1O.2; adicción

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Mi trasero escocía, así como mis ojos llenos de lágrimas.


Me habían contado historias, había oído rumores sobre ese tipo de gustos que poseía el capitán Min, pero no sabía que ser el juguete del capitán realmente consistiese en estar a cuatro patas con el pecho en el colchón, tratando de respirar como la situación me lo permitía mientras él azotaba mi trasero el cual, posiblemente, estuviese cada vez más enrojecido.

Cuando me dijeron que el capitán disfrutaba con el dolor ajeno, pensaba que me iba a pegar sin más. No... "eso".


-¿Te gusta, Park? -Dejó de azotar por un momento y simplemente me acarició ambas nalgas y las masajeó, haciéndome sentir algo aliviado. Me armé de valor y me negué en voz alta, pero Min soltó una carcajada ronca-. No puedes mentirme. La forma en la que levantas el trasero... y el hecho de que estés goteando te delatan, grumete.


Me enrojecí y mordí las sábanas por la rabia de no saber cómo ocultarlo. Y es que, no me gustaba estar vulnerable delante de él. Me sentía débil aceptando que me gustaba y que me excitaba cómo me tocaba.


-Lo o-odio... -Azotó mi trasero de forma sonora y me mordí el labio inferior, separando un poco las piernas. E inmediatamente corregí mis palabras-. Lo odio, mi capitán...

Además, mentir siempre hacía que fuese un poco más rudo. ¿Que por qué me gustaba que me tratase así? Ni yo lo sabía. Era un sentimiento contradictorio, y debo admitir que al principio no me gustaba, me sentía aterrorizado... pero Min supo cómo ir tratando mi cuerpo, cómo y dónde tocarme, apretarme o arañarme para mi disfrute. Como él me dijo, aprendí a apreciar el dolor y la violencia. Era impresionante la forma en la que mi cuerpo cambió y se adaptó. Además, me sentía seguro. Sabía que, si yo pronunciaba mi propio nombre, él pararía. Lo habíamos establecido como... ¿cómo lo llamó él? Palabra de seguridad.


Escuché cómo su cinturón se abría y hundí mi rostro en el colchón para esconder una expresión bastante lasciva al sentir el material del accesorio deslizarse por mi piel desnuda.

-¿Podrás seguir mintiendo si te corres? -Yo levanté algo más mi trasero, y él me azotó de forma seca con el cinturón, haciéndome gritar de dolor y encogiéndome momentáneamente para luego volver a pedir por más con mi cuerpo.

Comenzó a azotarme más seguido y yo sólo gritaba y me revolvía entre quejidos y espasmos, clavándome las uñas en las palmas de las manos y sintiendo como toda mi piel se erizaba, excitada, con el ardor que subía desde mi retaguardia. Dolía muchísimo, pero no quería que parase.

-Duele... c-capitán, duele... -Susurré como pude, pues de mis labios entreabiertos sólo salían gritos lastimosos y jadeos excitados.

-Y te gusta así -Dijo firme y tajante, y no me podía negar pues mi pre-semen caía hasta las sábanas y formaba cierto estropicio. 


Tiró el cinturón al suelo e impregnó sus dedos en saliva para luego empezar a meterlos en mí; dos de golpe, y luego un tercero... y un cuarto. Empezó a moverlos con fuerza dentro de mi trasero, ensanchándome y buscando mi punto dulce, aunque cuando lo encontró, apenas lo rozó varias veces y ya me vine por completo sobre la cama, temblando y desplomándome sobre ésta.

Escuché un gruñido en cuanto dejé de estar en aquella posición, pero, con todo el dolor y todo el escozor por el cambio de postura, me tumbé boca arriba y separé mis piernas, mirando su rostro sudado y tan excitado como el mío. Traté de desnudarle, pero nunca me dejaba, así que me conformé con sacar su excitado miembro de los pantalones para acariciarlo con ambas manos, clavando los ojos en él. 

-Para darte asco... no dudas en tocarlo -Le miré con los labios entreabiertos y separé algo más las piernas para invitarle a entrar, mientras tomaba su mano y la colocaba alrededor de mi garganta.

-Rómpeme, capitán... -Él se inclinó complacido y metió sólo la punta, haciéndome rabiar por unos segundos hasta que rodeé su cintura con las piernas y le obligué a entrar del todo, aguantando un gemido bastante vergonzoso. Él jadeó y apretó los dedos alrededor de mi cuello, privándome poco a poco del oxígeno-. Nh... S-sí...


Comenzó a moverse con fuerza desde el principio, apretando más y más los dedos en mi garganta hasta que yo necesitaba volver a coger aire, y luego lo repetía. Yo gemía a duras penas y me agitaba del placer y dolor bajo el capitán conforme me penetraba y chocaba contra lo más profundo de mi ser; llenándome, haciéndome arder en lujuria.

Su miembro se abría paso en mí con tal brutalidad que yo no podía pensar en nada más que en Min. En él, su cuerpo, sus manos, su erección. Me volvía loco tener sexo con él; que probase mis límites y los forzara era excitante.  Y yo no podía más; me volví a correr y me retorcía de sumo placer bajo su cuerpo, moviéndome para tratar de llevarle al final al mayor también. Y así lo hice, sentí cómo me llenaba y me dejaba esa sensación tan cálida y sucia en el cuerpo, como cada vez que me acostaba con él... era adictivo.


Que lo odie y le quiera ver muerto no implica que no pueda disfrutar teniendo sexo... ¿no?




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Ah, después de tanto sin actualizar, les quise dar un poco de lemon, aunque no aporte mucho a la trama. :v

One Treasure 《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora