Capítulo 12

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Edward estacionó el coche fuera de su casa. Todas las luces estaban apagadas y la casa en silencio, y rezaba por que Katrina estuviese aún despierta. Sentía una gran necesidad de abrazarla, besarla, de mimar su cuerpo con las manos, de aspirar el aroma oculto en la curvatura de su cuello; simplemente deseaba perderse en ella.
Al cruzar el umbral el silencio lo rodeo, sin embargo, a los segundos escucho un murmullo que provenía del segundo piso.
El miedo se apodero de él, un nudo se formo en su garganta, y él sólo pedía que no hubiese pasado nada malo. Con sigilo fue a su estudio a medio remodelar, abrió un cajón de su escritorio, tomo un arma para paralizar, para después subir las escaleras.

-¿Quieres esto? -dijo una voz de mujer

Silencio

- ¿Quieres jugar rudo? Ok, te daré lo que quieres.

Edward estaba a diez escalones de llegar a su objetivo. A esa distancia podía escuchar con claridad lo que las voces decían, aunque para su mala fortuna, y por lo que logró distinguir, esa era la voz de Katrina.

- ¡Oh, si! ¡Así me gusta!

"Por favor, que no sea lo que estoy pensando, que no sea lo que estoy pensa..."

- Los demás no se queden atrás. ¡Tengo suficiente para todos!

Con el alma en un hilo, tomó la perilla, pero le faltaba el valor para abrir la puerta. No deseaba que sus mayores temores estuviesen detrás de aquella puerta. Su corazón se estaba partiendo pedazo a pedazo

- Dios, me están matando. ¡No, no, nooo!

Con lágrimas en los ojos, Edward abrió la puerta, sólo que jamás esperaba encontrarse semejante escena.

Katrina tenía un comando de videojuego en sus manos, un micrófono, su pijama y unos calcetines.
A pesar del ruido que hizo el chico, ella no volteo la mirada, simplemente siguió jugando. Gritaba y movía sus dedos rápidamente en la laptop. Por los que Edward dedujo, estaba jugando a matar zombies o extraterrestres.

- Diablos, morí. - dijo ella mientras arrojaba todos los aparatos a la cama furiosamente

-Vaya, vaya, ¿Quién pensaría que te gustan los juegos de puberta?

Sin la luz del monitor, la habitación quedaba absolutamente a oscuras. Él se acercó lentamente, se sentó en la cama, alejo el cabello de su cuello y la beso.

-¿Qué, qué... Qué haces?

- Shhh. Te juró que jamás en vida sentí un miedo, tan profundo. Un dolor, una decepción tan grande, que me partió en dos...

Antes de que ella hablara, él la beso hasta hacerla olvidar lo que momentos antes había dicho. No quería que terminara riéndose de la situación tan vergonzosa que paso al pensar que Katrina lo estaba engañando.

Katrina poco a poco despertaba. Sentía un dolor y pesadez en cada miembro, aunque eso no borraba la sonrisa de alegría por la noche tan amorosa que tuvo con su futuro marido ficticio.
Ayer había llegado con una actitud posesiva y hambrienta; en cada caricia sintiendo una necesidad que él deseaba satisfacer, pero por más que la tocará, por más que la saboreará, no cesaba. Desde que regresaron a ser una pareja (por un tiempo y solo por aparentar) cada que vez que intimaban era diferente, con un concepto en común... El amor

- Siempre sé cuando estas pensando demasiado las cosas, y desde este momento te digo que dejes de analizar todo. Disfruta el momento, nena. -dijo Edward soteniendola entre sus brazos, aún con los ojos cerrados

- ¿Cómo es qué te metes a mi cabeza? Odio ser tan transparente ante ti.

- Pues superalo. He aprendido cada gesto, cada frase, cada lunar, inclusive cada sombra que el sol hace en tu cuerpo según la hora del día.

Lo que me cuesteWhere stories live. Discover now