Rachel Miller es la líder de un grupo que es furor en el instituto, cinco chicas hermosas, populares, astutas e inteligentes, pero con un pequeño detalle: Ninguna experiencia en el amor. Conocer aquella experiencia es su meta para este año.
Y es aqu...
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Narra Anastasia Díaz.
- Buenos días -me dijo, aquél chico que hace tan solo unos segundos nos miramos por primera vez, acompañandolo también una cálida sonrisa junto a esos hermosos ojos fríos.
- ¿Buenos días? -puse un tono de pregunta, tratando de parecer desinteresada y confusa.
- ¿Tú eres Anastasia Díaz, cierto? -respondió a mi tono confuso con otra pregunta, ¡Qué astuto!
- Sí, lo soy, ¿Y tú eres?
- Francis, Francis Leprince.
Francis Leprince, era perfecto, cada una de las letras de su nombre fueron correctamente colocadas, es simplemente perfecto, al fin sé su nombre, de este chico, que provoca en mi con su misterio una gran curiosidad.
- Un gusto, Leprince.
- El gusto es mío, Díaz.
Llamarnos por los apellidos, me gusta, es especial, eso creo. A excepción de los profesores, nadie me llama Díaz, y que este chico me llame así con su ronca voz, suena lindo y sexy.
Me toma por sorpresa el timbre, me despido de él, y me giro en dirección hacia mi sala.
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Al llegar observé una átmosfera bastante extraña, el origen de este extraño ambiente provenía de ciertas tres personas, René, Jacob y Rachel. Luego me fijé en el resto de mis amigas, Jessica y Astrid estaban cuchicheando entre ellas de quién sabe qué.
Y Bárbara, fue la que más me sorprendía, estaba extrañamente feliz, me alegra verla así. Me aproximé a ella para preguntarle el motivo de su felicidad.
- Hola, Barbie, ¿Por qué tan feliz? -me senté en el pupitre delantero al de ella.
- He conocido a alguien, un chico, es muy simpático, y me ha hecho reír -dijo mientras se le dibujaba una sonrisa atontada en el rostro.
- ¿Tanto así que tengas que poner esa cara de idiota?
- ¡¿Cómo que idiota?!
Comencé a reír sonoramente, me detuve a mirar a Bárbara, sus facciones, sus definidas y finas cejas, su maquillaje retocado, simplemente era hermosa.
A comparación mía, ella es perfecta, somos como la princesa y la plebeya, o mejor cambiemos por plebeya a pie grande.
Ella, a pesar de tener muy mala suerte y ser demasiado cabeza hueca, es agradable, y bonita.
