8-Sin alas.

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Connor me miraba con insitencia. Llevé mis dedos a su mejilla y la acaricié con suavidad. Dejé que mis dedos delinearan sus facciones y me llené de él.
-Mis alas me alejaron de vos.-dije en un susurro.-Así que las corté.
-Beba.-dijo con lágrimas en los ojos y unió su frente a la mía.-Tengo que curarte eso. Tengo que... Te amo. Te amo mucho, ¿si?
-Te amo también.
-Voy a terminar de bañarte, te voy a curar y vamos a ir a dormir. Tenes fiebre porque se te infectó la herida, Elena.
-No quiero dormir.-lloré.
-No voy a irme. Vas a acostarte arriba mío así estás segura de que no voy a irme.-tomó mi rostro pero no pude mirarlo. Estaba asustada.
-Te fuiste. -dije llorando aún más. Me rodeé en cuerpo con ambos brazos y llevé mi pulgar a mi boca. Él cerró el agua, me rodeó con una toalla y me sacó de la bañera.
-Sos tan chiquita. -murmuró.- No sé cómo pude hacerte esto. Todos decían que te dejara ir, mi cabeza decía "reglas, reglas, reglas" y mi corazón decía, "algo puede pasarle. No dejes que se vaya, la amas. Es tu hermanita." Y les hice caso a los demás porque prometieron que ibas a estar bien. Ellos no te conocen como yo lo hago. No voy a volver a escucharlos cuando se trate de vos. Te lo prometo.
-Connor, me duele.-lloriqueé.
Él me curó en silencio y luego volvió a tomarme en brazos, llevándome hasta la cama. Me recostó sobre él y acarició mi rostro. Podía oír su corazón y me pareció perfecto, único, entrañable.
-Quince años y con el dedo en la boca.-dijo chasqueando la lengua, pero no había rastros de su burla habitual.
-Dejame.-dije y me acomodé mejor en su pecho.
-Dormí. -pidió tras unos minutos en silencio.
Tomé su mano y la llevé a mi cintura y él hizo lo mismo con la otra. Me presionó contra su cuerpo con suavidad y besó mi frente. No quería dormirme por temor pero, tras varios días sin hacerlo, quedé fuera de juego en muy poco tiempo.

Al despertar, me sobresalté unos instantes, antes de reconocer que estaba en una habitación de hotel con Connor debajo mío. Él se incorporó de golpe ante mis movimientos.
-¿Qué pasa?-preguntó asustado, tomando mi rostro entre sus manos.
-Pensé...-murmuré.- Estás acá.
Lo abracé con fuerza y permanecí así unos largos minutos, para luego besarle la mejilla.
Antes de salir de la habitación, me revisó las heridas de la espalda y buscó la ropa que no me había dado cuando me marché. Nunca hacia sido tan cuidadoso con cada uno de sus movimientos, ni siquiera cuando perdimos a Gemma.
-¿Dónde está tu ropa? -preguntó.
-Había personas ahí que la necesitaban mas que yo.-susurré. Él suspiró y besó mi frente.-Hay mucha gente viviendo en la calle. Es muy triste, Connor.
-Lo sé, beba. Lo sé. -dijo, abrazándome, aunque eso no parecía ser lo que él quería decir.- Perdiste peso.
-No se consigue mucha comida.-admití y me tomó como a una niña pequeña.
-Perdoname.
-Te perdono pero no vuelvas a hacerlo.-supliqué.
-Dalo por hecho.
Salió de la habitación sin bajarme, tal como hacía después de la muerte de Gemma. Avanzó hacia el ascensor y pude ver a los demás en el restaurante del lugar. Quise bajar pero Connor no me lo permitió,  me aferró con más fuerza, besando mi mejilla.
-Te amo.-dijo.
-Te amo también.
-¡Elena!-exclamó Gabriel, poniéndose de pie y caminando hacia mí.-Dijiste que estaba en Londres.
-La dejé en el hotel y...-dijo Connor.-No se fue a Londres. Pensé que ella...
-¿No la subiste al avión? ¿Pensabas que ella iba a hacerlo sola? Nunca va a ningún lugar sin vos.-explotó John.-Sos un inconsciente, un irresponsable, un...
-¿Cómo nos encontró? -preguntó Trevor, deteniéndolo.
Connor resopló y tomó lugar conmigo encima, sin responder a los gritos o la pregunta de Trevor. Me dio un panquesito y me lo comí, pegada a su pecho en silencio. A este le siguió otro y otro y otro hasta que ya no quedaron panquesitos sobre la mesa. Me tomé un chocolate caliente y llegaron más panquesitos.
-Caminó día y noche hasta que nos encontró. -susurró y acarició mi pelo.- Dio todas sus cosas a personas en situación de calle y casi ni comió.-sus ojos se llenaron de lágrimas mientras me daba otro panquesito.-Perdió mucho peso y se lastimó.
-Ele...-susurró Gabriel, arrodillándose frente a mí.- Todo está bien, nena. No llores.
-Connor está llorando.-susurré y mi hermano me presionó más entre sus brazos.
-No quiero que llores más. -pidió mi hermano.-Tenes los ojitos todos rojos desde ayer, te van a doler.
-Me duele más que te vayas.-admití.
-No va a volver a irse.-dijo Gabriel.-Te lo prometo yo. Nunca te rompí una promesa.
Asentí suavemente y miré el panquesito.
-Están muy ricos.-murmuré y él rió con suavidad.-Me gustan.
-Podes comer todos los que quieras.
-Pero despacio. -dijo Eddie.-Así no te duele la panza.
-Ya me duele.-admití y Connor suspiró, sacándome el pelo de la cara y acunando mi rostro con su mano.-Te amo.
-Te amo más. -dijo y besó mi frente.-Te amo mucho más. No creo que... No puedo dar un concierto hoy.-dijo y se puso de pie conmigo en brazos, volviendo a la habitación.-Quiero volver a casa.-murmuró.- Quiero que los dos volvamos a casa. Quiero que vuelva Gemma, mamá, papá. Quiero que todos volvamos a casa.
Y esa fue la primera vez que Connor se quebró ante mí en base al pasado, que se permitió nombraros. Lloré con él y volví a llevarme el dedo a la boca, deseando volver a ser chica, volver a que todo esté bien.

Encarcelada por amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora