Cap. 2 - Laughing with

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POV Mary


Es la última vez que entro en el bosque. Lo prometo.

Y, quizá, la última que me junto con miembros de Ravenclaw, también.

Todo ha empezado con un reto, un estúpido "¿a que no te atreves a...?" al que contesté siguiendo al águila hasta los límites del bosque. Vale, puede que influyese que el chico era bastante mono... Pero lo que tenía de guapo también lo tenía de insoportable. Y cuando, al primer sonido, echó a correr de nuevo a la seguridad de los muros de piedra, solo pude suspirar y negar con la cabeza. Salí del bosque maldiciendo en voz baja. Yo solita me lo había buscado.

La Dama Gorda no me echa una segunda mirada antes de dejarme entrar al darle la contraseña, supongo que cosas más raras habrá visto en todos los siglos que lleva guardando la entrada a la sala común de la casa más traviesa de Hogwarts. Una chica cubierta de tierra, con algún arañazo en la cara y hojas y ramitas enredadas en el cabello no va a llamarle en exceso la atención.

Pero sí a Lily, cuya cabellera pelirroja reconozco de espaldas a mí, sentada en el sofá frente a la chimenea. Mordiéndome el labio inferior, intento cruzar la sala sin hacer ruido y, cuando casi lo he conseguido y alcanzado las escaleras, mi pie topa con algo que, a su contacto, emite un enorme ruido, como una bocina, que me hace taparme los oídos de forma automática.

- Maldito Black – murmuro, cuando el ruido cesa, imaginando que él, o alguno de sus amigos, es el responsable de tan lamentable broma.

- ¿Mary? – los ojos esmeralda de mi mejor amiga me miran con cierta curiosidad y una de sus cejas se arquea en actitud interrogante, quizá por mi intento de huida fallido, o por mi aspecto, o por ambas cosas.

Mis mejillas se tiñen de rojo al notar la mirada de todos los que en ese momento se encuentran en la sala. Odio llamar la atención, y más si es por hacer el ridículo, como en este momento. Alzo la mano a modo de saludo general y me apresuro a sentarme junto a la prefecta, esperando hacerme pequeñita en el sofá, ignorando la risita de un alumno de primero. Genial, hasta los enanos se ríen de mí.

- Hey, Lils – saludo, como si no la hubiese visto antes -. Qué guapa estás hoy.

La media sonrisa de esta ante aquel cumplido me demuestra que conoce mis intenciones de comprarla. Ser mejores amigas desde hace seis años tiene sus desventajas, y es que nos conocemos demasiado bien pero, por eso mismo, sé perfectamente que con una sonrisa angelical voy a conseguir mi propósito.

- Muchas gracias, tú sí que estás deslumbrante – responde, con una ironía que me hace sonreír divertida -. Dime, ¿cómo has conseguido ese maravilloso aspecto salvaje?

Un brillo de travesura se instala en mis ojos marrones y, entonces, mi sonrisa se vuelve algo más maliciosa.

- Oh, es bastante fácil, en realidad – comienzo, con un peligroso tono meloso, y puedo ver en el rostro de la pelirroja un atisbo de sospecha, pero para cuando adivina mis intenciones, es demasiado tarde.

Me lanzo encima de mi amiga y llevo las manos a su cabello, despeinándolo mientras la prefecta chilla, intentando apartarme. Río con mi maldad y ella se une a mí.

- ¿Lo ves? Ya estás tan arrebatadora como yo – le comunico, cuando por fin me aparto, recibiendo a cambio una mirada esmeralda que pretende ser asesina. Pero esta no dura mucho y, a su pesar, Lily no puede esconder su sonrisa mucho tiempo.

- Ah, pues muchas gracias, Mary. No sé qué haría sin ti – el sarcasmo inunda su voz, pero en realidad se está divirtiendo, lo sé. Me siento orgullosa de ser una de las pocas personas con las que Lily puede dejar de lado su faceta seria, alguien que ve más allá de la prefecta para encontrar a la adolescente. Intenta, sin mucho éxito, peinarse la maraña de fuego en que se ha convertido su melena y me mira, sin dejar de pasarse las manos por el pelo -. Ahora en serio, ¿de dónde vienes? – indaga, con más curiosidad que otra cosa en su tono.

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