21- Tazas vacías

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Permanecí en silencio hasta que todos terminaron su desayuno y me dejé caer en el pecho de mi hermano. Connor dejó que escondiera el rostro en su cuello y suspiró. Sentí la mano de Gabriel jugando con la mía y la tomé, acercándola más a mí.
- La fiebre subió.-dijo mi hermano.-Creo que va a tener que volver a recostarse.
-Coni.-murmuré y sin querer lloré un poco.
-Shh.-murmuró él sosteniendo mi cabeza contra su pecho.- No llores. Ya vas a sentirte mejor.
Pero yo no lloraba por eso. Lloraba porque Connor ya estaba rechazando por completo mi relación con el rubio antes siquiera de que me atreviera a compartirla con él. Lloraba porque sí quería a Gabriel, porque veía un futuro con él y sabía que él lo veía conmigo. Presioné su mano y se acercó, acarició mi brazo una y otra vez y sentí como Connor se tensaba.
-Elena necesita descansar.-dijo.-Creo que es mejor que te vayas. Fue una mala idea. Ella está enferma.
-Tranquilo. Subila. Yo lavo todo.
Mi hermano dudó pero terminó aceptando cuando se me escapó otro sollozo. Miré a Gabriel y él besó mi frente. Sospecho que sabía lo mismo que yo.
-Hacele caso a tu hermano. Él sólo quiere cuidarte. Si me necesitan, me llaman. Aunque dudo que lo hagan. Connor es el único que puede curarte.-mi hermano pareció relajarse.-Ahora ya no llores. Si él dice que vas a sentirte bien, ¿a qué le tenes miedo?-negué y él sonrió.-Andá. Yo me encargo de esto. Paso a ver si necesitas algo antes de irme.
- No quiero echarte...-comenzó mi hermano.
- Ella necesita descansar, Connor. Está bien. Hay que procurar que se recupere. Escuché que Eddie está con fiebre también. Ahora andá, debe tener frío.
Mi hermano subió y me acostó en la cama antes de agregar más mantas y acostarse a mi lado. Sin poder evitarlo, continué llorando cada vez más. No quería perder a Gabriel. No podía permitirlo. No después de lo que me había costado poder estar con él a pesar de mi hermano. Cuando él subió, Connor me aferraba con fuerza mientras seguía pidiéndome que me calmara, que le dijera qué pasaba. El rubio de los ojos verdes y la barba un poco crecida, dejó unos paños húmedos junto a la cama y tomó mi mano entre las suyas.
-Tenes que descansar.-dijo con suavidad, aunque parecía que quería decir otra cosa.-Necesitas dormir y reponerte, Ele. Ya no llores. Preciosa, ya no llores.
Mordí el interior de mi mejilla intentando calmarme. Quería decirle que lo quería, quería contarle a Connor, quería dejar de ser una bebé y poder vivir con ese hombre que estaba sentado junto a mí suplicándome con la mirada que me calmara.
Entonces callé, y aunque las lágrimas no dejaban de salir, me cubrí el rostro e intenté calmarme. Connor me hizo voltear hacia su pecho y quiso retirar las manos, pero no lo permití.
-Cantale.-escuché que murmuraba Gabriel.-Voy a llamar a la noche para ver si todo sigue bien.
Connor comenzó a cantar bajito y sentí como Gabriel se levantaba y se iba en silencio. Quería que se quedara. Quería poder estar con él.
-Ya.-murmuró mi hermano y comenzó a humedecerme el rostro con cuidado.-Tranquila.-cansada, me junté a su pecho y aparté el paño.-¿Qué?-hice que cerrara sus brazos en torno a mí y escuché su corazón en silencio.-Dormí, Ele. Dormí que no voy a irme.
-Te amo.-musité.
"A pesar de todo" quise agregar, pero no lo hice y me dormí sin que mi hermano respondiera.
Todo parecía ser un desastre. Mi hermano nunca permitiría que yo estuviera con alguien, y menos si era uno de sus amigos. Sobretodo porque se trataba de quien había dejado la banda.

Desperté sola en la cama y me sentí mal, terriblemente mal. Algo dentro de mí se hizo añicos al recordar aquella mañana en el hotel. El pulso comenzó a latirme tras las orejas y aferré las mantas mientras la respiración se me volvía más pasada. No me atreví a llamarlo. Salí de la cama y miré el pasillo. No había nadie allí.
Comencé a contar mentalmente una y otra vez, sentí que la casa estaba llena de gente y era el cumpleaños de Gemma. Había mucho humo y olor a alcohol. Bajé por las escaleras y vi a las parejas correr arriba. Uno, dos... Ocho... Intentaba calmarme, pero la música estaba muy alta y Connor no aparecía por ningún lado. Quise gritar, pero nada salió de mí salvo aire. No. Necesitaba ese aire. Todavía aferraba una de las mantas. La mesa estaba servida cuando me asomé. Muchos adultos reían y comían. Las conversaciones volaban de un lado a otro. No podía ver sus rostros. Salí al jardín y vi a Gemma bailando. Gemma había tomado demasiado.
Entonces apareció Connor frente a mí, pero no podía oírlo porque la música estaba demasiado fuerte. Asustada, solté la manta y busqué aferrarme de su remera, pero no llevaba ninguna y yo no podía agarrarme lo suficientemente fuerte de él. Vi sangre en mis uñas y me aparte. Connor estaba cubierto de sangre por todos lados. Uno. Dos. Tres... Me sentí caer y todo se volvió oscuro de golpe.

Encarcelada por amor.Where stories live. Discover now