¿Sacrificio?

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¿Sacrificio?.

Como detestaba eso, aquél sentimiento anónimo que se apoderaba de su corazón, de su alma. Su mente estaba expuesto a miles de pensamientos débiles referentes al amor. Una leve chispa se encendía en su mirada al recordarla, se sentía como un pequeño niño acobijado en los brazos de su madre. ¿Qué tenía esa mujer? Sus emociones se vengaban sin piedad haciéndole sentir de una manera indescriptible, apenas se reconocía a sí mismo, increíble. Negó con la cabeza disipando pensamientos innecesarios, podía observar la entrada de la mansión, finalmente había llegado. Estacionó su coche y cerró sus ojos en un intento de calmarse, se empezaba a sentir estúpido, tal vez pensaba demasiado las cosas, sí, eso debía ser. Aunque muy a fondo sabía con perfección que no podía mentirse a sí mismo, lo que había pasado hace poco, de alguna forma lo hacía sentir relajado, libre, tranquilo; no entendía con claridad que estaba ocurriendo tras ese torbellino de emociones, pero lo que sabía y afirmaba con seguridad, es que Sakura era la culpable.

Se quitó el cinturón de seguridad y se bajó del coche con suma elegancia, empezó a caminar con paso apresurado hacia la puerta de la mansión. No quería que nadie le arruine esa noche, todo había salido demasiado bien y eso le asombraba; ignoraría su entorno —como de costumbre—, e iría a su habitación.

Una de las sirvientas lo saludó con una leve reverencia, la ignoró. Recorrió todo el lugar con fina sutileza, divisó el despacho de su padre, posiblemente estaba ahí dentro, de solo pensar en él le hervía la sangre. Naturalmente cualquiera reaccionaría de esa manera teniendo una figura paterna tan decepcionante. Para el Uchiha era difícil verlo, la discusión que habían tenido hace algunos días no se disipaba de su mente. Era un martirio.

Estaba tan cerca de llegar a su habitación cuando la puerta de aquel despacho se abrió y se cerró de un portazo. Detuvo el paso al instante, tragó saliva y regresó a ver por inercia. Sus imponentes ónix mostraron leve asombro al divisar de quien se trataba, no era su padre, sino su hermano, Itachi.

Lo inspeccionó rápidamente con la mirada, podía notar que estaba aturdido, ni siquiera se había percatado de su presencia; sintió que algo había pasado y al parecer no era nada bueno, endureció el rostro.

—¿Qué sucede Itachi? —soltó con seriedad. Tan directo como siempre.

Aquél hombre se tensó enseguida, no se había dado cuenta que su hermano estaba ahí, a pocos pasos de él, dirigiéndole una mirada acusadora. Se llevó la mano a la cien tratando de aclarar todo lo que estaba pasando y lo que había sucedido ahí dentro. Un verdadero problema. Se sentía fatigado, frustrado y triste.

Se acercó hacia su hermano y puso la mano en su hombro tratando de mostrar seguridad, lo hizo girar ligeramente con la intención de camuflar la idea de que había ocurrido algo. Su mirada era vaga y vacía, aquél brillo que se encontraba en sus orbes se había perdido, sus ánimos se habían desplomado en un segundo, estaba cansado y deprimido; no permitiría que Sasuke se involucre en algo innecesario. Para eso estaba su hermano mayor, para protegerlo.

—No pasa nada Sasuke, tú sabes cómo es nuestro padre, sólo es una pequeña tontería.

El pelinegro relajó el rostro tras escuchar aquellas palabras, tal vez se preocupó de más. Su hermano tenía razón, su padre era un completo desastre, las peleas eran tan comunes y él lo sabía perfectamente.

Sasuke asintió a lo que su hermano respondió con una sonrisa.

—¿Ya comiste? No te olvides de hacerlo, pediré que te preparen algo —dijo el hermano mayor recobrando su actitud amable de siempre. Empezó a alejarse.

AL FINAL DEL CAMINO「SS」|PAUSADA|Место, где живут истории. Откройте их для себя