Capítulo 2

4.7K 439 20
                                    

El corazón de Edward palpitaba como loco, estaba ansioso por ver a Katrina y que su respuesta fuese afirmativa a su petición

Hace exactamente 1 hora y 45 minutos ella le había llamado para pedirle que se vieran. Él había esperado dos semanas, después de ese lapso de tiempo en completo silencio, se dio por vencido y fue a hablar con Marc, su amigo, para platicarle de su locura.

¿Qué haría si su respuesta era negativa? No, eso no era posible. Cuando se vieron anteriormente sus ojos aún poseían ese brillo especial, aún parecía anhelar su cercanía, incluso su fría indiferencia era sobreactuada... o al menos eso es lo que él creía; solo esperaba no equivocarse.

     - Disculpa la tardanza. Ross quería que la ayudara con un asunto antes de irme.

Edward se levantó de inmediato de su asiento. Estaba esperándola en una banca, en un hermoso parque que en más de una ocasión cruzo de la mano de Katrina. El otoño se hacia presente, decorando son sus cálidos colores los arboles, así como el piso y jardineras. Él recordaba que era la estación favorita de Katrina

     - No te preocupes, llegue hace poco. -Eso era una total mentira, llevaba esperándola más de una hora. -Te ves preciosa, por cierto.

La pelirroja usaba una blusa color beige con una bufanda blanca, unos ajustados vaqueros negros y una botas a medio muslo, también negras. Usaba un ligero maquillaje, que se podía apreciar mejor gracias a que su cabello estaba sostenido en una coleta.

      - Entonces sigues llegando tarde -una amarga sonrisa- típico de ti.

Eso le llegó al corazón a Edward, pasó saliva sintiéndose mal consigo mismo. Tampoco deseaba decirle la verdad sobre cuanto tiempo la esperó, ella ante todo, era una dama.

     - Me disculpo por ello -miro el piso -creo que jamás supe valorarte de verdad.

     - Normalmente uno se da cuenta de lo que tiene, cuando lo pierde.

La voz de Katrina mostraba tanto dolor. Edward no podía llegar a imaginar todas las veces que ella lloraba hasta quedarse dormida, no sabia como sufría al recordarlo, ya que eso ocurría a cada minuto. Jamás tendría una noción de la traición, la decepción, la amargura que la embargo desde el instante en que lo vio con otra.

      - Eso no importa ya -dijo ella - al fin y al cabo, todo termino entre nosotros. Termino el 23 de Febrero.

     - En una ocasión como esta desearía que no fueras tan buena recordando fechas.

     - No siempre se tiene lo que se deseas. Yo desearía jamás haberme fijado en ti.

Él sólo evito su mirada, no se atrevía a verla a los ojos. En ese instante estaba deseando recibir el mayor castigo por el daño hecho. ¿Qué clase de hombre dañaría a una mujer tan dulce? Ninguno, sólo los de la peor calaña, aquellos que no tenían remordimiento en pisotear a otros.

Aún sin mirarla, le dijo:

     - Sólo dime tu respuesta, por favor. Si es positiva o negativa, me iré. Ya te cause demasiado dolor.

     - Bien. Yo...yo no aceptaré tu respuesta. 

Aunque deseaba escuchar todo lo contrario, una pequeña parte de su ser sabía que esa era la respuesta correcta.

     - Te amé, te amé como a ninguno y eso me lastimó.

A pesar de que cada palabra era una cuchilla en su corazón, no la detuvo. Se merecía cada palabra y aún así, se le hacia poco lo que recibía. 

     - Me merezco cada cosa que me digas. Pero por lo menos siéntate. Parezco estúpido aquí parado con la mirada en el piso.

Katrina hizo algo que no esperaba, algo que removió su corazón; le pidió que no se insultara. Siempre que lo hacia ella lo regañaba, argumentando que no era un estúpido, un tonto, etc.

     - Por una vez en la vida no te escucharé. Sé lo que soy, sé lo que hice y merezco cada insulto que existe en el mundo.

     -¿Aún me amas? -dijo Katrina tímidamente.

¿Enserio estaba preguntándole eso? ¿Era probable que esa pregunta tuviera otro sentido? ¿Deseaba saber por qué aún lo amaba?

     - Yo...yo... -titubeo -la verdad es... la verdad es que si, aún lo hago.

     - ¿Por qué me engañaste entonces? -sus palabras salieron rápidas, como si fuese a arrepentirse. Ninguno de los dos se atrevía mirar fijamente al otro.

     - Por estúpido -se pasó las manos por su cabello -jamás me creí merecedor de un amor tan grande como el que me brindaste. No quería abrir mi corazón y dártelo, todo por miedo a que me destrozarás. Por protegerme a mi te dañé a ti, cosa de la que me arrepentiré toda la vida.

Tomó aire antes de continuar. 

     - Tal vez tú no lo recuerdes, pero un día antes me dijiste que me amabas por primera vez. Recuerdo que estábamos en tu departamento, acabábamos de hacer el amor. Cuando me lo dijiste salí corriendo con la patética excusa de que aún no terminaba los planos de una obra muy importante, cuando la única verdad es que no sabía que responderte.

Una lágrima acarició la blanca mejilla femenina y el nudo en su garganta se hacia cada vez más grande e insoportable. 

     - Recuerdo ese día. Fue la primera vez que me dañaste de verdad -Katrina ocultó con su cabello su rostro -al marcharte sentí un dolor en el pecho. Creía que me corresponderías, que haríamos el amor de nuevo y despertaríamos juntos.

     - Yo lo...

     - No, no me digas que lo sientes. Yo también tuve la culpa, sí no me hubiese ilusionado tanto contigo, una parte de mi estaría intacta -verdes ojos miraron a los grises -desgraciadamente me entregue por completo. 

     - ¿Estás segura que no quieres aceptar mi propuesta?

La chica sólo se levantó negando con la cabeza, con una amarga sonrisa besándole los labios.

     -Estoy 100% segura. Eres una mala apuesta. Ya una vez aposté todo quedándome con nada. Otra vez seria masoquismo. -le tendió un sobre -esto es lo último que tengo para dar. No me busques de nuevo, cuando estás cerca me haces daño.

Él tomó el sobre y justo antes de que la chica se fuera definitivamente, la tomó de la muñeca para atraerla hacia él.

La sujeto fuertemente, la beso con desespero, rogándole en ese pequeño acto que no se marchara. Ella lo empujó con todas sus fuerzas. Lo último que Edward vio fue un sensual contoneo de caderas.

A pesar de que Katrina estaba lejos y no escucho la promesa que Edward hizo después de leer la carta que le entregó; las palabras sonaron con total convicción. 

     -Ya te perdí, pero no te escaparás. Te recuperaré, no importa lo que me cueste.

Me muero de sueño, pero aquí otro capítulo. Dejen sus votos y comentarios.

¡Los amo! Linda luna

Jesee :*

Lo que me cuesteजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें