obedecí cabizbaja.

Tomó mi muñeca con una sorpresiva delicadeza y la retiró para poder apreciar el regalo que su hermano había dejado en mi rostro, estaba esperando alguna reacción de su parte, pero nada en su rostro daba indicios de lo que pasaba por su mente, solo se quedó mirándola un rato, antes de abrir una repisa y sacar unas vendas y un frasco.

—No necesitarás puntos al menos, pero tendrás que cuidarte eso —comentó.

—¿Desde cuando eres doctor? —pregunté a la defensiva.

—Simplemente conozco las garras de mi hermano —respondió.

Angus humedeció la gasa con el líquido del frasco y cuidadosamente comenzó a dar suaves golpes en mi mejilla lastimada.

La sensación cálida que él me producía comenzó a bailar en mi interior, revolcándose por todo mi cuerpo, era embriagadora y dulce, muy distinta a la constante actitud fría y distante de Angus. Era tan contradictorio que dolía de alguna manera, como mirar en dos direcciones a la vez, o sentir a dos personas empujando en direcciones opuestas. Sin embargo, así como dolía, también era hermoso, lo que convertía a este extraño sentimiento en algo aún más peculiar, de lo cual deseaba alejarme y a la vez conservar.

Su tacto era similar, estaba siendo cuidadoso, aunque su personalidad no lo demostrara, al ver su cuarto en tan perfecto estado y sintiendo sus manos curando suavemente mi piel, podía suponer que en realidad no era tan tosco como se esforzaba en aparentar.

SelenofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora