Cap. 5 - Suppose I never ever saw you

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POV Sirius


- ¡Black!

Mierda; me han pillado.

- Minerva... - saludo, con demasiada familiaridad, cuando reconozco a la persona que ha llamado mi atención de forma tan brusca - ¿puedo decirle que está particularmente encantadora hoy? – muestro mi mejor sonrisa y espero librarme así del lío en el que puedo haberme metido. Evidentemente, no recuerdo con quién estoy hablando.

- Depende – responde la profesora McGonagall, con su habitual mirada severa y su tono más frío - ¿Cuántos días de castigo y cuán duro quiere que sea este?

- Touché, profesora – murmuro, convirtiendo mi sonrisa en una inocente, aunque parece quedar en un intento, supongo que por la falta de costumbre, o porque nada inocente puede salir de mí. Llevo mi mano derecha a la boca y hago el gesto de cerrar una cremallera sobre mis labios, cerrar con candado y tirar la llave.

No parece ablandarse, a juzgar por el modo en que frunce los labios, pero al menos reconozco ese gesto de negación que hace con la cabeza, ese que dice sin palabras "¿por qué me hice docente?"

- ¿Se puede saber qué se le ha perdido en el baño de las chicas? – pregunta, y quiero refugiarme en mi recién adquirida mudez, pero sé que no es una opción.

- Pues verá, profesora... - comienzo, sin saber muy bien cómo seguir. Muy mal, la primera regla del buen merodeador es tener siempre pensada una historia medianamente creíble, ni siquiera hace falta que sea buena, con tal de no dejar pruebas.

Y, en este caso, no hay pruebas, porque la operación ha sido un fiasco. El plan era intentar imitar el hechizo de los espejos de doble cara como los que tenemos James y yo, de manera que desde nuestro espejo pudiésemos ver el baño de las chicas. Con fines meramente científicos, claro; el mundo femenino es tan extraño... Pero no ha funcionado, el hechizo es más complicado de lo que creía.

- Estoy esperando – me insta, arqueando una de sus estrictas cejas.

- Es que me da cierta vergüenza, profesora – balbuceo mientras pienso en algo y, finalmente, suelto – Me ha dado un apretón.

La miro intensamente, esperando que esa afirmación sirva para evitar que pida detalles. El silencio parece alargarse mientras cuento los segundos, hasta que ella suspira.

- Está bien, Black, hagamos esto: - declara, al fin – fingiré creerte, porque no quiero tener que quitar puntos a mi propia casa. Desde que tú y tus amigos llegasteis al colegio, la copa se ha ido alejando más y más de nuestro alcance.

- Lo siento – murmuro, pero no puedo evitar que se me escape una pequeña sonrisa orgullosa.

- Deberías. – confirma ella – Y ahora vete, antes de que cambie de idea. Olvidaré que te he visto.

Obediente por una vez, me doy la vuelta para salir por piernas, tal vez demasiado rápido, pues la voz potente de la profesora de Transformaciones me detiene de nuevo.

- ¡Está prohibido correr por los pasillos! – grita, y niega de nuevo con la cabeza – Y, si tengo alguna queja de las alumnas sobre el baño, sabré a quién culpar.

- Sí, señora. – me apresuro a responder, caminando más despacio y de espaldas, dejando que sea ella quien corte el contacto visual. Lo hace tras una última mirada resignada, y yo me pierdo por el pasillo contrario, doblando la esquina sin un rumbo concreto, solo esperando alejarme por si cambia de idea, como ella misma ha amenazado.

La tensión desaparece tras unos minutos caminando. Intento decidir hacia dónde encamino mis pasos, ¿vuelvo a la sala común? ¿Voy a las cocinas a buscar alguno de los suculentos bocados que pueden preparar los amistosos elfos? ¿O busco alguna chica que quiera pasar el rato conmigo?

Mi pie golpea entonces algo, que hace un ruido curioso al rodar por el suelo. Al bajar la mirada frunzo el ceño y me acuclillo para recoger la varita – pues eso es lo que es – y la observo con atención. Nadie se desharía de su varita de forma voluntaria, así que el dueño debe de estar buscándola con desesperación. Lo extraño es que esa varita me resulta familiar... No sé dónde la he visto antes, pero estoy seguro de que es así.

Vuelvo a ponerme en marcha, al menos ahora tengo una especie de misión: encontrar a la pobre alma que ha perdido su más preciada posesión, no por altruismo – creo que ni sé lo que es eso – sino por puro aburrimiento.

Esa persona no puede haber ido muy lejos, nadie abandonaría así su varita, así que paseo cerca del lugar en que la he encontrado, dando la vuelta cuando creo que me he alejado demasiado.

Cuando empiezo a pensar que quizá me merece más la pena entregarle la varita a algún profesor y olvidarme del asunto, me parece oír unas voces. Curioso, y queriendo asegurarme de que no me he vuelto loco, camino siguiendo el murmullo. Soy consciente de que es una tontería, lo más seguro es que sea alguno de los muchos fantasmas que pasean por Hogwarts, pero es mi mejor pista y quizá ese espectro sepa a quién pertenece la varita misteriosa.

Paso de largo la puerta del escobero, antes de darme cuenta de que las voces vienen de ahí, y vuelvo sobre mis pasos, acercando la oreja a la madera con curiosidad. Extraño sitio para esconderse. Dudo un par de segundos en los que el silencio se hace al otro lado, antes de volver a oír un par de voces. No entiendo lo que dicen, y tampoco me interesa, nunca he sido cotilla, pero creo que ninguno de los dueños de las voces lo es de la varita. Lo más probable es que sean dos tórtolos buscando un sitio donde poder seguir con sus arrullos.

Doy otro paso alejándome... y retrocedo de nuevo.

La idea de pillar a la parejita, imaginar su cara de susto, me hace sonreír con cierta malicia. Pero, eh, podría ser peor; yo podría ser un profesor. Al menos, les enseñaré una lección; hay que ser más discretos.

Que Sirius Black les diga eso, precisamente, será irónico. Eso es lo que hace todo eso gracioso.

Tomo la manilla con esa sonrisa torcida en mis labios y apenas ejerzo fuerza para girarla y abrir la puerta.


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Lo sé, hace milenios que no escribo; he pasado por una mala racha, que ya parece estar acabándose, así que, a partir de ahora, intentaré que esto no se repita. ¡Mil disculpas para los cuatro gatos que me leéis! (?) <3<3<3

FidelityWhere stories live. Discover now