CAPITULO 3: MALOS TIEMPOS

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Luego de una época de gran crecimiento económico y turístico, sucedió algo que cambiaría radicalmente la vida en Miramar.

En 1977, después de un tiempo de incesantes lluvias, el río Dulce se desbordó y provocó una creciente en la mar.

Poco a poco las aguas fueron avanzando. Primero taparon la avenida costanera que enmarcaba la laguna, luego siguió subiendo y provocando la inundación de numerosos hoteles, hospedajes y casas. También la Iglesia Católica y la escuela.

Las aguas subieron y subieron dejando a miles de personas sin hogar y llevando a la quiebra a empresarios hoteleros que lo perdieron todo.

No hubo muertos, pero las pérdidas materiales fueron muchísimas.

Nuestra iglesia se transformó en albergue, y muchas familias vivieron durante meses allí.

De 4000 habitantes, la población se redujo a 2000, ya que numerosas familias se mudaron a otras localidades cercanas en busca de trabajo y la oportunidad de un nuevo comienzo.

El tiempo crítico terminó en 1981, cuando se llegó al máximo de su capacidad.

Este ingreso de agua dulce redujo notablemente la salinidad del agua, perdiendo alguna de las propiedades buscadas por los turistas, y los barros terapéuticos quedaron enterrados a más de 200 metros de la costa.

Sin más turistas y sumergida en las aguas de la mar, parecía ser el final de la ciudad.

Para entonces, yo tenía 12 años.

Recuerdo ver las construcciones internadas en la laguna.

Con mis amigos nadábamos desde la costa y nos parábamos sobre los techos y jugábamos allí.

Recuerdo que decíamos: esta era la casa de doña Rosa, allá estaba la escuela! cosa que nos parecía divertidas.

En la población que decidió quedarse, se notaba una profunda tristeza y depresión.

Mucha gente debió comenzar de cero.

No hubo ayuda del gobierno, nadie acudió para dar soluciones.

Vecinos ayudaron a otros vecinos, y gracias a la solidaridad de todos, una nueva Miramar se comenzaba a construir.

La Iglesia quedó a solo dos cuadras de la costa. Siempre recuerdo cuando mi abuelo dijo: - "Dios protegió a su Iglesia. Su mano detuvo el agua antes de que dañara la casa de sus hijos"

Increíblemente, ninguno de los hermanos de la iglesia sufrió pérdidas, todas sus casas quedaron a metros del agua pero sin daño alguno.

Para todo habitante, ver el atardecer en la laguna llegó a ser una tortura diaria.

En medio de aquel gran espejo de agua podían verse gran cantidad de techos y construcciones inundadas. Bajo el agua había quedado el esfuerzo de tanto tiempo de trabajo, los sueños de familias enteras que le apostaban al turismo creciente.

El agua no retrocedió.

La gente dejó de mirar la laguna.

Prefirió seguir la vida, como pudo.

La casa que mi padre estaba construyendo quedó completamente bajo el agua.

Eran solo paredes sin techar, pero esta pérdida le afectó grandemente, tanto emocional y económicamente. Sumado a eso, el Gran Hotel Viena, quedo semi-inundado y todos los empleados, incluyendo mi padre, quedaron sin trabajo.

Para agregar un peso más, mamá quedó embarazada. Y lejos de resultar una agradable noticia, la llegada de este bebé puso a mi padre de pésimo humor.

Mi lugar en el mundo _ (Completa)Where stories live. Discover now