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En efecto, el piso de Janel y Sungyeol era más de lo que cualquiera en un apocalipsis podía soñar. El lugar se abastecía de energía solar conectado a un generador que, por alguna razón, seguía funcionando correctamente. El agua también corría con normalidad. Bien decorado. Etos dos se habían dedicado a saquear el IKEA. Tres habitaciones. Posiblemente hubiese sido de una familia con niños. Salón espacioso, con terraza. Dos baños y una amplia cocina, reformada.

– ¿Cómo lo habéis conseguido?

Dirigí mi vista hacia Janel, y esta a su vez la dirigió hacia Sungyeol, quien sonrió y acomodó los cojines de las camas de los cuartos para tumbar a Sunggyu y Myungsoo.

– Ya sabes cómo va esto, Renee... Vas entrando en pisos, vas descubriendo cosas... y terminas así.

Fruncí ligeramente el ceño, sin apartar la mirada de Janel. ¿Por qué me daba la impresion de que tras ese metro y medio de altura se escondía algo?

– Os podéis quedar pero no por mucho tiempo. No es por ofender, pero no queremos cargas.

Michie alzó las cejas al escuchar las palabras del que había sido nuestro compañero y yo le miré sin comprender.

– ¿Qué te ha pasado? Si necesitamos quedarnos unos días tenemos el derecho de hacerlo, ¿no crees? Deja de actuar así, parece que te han lavado el cerebro.

Este iba a replicar a mis palabras, sin embargo su chica negó con la cabeza, haciéndole callar. Tras unos segundos tensos en el salón sin que nadie dijese nada me dirigí hacia el cuarto donde descansaba mi marido. Ahí seguía el muy imbécil. Dormido. Sin embargo, su temperatura parecía ser normal.

Después un par de horas esperando y con un suspiro resignado caminé al lugar donde Sunggyu ya se había medio despertado. Hice una mueca al verle el rostro algo demacrado y cerré la puerta para tener algo de intimidad.

– ¿Estás bien? Tenemos que hablar.

No respondió a mi pregunta. Tomé asiento a un lado del colchón y agarré su mano mientras acariciaba sus nudillos.

– Sunggyu, dime qué vamos a hacer. Porque yo ya no lo sé. Yo estoy cansada, Sunggyu. ¿Me oyes? Mírame.

Respirando con algo de dificultad, proyectó su mirada hacia nuestras manos y luego hacia mis ojos.

– Sé que ahora lo único que quieres es dormirte y todo eso pero aquí el líder eres tú, ¿no? Yo solo soy tu ayudante o tu sustituta. –Aparté un mechón ensangrentado de su rostro, tratando de no tocar donde los golpes habían hecho mella–. Y sí. Estás hecho una mierda y estás loco, pero eso no es excusa.

No contestó ni movió un músculo. Sabía que me estaba escuchando, y no sé si eso era de agradecer o para arrepentirse.

– ¿Cómo le voy a decir a Myungsoo que estoy cansada? Creo que todos estamos un poco cansados. ¿Cuántos días han pasado? ¿Es miércoles? ¿Martes? ¿Domingo? En fin.

Hice un pausa en lo que acariciaba muy despacio su mano, casi masajeándola.

– Quiero volver a la vida de antes pero eso ya lo sabes. En realidad todos pero soy la segunda líder, no puedo quejarme de esto más que contigo. Y... no sé. No sé qué iba a hacer si me faltas. Eres mi confidente.

– Cállate... –Murmuró con voz algo derrotada y trató de incorporarse poco a poco, con intención de quedar sentado en la cama.

Con mi ayuda, lo consiguió. Y cuando lo hizo, dirigió su mirada al espejo que había en uno de los armarios. Ambos compartiendo pensamientos que los dos sabíamos con certeza. Un par de minutos más tarde, su campo visual se centro en mí y, posando una mano en mi nuca con debilidad, acercó nuestros rostros para pegar sus labios a los míos. No me sorprendió. No puse cara de susto ni de imbécil como hacen las chicas en los dramas. Tan solo me dejé hacer mientras el movía débilmente su boca sobre la mía, la cual permanecía inmóvil, esperando que fuera él el que se separase.

– Renee...

Silencio. Suspiro.

– Renee... echo de menos a Amanda...

Y dicho esto, rompió a llorar.

4-. 49 days. (Myungsoo y Renee).Where stories live. Discover now