Como es tradición en su pueblo, Charleen debe contraer matrimonio al cumplir los dieciocho años, sin embargo, no piensa aceptar esta obligación sin antes haber vivido una gran aventura y escrito en libros sobre ella. Es así que convence a un guerrer...
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12 de mayo, año 415 d.r
2:30 a.m
Llegué a Ithia por fin y se supone que debería escribir página tras página sobre lo asombrosa que es la ciudad de Selo y los unuas, las nuevas especies de animales y plantas que conocí, la forma de vida de la gente, las construcciones... hay tanto, demasiado, y lo único en lo que puedo pensar es en Ethan. Desde que llegamos que no lo he visto. Está ocupado poniéndose al tanto con las cosas de la ciudad. Él tiene más poder en este territorio de lo que pensaba. Toma todas las decisiones y todos obedecen sus órdenes. Menos Sahori y Liaw por su puesto.
Ahora estoy en su habitación, aparentemente es el lugar donde viviré el tiempo que permanezca aquí. Por alguna razón pasé de ser la "compañera de viaje de Ethan" a ser su pareja. Al menos eso es lo que la gente de aquí piensa. Lo peor es que no sé si tienen o no razón. ¿Soy la pareja de Ethan? ¿Desde cuándo? ¿De verdad ese idiota tomó esa decisión sin consultarme? De una u otra forma estoy en un problema.
Mi mente, que es a quien debería escuchar, me grita que tengo que arreglar este asunto, dejarle en claro a Ethan que no podemos tener ningún tipo de relación amorosa. Y otra parte de mí, la idiota y sentimental que debí enterrar hace mucho, salta de alegría como una niña estúpida frente a una montaña de chocolate, exigiéndome que olvide absolutamente todo y permanezca a lado de Ethan.
Mi plan era sencillo y simplemente perfecto. Debía llegar, cumplir mi misión y regresar a mi pueblo, casarme con Emmet, abrir una biblioteca y dedicarme a escribir mientras Carol cuidaba de mis hijos. Ahora todo cambió por culpa de mis estúpidos sentimientos y de Ethan. Es arrogante, irritante, amargado, torpe y aun así, cuando lo veo, lo primero que deseo es refugiarme en sus brazos, como la frágil y tonta humana que él dice que soy.
Charleen se cansó de escribir y redundar una y otra vez sobre lo que sentía. Arrojó la bitácora hacia el balcón, pensando que era cierto lo que Ethan le había dicho hacía tiempo, eso era más un diario que una bitácora de viaje. Tal vez debía iniciar una nueva; poniendo datos objetivos y no lo enamorada que estaba.
Estiró los brazos y las piernas ocupando lo más que podía de esa enorme cama y entre el relajante sonido de la cascada y el revoloteo de unas aves nocturnas que pasaban por la ventana, concilió el sueño.
Charleen era presa del sueño más agradable y reparador que había tenido nunca, pero como todo lo agradable no le duraba demasiado, de golpe le fue arrebatada la delgada sábana con la que se tapaba. Abriendo los párpados con dificultad, distinguió la silueta de Ethan.
—Levántate, nos vamos —le ordenó.
— ¿Qué hora es? —cerró los ojos de nuevo.
—Es de madrugada.
Soltó un quejido como respuesta y tanteando en la cama encontró de nuevo la sábana y se cubrió hasta la cabeza. Lo que tenía que aclarar con Ethan lo haría más tarde.
