22- Quién hiere a quién

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Desperté sobresaltada y me topé con el cuerpo de Connor allí. Asustada, lo abracé antes de que lograra despertarse del todo. Entonces lloré más y más mientras él me abrazaba, hasta que logré calmarme.
-Tuve un sueño horrible.-musité entonces, sin soltarlo.
-Debió ser la fiebre.-murmuró él.-Logré bajarla. Sólo queda un poco.
-Connor, fue muy horrible. Gemma estaba ahí y creo que toda la familia. Había mucho ruido y humo y alcohol. Y la casa estaba repleta de gente y no podía encontrarte. Y entonces aparecías...-mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas y lo miré.-Pero no podía tomarte lo suficientemente cerca y, de alguna forma, yo te lastimaba y empezabas a sangrar. Y... Connor.
-Mirame, estoy bien, bebita. Estoy bien y vos también y no hay nadie más en la casa. -besó mi frente una y otra vez. - No hay nada de que preocuparse. Mirame, Ele.-obedecí.-Yo estoy perfectamente bien. La fiebre te jugó una mala pasada.
-Connor, no quiero volver a dormir nunca más.-musité y volteé, sin dejar que me suelte.-Nunca más en mi vida.
-No voy a dejar que vuelva a pasar.-dijo con suavidad intentando que voltee.-Vamos, Ele. De verdad estás asustándome mucho. Nunca estuviste así.
-¿Así cómo?
-Así como si estuvieses esperando que hubiera alguien más en mi lugar.
-No es eso.
-¿Entonces qué es?-preguntó y su voz sonó realmente atormentada, pero no volteé.
-Connor, te amo.
-Ele...-murmuró.
- No soy yo la que quiere a alguien más acá.-murmuré.-Porque es la segunda vez que no contestas.
-¿Qué decís?-preguntó escandalizado y se sentó en la cama.-Elena, mirame.-exigió, pero yo sólo salí de la cama y avancé hacia mi cuarto.-¡Elena!
-Andate con tu novia, Connor. Yo estoy bien. No necesitas cuidarme.-repliqué y dejé en el pasillo la foto que había encontrado en su cuarto hacía ya unos meses.
-Ele...-murmuró.-Yo...
-Decilo.
-Quería que la conocieras.-dijo con la mano en el cabello, sin mirarme.-Nosotros... Ella... Vamos a casarnos.
-Andá con ella. Yo voy a irme a la cama.-mascullé y cerré la puerta con llave y la ventana con seguro.
-Ele.-llamó.-Ele, déjame explicarte.
-No tenes nada que explicarme.-dije.-Vas a casarte. Es algo genial y deberías estar con la novia ahora.
-Ele, por favor.
-No.-dije y me metí en el baño.
Ya no lo oía. Con el agua, salieron las lágrimas. Permanecí durante horas allí asimilando que Connor amaba a alguien más, que mi tiempo con él había terminado y que era un pasado que había quedado sepultado para siempre.
Al salir, le marqué a Gabriel, le pedí que fuera y le abrí la ventana. Sabía que Connor seguía en la casa, aunque no lo oía. Sabía que hablaba con alguien, que probablemente ella estuviera al otro lado de mi puerta, pero no abriría, porque no quería ver a quién sea que me haya robado a mi Connor.
-¿Qué pasó?-preguntó Gabriel al teléfono, pero no dije nada porque veía la luz interrumpida de unos pues al otro lado de la puerta.-Estoy yendo, Ele.
Todo se volvió oscuridad al rato. Cuando Gabriel entró por la ventana, lo primero que vi fue su mueca de horror. Me levantó del piso y se apresuró a meterme en la cama.
-¿Trabas la ventana?-pedí y él miró la llave en la puerta.-Va a casarse. Ya no me ama. Ya no existo. Ya no...
-Shh.-murmuró Gabriel y acarició mi rostro.- Eso no es así. Tu hermano te va a amar siempre.
- Ya no.-lloré.-Ya no responde cuando lo digo.
-Entonces acá me tenes a mí que voy a amarte siempre.-dijo abrazándome con fuerza.-Tranquila, mi amor. Tranquila.
Unas luz se filtró debajo de la puerta y alguien comenzó a golpear esta con fuerza.
-¿Quién está ahí?-gritó Connor.-¿Quién mierda está con vos, Elena?
Me hundí en el pecho de mi acompañante y comencé a llorar más y más. Los golpes seguían sonando y la cabeza empezaba a dolerme.
-Hey.-murmuró Gabriel tomándome el rostro.
- No me siento bien.-murmuré.-Creo que... No me siento nada bien.
-Tenes mucha fiebre.
-No es eso.-dije y miré la puerta.-Creo que perdí del todo a la persona que más amaba.
Los golpes pararon y una voz femenina y confundida lo llenó todo. Me aferré a Gabriel y él quiso distraerme acariciando mis mejillas, pero nada funcionaba y aquella mujer seguía hablando.
-¿Podemos irnos?-pedí.
-Esta es tu casa.
- Ya hay una familia acá.
Él negó y me hizo acostarme en la cama nuevamente. Me besó y cubrió bien con las sábanas antes de meterse en mi baño y salir con una toalla húmeda. Escuché la puerta de entrada y pronto vi a mi hermano en la ventana. Le hice una señal a Gabriel de que se quedara allí y él obedeció. Connor recorrió todo con la mirada, pero no pudo verlo. Clavó sus ojos en los míos y yo sólo me limité a apartar la mirada y levantarme de la cama para cerrar las cortinas. Pero no llegué tan lejos, y sentí que perdía fuerzas. Caí y Gabriel corrió hacia mí sin importarle mi hermano. Me levantó con rapidez y volvió a llevarme a la cama, donde se sentó junto a mí y tomó mi mano a la vez que me humedecía el rostro.
Miré a Connor. Esperaba ver un rostro furioso con los ojos clavados en Gabriel, pero estaban clavados en mí y lucían preocupados.
-Ele.-dijo. Pero nadie respondió y aguardó ahí, hasta que un portazo me hizo saber que su prometida se iba.

Encarcelada por amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora