La invasión a Ithia

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Mientras Neil dormía, Abby esperaba de brazos cruzados, caminando de un lugar a otro de la habitación

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Mientras Neil dormía, Abby esperaba de brazos cruzados, caminando de un lugar a otro de la habitación. Tal vez usar ese hechizo había sido excesivo, además no estaba segura de cómo iba a funcionar. Lo había creado como un hechizo de ataque sin pensar demasiado en las consecuencias.

— ¡Neil! —gritó corriendo a tomarlo de la mano cuando lo vio despertar con dificultad—. ¿Estás bien? ¿Te duele demasiado?

El joven guerrero sacudió la cabeza, para su mala suerte recordaba todo lo que había pasado. En el momento final de la batalla con Ethan, su conciencia y su cuerpo habían sido dos cosas diferentes, había perdido el control sobre sí mismo y en su cabeza resonaban las palabras de Dahl, reclamándole a Abby deshacer su marca para evitar que la situación se tornase más peligrosa.

— ¿Por qué no disolviste mi marca cuando debiste? —Fueron sus primeras palabras al despertar después de un día.

Abby lo soltó de inmediato y lo contempló indignada.

— ¡Porque no era necesario!

— ¡Sí lo era Abby! ¡Eres mi seyu, es tu deber, no debes ser tan sentimental! Pude incluso haberte dañado a ti.

La joven resopló más molesta que indignada y salió de la habitación gritando:

—Charleen tiene razón, ¡los hombres son idiotas!

Neil sintió que había herido a Abby, se levantó de la cama y cayó al suelo, sus piernas se sentían adormiladas fruto del hechizo y el haber estado inmovilizado tantas horas.

Casi se arrastró hasta la puerta, esperando dar alcance a Abby. Antes de continuar con la mirada hacia lo largo del pasillo, se encontró con la joven sentada en el suelo junto a la puerta.

— ¿Vas a disculparte? —le preguntó Abby con la mirada gacha.

—Sí —aseguró con firmeza—. Lamento haberte fallado.

Abby esperó una explicación, Neil se hincó frente a ella y habló evitando el contacto visual.

—Perdí el control demasiado rápido, no logré tomar al lugar de Ethan, me falta demasiado para eso.

—La verdad es que sí —dijo pretenciosa—. Ethan tiene razón, te falta experiencia. La próxima vez reta a Liaw, tiene más puntos débiles. Y no vuelvas a cuestionarme. —Se levantó dándole la espalda—. Cuando estás en combate yo soy quien decide si vives o mueres, y encontré una alternativa, pero no es recomendable que use ese hechizo más de una vez, puede ser peligroso. Aprende a controlarte y deja de ser tan presuntuoso, tal vez así logres entrar a la Legión.

—Lo haré. —Suspiró incorporándose apoyando una mano en la pared—, te prometo no fallarte la próxima vez.

— ¿Fallarme? Tú eres el que quiere ser miembro de la Legión, yo prefería que siguieras siendo un General.

El tesoro de Charleen (Foris #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora