El calor del hogar

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Entonces ví la casa de mis padres, que estaba cercada con alambre de púas, y tenía todas las entradas tapadas con tablas de madera.
Probablemente como fueron presa del pánico, tomaron esas acciones.

–Aquí es mi casa...– anuncié con un suspiro. –S-Sugiero que entremos para descansar un poco–
–Len, ya descansamos en la casa abandonada, ¿Recuerdas?–comentó Rin con indiferencia.

–Bueno, para mí no fue muy cómodo dormir entre escombros y con frío. Además, me gustaría ver a mis padres– insistí, con la mirada fija en la susodicha vivienda.

–Bien. Si eso te hace feliz, entremos– accedió, cerrando sus ojos y cruzando sus brazos.

Entonces, avancé hacia la entrada, sellada por tablas de madera y sacos de arena. Luego toqué la puerta con fuerza.

–¡Largo de aquí! ¡No les daremos nada!– exclamó claramente la voz de mi padre, con molestia.

–Qué cálida bienvenida...– susurró la rubia, sarcástica. Pero no hice nada ante su comentario.

–¡Papá, soy yo! ¡Len! ¡Vine a visitarte!– insistí, sin dejar la esperanza.

Entonces, mis padres se asomaron por la ventana, y sonrieron, sorprendidos:

–¡Hijo! ¡Por fin! ¡Creímos que te habías muerto o algo!– dijo mi padre estupefacto, antes de que mi madre lo golpeara suavemente en el hombro.

–¡No digas eso Piko!– reclamó la mujer, molesta. –¡Qué bueno que regresas Len, te extrañamos muchísimo! ¡En un momento entrarás a casa!– decía mi madre emocionada, incluso con lágrimas en los ojos.

 –¡Qué bueno que regresas Len, te extrañamos muchísimo! ¡En un momento entrarás a casa!– decía mi madre emocionada, incluso con lágrimas en los ojos

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Momentos​ después, sacaron una larga cuerda por la ventana, para que la escalara y subiera hasta allí.

–Vamos Rin, subamos– le pedí a la chica, y ella me siguió.

–Oye hijo, ¿Quién es la chica que está contigo?– preguntó mi madre con esepticismo, cuando por fin había llegado hasta la ventana, y Rin estaba abajo.

–Ah... Es una amiga de la escuela... Larga historia– le respondí, suspirando. Porque de hecho, era una muy larga historia.

Al final, los dos pudimos llegar hasta la ventana, y entramos a la habitación de mis padres.
A diferencia del exterior, aquello seguía idéntico a como lo había dejado.

–Bueno... Ella es Rin, una chica que conocí en la escuela– les conté, y luego, la susodicha se presentó:

–Gusto en conocerlos Señor y Señora Kagamine. También, gracias por darnos asilo en su hogar–
–¡Claro! ¡Pero siéntete como en casa, porque ahora ambos están a salvo!– dijo mi madre con alegría, mientras ella de repente nos abrazó, junto a mi padre.

–¡H-Hey! ¡N-No hace falta tanto cariño...! V-Van a poner nerviosa a Rin– comenté sorprendido.
Y de hecho, predije la reacción de la rubia, puesto que ella estaba tan roja como un tomate.

☣Dulce Veneno☣ [RiLen] ♢Segunda parte de "La Chica Contaminada"♢Where stories live. Discover now